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— Entonces... ¿su misión es llevarme al Olimpo?
La joven mujer miró a ambos príncipes Asgardianos confundida. Nunca se hubiera imaginado que los Dioses enviarían a ese par tras sus negativas a lo largo de los siglos. Ella recogía uvas tranquilamente mientras ellos permanecían sentados sobre un tronco.
— Odín nos lo encargó, al parecer le debía un favor a Perséfone —explicó el pelinegro mientras mantenía los brazos cruzados. No estaba nada feliz de estar en la tierra por un tiempo indefinido.
— Que extraño —la chica rio lindísima—. ¿Qué podría necesitar un Dios universal como Odín de los inútiles Dioses griegos de la tierra? A mí me parece que los engañaron a ustedes, y los mandaron para que dejaran de molestar en Asgard.
— ¿Te parecemos idiotas que estorban? — comentó el rubio con una pizca de molestia, le ponían los nervios de punta que no lo respetaran. Sería el futuro rey de Asgard, y no pretendía aguantar insolencias de seres inferiores. Aunque se trataba de ella, ella, con letra en cursiva y brillitos a los lados. Que va, a ella le perdonaba todo.
— Tú sí. Él, en cambio —miró a Loki—. parece que sigue siendo el inteligente de ustedes dos.
— Estás en lo correcto, nada ha cambiado respecto a ello, Gaia —sonrió presumido de que la mujer en la que pensaba siempre reconociera su nivel intelectual.
La admiró con toda la atención que era capaz de dar. Habían pasado miles de años desde que la había visto por última vez, y aunque había deseado olvidarla, ello hubiera sido peor que extrañarla. ¿Por qué la tierra y ella debían estar conectadas?
— Sigues siendo el mismo presumido de siempre —negó con una sonrisa.
— Tenemos que cumplir con esta misión, o no podremos regresar a Asgard —explicó Thor—. Ayúdanos, preciosa.
— Por Zeus, Odín realmente está desesperado por deshacerse de ustedes.
Ella comenzó a caminar hacia la espaciosa cabaña donde vivía desde hace unos cincuenta años. Ambos se pusieron de pie y la siguieron. Gaia señaló un par de barriles y sin mencionar nada hizo que el par de Dioses las levantaran en sus hombros. Había un brillo en el amarillo de sus ojos que simplemente te hacían obedecer, no porque ella lo quisiera, sino porque no había ser capaz de negarle algo. No por coacción, podría decirse que por el respeto y amor que generaba su presencia. Como si fuera alguien a quien le debieras algo más importante que la vida misma. E incluso si Thor y Loki eran mucho más poderosos que ella, había un respeto por la mujer con la que habían crecido en Asgard.
¿Qué hubiera sucedido si la Tierra nunca hubiera reclamado a Gaia?
Y si, después de todo, ¿los Dioses nórdicos resultan más poderosos que los griegos?
