❝Es verdad, he cambiado, ya no soy esa niñita que conociste antes.❞
Maddy tenía 14 años cuando conoció a Tom de 32. Ella lo amaba en secreto, pero él solo la veía como la pequeña hija de su amigo. Por alguna otra razón, ella y su familia se mudan de...
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« Maddy »
Freddie tenía una cara de asombro imposible de borrar. Y sin agregar más, salió de la habitación con una expresión ida y pensativa.
No pude resistirlo más, esa actitud suya solo me asustó. Y sin pensarlo mucho, salí corriendo hacia él. Ahora los dos estábamos solos en el pasillo.
—Freddie, escucha, las cosas no son así como las oíste. Tom es solo un amigo de la familia —mi voz se quebró, detestaba que me miraran de esa forma. Me hacen sentir que cometí algo grave, tanto así que me lo estoy creyendo. Tal vez sí hago algo mal y no quiero darme cuenta.
No es que quiera probarle algo a él, por más que sea un buen chico. Solo no quiero que nadie se entere. Ya es mucho que Zawe lo sepa.
—No Maddy —negó con su cabeza— Te lo dije, ahora todo tiene sentido. Del por qué de repente no estabas con nosotros, me refiero a Ciel. Tu rostro enamorado, ya veo que era por él —suspiró triste— Y ese maldito libro que sabía que lo conocía de alguna parte, ¡es de él! No puedes negarlo, yo sé que es de Hiddleston porque lo vi leerlo hace un año. El mismo desgaste y viejo libro de su estante. Sus actitudes no son de amigos de la familia, solo no puedo creer que eres...—se calló.
—¿Qué? —hice que continuara.
—Olvídalo —quiso irse.
—¡No, dime lo que me ibas a decir! —tomé su hombro e hice que se volteara.
—Fuiste tú la que hizo que él terminara con mi tía. Fuiste la causante de su ruptura —arrugó su frente— Te metiste con Tom, siendo él un hombre mayor. Eres... eres...
—No lo digas —murmuré con mi voz rota mientras negaba con mi cabeza.
Por favor, no.
—Eres una cualquiera, Maddy —espetó, con el rostro serio. No estaba bromeando, lo decía de verdad.
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Me refugié con la manta prestada, eran las últimas semanas de verano pero las frías lluvias ya comenzaban aquí en la ciudad de Londres. Mañana empieza agosto, y tengo miedo del futuro. Las vacaciones de verano casi terminan, yo empezaría el nuevo semestre de mi universidad y no tengo nada asegurado sobre mi vida. A lo mejor mi sueño tendría su fin.
