· PETER ·
La casa de Diana es realmente preciosa. Desde que llegamos a estar frente a su patio delantero, con pasto verde y brillante, y flores a los costados, desde ver las ventanas redondas, los colores no muy fuertes y la enredadera que cubría la pared derecha de la casa, no creo que Tom haya podido evitar enamorarse del lugar, y yo tampoco pude. Sólo tuvimos tres horas de clase hoy, por lo que vinimos en un horario decente a su casa para comenzar el proyecto, en el que no estaba muy seguro de poder ayudar mucho, pero consideraré suficiente no ser un estorbo.
Entramos, Diana nos mostró la sala y su madre vino a saludarnos, se llama Lucinda. Joseph la saludó con mucha tranquilidad, incluso le preguntó por su madre, y luego ella se presentó y nos saludó con una sonrisa realmente cálida. Me alegró saber que Diana tenía ese soporte, y mi mente divagó por el extraño sentimiento que subió a mi garganta.
Su cuarto tiene cortinas verdes, un escritorio, cuadros y algunos posters. Joseph se sentó en la silla del escritorio, Tom y yo en la cama y Diana en un puff en el suelo. Tom fue quien daba más aportes para el trabajo. Él leía, desarrollaba bien una respuesta e iba citándola mientras Joseph la escribía en el ensayo. Yo intentaba ir unas respuestas adelante para poder hacer aportes, y Diana se planteaba más preguntas para desarrollar las respuestas. Como supuse no podía cooperar mucho sabiendo que hablábamos de Biología, que nunca fue mi fuerte. Pero Joseph no hacía nada más que anotar y leernos las preguntas, y se veía conforme con eso.
Terminamos una de las consignas y Joseph sonrió, sin quitar su mirada de la computadora, cuando preguntamos cuál era la siguiente.
—Finnnnn —alargó la última letra—, terminamos. Sin contar la parte del experimento que haremos la próxima semana en clase ya está.
Tom sonrió satisfecho y se dejó caer en la cama, con los pies en el suelo. Lo he visto siempre rodeado de gente, por lo que no estaba muy enterado de su facilidad para el estudio, o la biología, o lo que fuera. También se sentía muy raro ver esta faceta de él tranquila y natural, recostado en el colchón con los ojos cerrados por estar cansado de pensar. Diana no es que supiera mucho, pero estaba decidida a terminarlo hoy. Yo no creía que pudiéramos, pero comenzó a oscurecerse y estuvo listo.
—Bueno —Diana rompió el silencio— ¿Quieren ver una película?
—Oh, sí. —Tom no tardó en contestar— ¿Alguna idea?
Ya estaba nuevamente sentado. Mientras Diana se paraba y guardaba el cuaderno que había estado usando para guiarse, y Joseph le añadía unos retoques a la decoración del informe en la pantalla. Me paré y fui a su lado a ver cómo iba. Sonrió sin mirarme.
—Se ve bien. —Dije.
—Lo sé. —Respondió, con un tono pintoresco.
—Quiero llorar —todos nos giramos a verla instintivamente—, así que tengo varias recomendaciones. ¿Les gustan de ese tipo?
Claro. La película. Cada uno volvió a mirar lo suyo y Joseph contestó con una mueca.
—No creo. Ya me hiciste llorar con "A dos metros de ti". —Me reí. Vi esa película con Cass el año pasado. Diana abrió la boca para hablar— Y me da igual si el libro es peor —añadió—. Igual lloré.
—¿Y si vemos una película de terror? —Tom siempre se veía como si no estuviera seguro de querer hablar. Como si fueran a golpearlo por decir algo equivocado, y la ironía casi me hace reír, me sentí incómodo.
Vi a Joseph guardar el archivo y apagar la computadora al terminarlo. La cerró y se estiró, aún sentado, y yo volví a sentarme en la cama.
—Me gustan las películas de terror, sí. Pero no estoy interesado en ver montones de sangre o las tripas de alguien, así que propongan algo psicológico.
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"Algo así como estar bien".
Teen FictionEnamorarse del mundo es un proceso de revolucionarios. Las personas son como las emociones. Inestables, volátiles, cambiantes, brillantes o inesperadamente oscuras. Como las relaciones, como las vidas. Como el arte y como cada sentimiento que no se...