Capítulo XII: Elemento

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Después de la extraña presentación que hicimos, Zeus pidió que se cancelara el concierto y que se hiciera otro día. La mayoría de la gente, enfadada y muy en desacuerdo, se resistió a salir del estadio, pero una parte de ella estaba como loca por pedirnos un autógrafo a Narcisa y a mí. Pese a la tensión y los nervios del público, nadie se atrevió a enfrentarse a Zeus, por su apariencia imponente y su cara de pocos amigos. Nos acompañó a los camerinos, dejó el bajo eléctrico recostado en la pared y nos miró fijamente a los dos. Se hizo un silencio sepulcral muy incómodo que intenté romper de una forma extraña.

-Bueno... Yo soy Bruce Pendragon, descendiente de Arthur Pendragon y heredero de la mítica espada Excalibur. Hemos venido a pedirte ayuda porque un ser inmortal llamado Dominus se ha liberado de su prisión y quiere... Quiere ir a por los dioses, a por todos.

-Me he enterado y me han pedido ayuda, pero...

-¡¿Pero qué, Zeus?! ¿Qué fuerza mayor te lo ha impedido? ¡Mis padres ahora están en la Atlántida corriendo un riesgo enorme para intentar contener al Mermado!- exclamó Narcisa dándome un susto.

-Primero que nada, yo nunca he querido molestar a ese tío. Mi hermano y los dioses que lo persiguieron se buscaron lo que Dominus quiere hacerles y además, ¡dejaron morir a Hera cuando ese monstruo vino a destruir el Olimpo! ¡Ninguno de ellos acudió por miedo! ¡Podríamos haberlo parado todos juntos, sin embargo, no se atrevieron y el Mermado se cobró más víctimas!

-Nosotros no tenemos culpa de que algunos dioses sean imbéciles- dije entornando los ojos.

-¡Necesitamos tu ayuda Zeus!

-¿Qué han hecho ellos por mí para que los ayude? ¡Dímelo tú, humano!

-No los superes en idiotismo y ayúdanos, pues- dije encarándome al dios.

-¿No te das cuenta de que estás hablando con el Rey de los Dioses, mortal?

-No eres un rey. Los verdaderos reyes luchan por su pueblo hasta el final y por eso la gente les sigue. ¿Cuánta gente sigue creyendo en ti? Nadie.

Ese fue el instante que me pasé de la raya y Zeus me agarró del cuello, levantándome unos centímetros del suelo. Narcisa reaccionó rápido y le dio un fuerte derechazo al dios en las costillas.

-Todo menos hacerle daño- dijo Narcisa, decidida.

Zeus hizo una mueca de dolor y me soltó. Se crujió los nudillos mirando a Narcisa y sus ojos se imbuyeron en rayos azulados.

-Ahora sí que os habéis pasado- dijo el dios y lanzó un rayo a la chica.

Ella lo esquivó, saltó apoyándose en la pared, le dio un fuerte puñetazo en la mandíbula y este la empujó cuatro metros hacia atrás. No podía dejar que Narcisa quedara herida por mi culpa, así que, justo cuando se estaban abalanzando el uno contra el otro, hice brotar una barrera de árboles para pararlos.

-¡¿Qué rayos?! ¿Quién ha hecho esto?

-¿Qué tal si volvemos a empezar, eh Zeus?

-Un poder mágico... ¿De dónde diantres lo has sacado?

-Bueno, yo... Ese poder despertó en Avalon hace como dos años.

Zeus se quedó pensativo, cruzando los brazos y tocándose la barbilla. Narcisa se acercó a mí y me preguntó si estaba bien, poniéndome la mano en la mejilla suavemente.

-La verdad es que casi me cago en los pantalones, pero ciertamente lo tengo merecido.

-Bueno, a todos se nos ha olvidado usar el cerebro- comentó Narcisa sonriéndome.

-Chicos... Me he puesto un poco nervioso. No estoy acostumbrado a que me desafíen, así que... Lo siento- dijo Zeus levantando la mirada.

-Entonces, ¿vendrás con nosotros?

-Tenedlo por sentado. No obstante, vamos a necesitar armas para derrotar al Mermado... Y creo que sé una perfecta para ti, sobrina nieta. Un tridente único que...-Narcisa le interrumpió.

-¿Estás hablando de...? ¡¿DAKRYMA?!

-No sé exactamente dónde está, aunque creo saber cómo encontrarlo. Pero debemos darnos prisa. Si Dominus tiene conocimiento de esa arma, supondrá que iremos a por ella, porque... Em... Porque son las únicas que pueden... Em... Matarlo. Sí, eso. Matarlo- dijo el dios, dejándonos con la boca abierta.

En ese instante, me pregunté cuáles podrían ser las otras armas elementales. ¿Y si Excalibur también era una? ¿Y si tenía el poder de acabar con el tormento de Narcisa y no me había dado cuenta? Tenía sentido puesto que, según lo que dijo Merlín, yo era un Elemental de Tierra y la chica era uno de Agua... Es confuso, ¿no? En apenas dos años había pasado de ser un adolescente más, a convertirme en el único y verdadero Rey, a ser uno de los cuatro elementales existentes y a enamorarme de una hermosa diosa, también elemental. Sin embargo, me acordé de que Merlín se detuvo al mencionar a Quin, como si se temiera algo. Al relacionarlo con el rojo de su cicatriz, dejó en el aire la frase... Y el rojo se suele relacionar con el fuego.

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