La casa de los Green estaba en calma y sus habitantes dormían plácidamente. Andrea trató de no hacer ruido al aparecer por la chimenea; subió cada peldaño de la escalera en silencio. Estaba por amanecer y en cualquier momento su madre estaría levantada para preparar el desayuno. Cuando entró en su habitación, no fue capaz de cambiarse y ponerse la pijama, sólo se dejó caer en la cama. Alcanzó a escuchar el ulular de una lechuza antes de sucumbir ante la oscuridad del sueño. El repiquetear del ave hizo levantar a Dayra, llevaba un sobre amarillento que dejó caer en la almohada.
—¿Qué? —preguntó adormilada—. ¡Me voy a Hogwarts! —gritó emocionada—. ¡Mamá! ¡Papá! ¡Llegó, llegó! —Corrió a la habitación de sus padres, y sin ninguna delicadeza, saltó a la cama—. ¡¡Llegó, llegó, llegó!!
—¿Qué llegó? —preguntó su padre somnoliento.
—¡Mi carta de Hogwarts!
—¡Felicidades, cariño! Supongo que tendremos que ir al callejón Diagon pronto.
—¡¡¡Sííí!!!
Salió de la habitación de sus padres para dirigirse a la de su hermana, y de la misma manera, entró dando saltitos de alegría.
—¡¡¡Llegó mi carta!!! —Tanto ruido fue suficiente para que Andrea despertara de golpe.
—¡Dayra! ¿Qué rayos te sucede?
—¡Llegó mi carta!
—¿Y por eso me despiertas?
—Me voy a Hogwarts.
—Felicidades —respondió malhumorada—. Ahora, sal de mi habitación. —Sin hacer caso de las objeciones, sacó a su hermana.
—¿Qué te pasa, cariño? —preguntó su madre, apenas bajó a desayunar.
—No le dio gusto la noticia.
—¿A quién?
—Andy.
—No te preocupes, a lo mejor malinterpretaste las cosas. —Dayra no tuvo tiempo de responderle a su padre porque fue interrumpida por el sonido del timbre.
—¿Te llegó? —Matt había llegado.
—¡Sí! Iremos a Hogwarts juntos.
Ambos comenzaron a brincar y cantar, después de que fueron reñidos por el alboroto, entablaron conversación. Era demasiado el entusiasmo que se sentía; se habló del castillo y lo que aprenderían en las clases. Cerca del mediodía, cuando Matt y su madre se fueron, Dayra se acomodó en el sofá para ver las caricaturas; su mano acariciaba a Ginger, el gato de la familia, aunque le pertenecía a su madre. Era de color café como la canela, con ojos verdes y grandes; era muy listo y tierno, aún así, la niña rogaba para tener un perro, algo que le habían negado durante los últimos años.
—Hazme un lugar. —Su hermana trató de acomodarse con ella.
—Veo que despertaste.
—Quisiera seguir en mi cama —respondió con un bostezo—. Pero tengo algunos pendientes que debo resolver.
—Ah. Qué bien.
—¿Te pasa algo?
—Me llegó mi carta de Hogwarts. —Andrea estaba dormitando, pero abrió los ojos sorprendida. Algo había escuchado en la mañana.
—Felicidades. —Trató de abrazarla, sin embargo, ella rechazó sus brazos—. ¿Qué te pasa?
—Me corriste de tu habitación.
—Lo lamento, y no lo justifico, pero me despertaste. Apenas me había acostado.
—¿Por qué no me lo dijiste?
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El vuelo del fénix
ActionEs momento de enfrentarse a la vida, la clases y calificaciones terminaron. Es momento de aceptar las consecuencias si no estás en el bando correcto. Lo que uno haga perjudica en la familia; prejuicios y errores del pasado alterarán el presente y qu...