"¿Christina, cómo es posible que no hayas tenido la fortaleza para no soltar una insignificante traílla? ¡Eres una idiota! "
Esas eran las frases que rondaban mi mente. No puedo creer que haya muerto una parte de mí en ese instante. Por ello, no me sentía en condiciones de ir a la escuela.
Yo era la típica chica “extraña”, la que en vez de relacionarse, leía o hacia lo que fuese posible para evitar a todo ser viviente.
Tanto así, que todos murmuraban sobre el chico nuevo. Un tal “Austin” pero eso, no era importante para mí, así que continué con mi libro.
Solo éramos él y yo, ¿qué más historia de amor que esa? Vale no, no fue un buen chiste.
En fin; no había nada que detestaba más que me intrerrumpiesen en mi lectura, y pues sí, eso hicieron. Inicialmente realicé una mueca de asco, sin embargo al paso de unos segundos, al ver su rostro, dicha muévanse convirtió en una capa de vergüenza.
—Hola; un gusto, Austin. —Me saludó pícaro.
—Mm, hola. Igual, Christy. —Respondí cortante.
Nuestra “Conversación” terminó a causa de la estridente campana, que me aturdió por unos segundos, a lo cual yo seguía sumida en mis pensamientos; y sin darme cuenta, el maestro ya se había ubicado en su escritorio, observándome con mirada indescifrable.
—Buen día, jóvenes —Exclamó el Sr. Payton desde el centro del salón.
—Buen día Señor Payton —Respondemos en unísono.
—Es para mí un placer presentarles al nuevo alumno, Austin Aldrich.
—... —Nadie responde, ni siquiera, un “Bienvenido Austin”.
—Y bien... Siéntate junto a Christina Miller, que se encuentra sin compañero. —Dijo finalmente.Dicha la oración anterior, se ubicó a mi lado.
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Desde aquel día
Teen Fiction¿Ha de ser posible confiar en alguien cuando no puedes ni hacerlo en ti mismo? Solo hay una manera de averiguarlo. ¿Se puede querer a alguien que oculta temibles secretos? Christina Miller, una adolescente de dieciséis años. Edad donde su vida d...