-¡Mira Jisoo! Ahí va -gritó Lisa al escuchar el motor de aquella gran motocicleta negra.
-Dios, Lalisa. Te mojas solo con escuchar ese motor, relájate -negó mientras se acercaba a Lisa para asomarse por la ventana-. ¿Cómo es que le dices?
Vestida completa en un atuendo de cuero negro con partes rojas, ese distintivo casco con orejas de gato que formaban una particular sombra cuando regresaba a su casa por la noche.
Allí estaba ella.
-... Motomami.
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