Mi mayor desgracia, al menos en esta vida, la sigo viviendo hoy.
Hace poco, invité a mi novio a una cita muy especial. Era nuestro aniversario y su cumpleaños. Manipular la realidad a mi antojo fue especialmente útil para esta ocasión. Le organicé un "almuerzo" en un prado de Groenlandia, aunque para los locales era un desayuno. El paisaje era de ensueño: un prado verde extendiéndose hasta el horizonte bajo un cielo estrellado que, en poco tiempo, se transformaría en un amanecer.
Detuve el reloj biológico de los seres vivos de la Tierra; solo éramos él, yo, el tiempo y el firmamento. Creé una mesa y la adorné con la comida que había preparado con esmero. Siempre me ha gustado cocinar, y aunque el plato favorito de mi querido leoncito era nuevo para mí, me esforcé en hacerlo perfecto para su cumpleaños, junto con otros platillos que él adoraba. Esa fecha iba a ser especial: nuestro último día como novios, si todo salía bien.
Lo llevé al lugar que había decorado con cariño y lo sorprendí. Sus ojos brillaban de emoción y eso hizo que todo el esfuerzo valiera la pena. Disfrutamos de ese momento especial, riendo y compartiendo anécdotas. Yo estaba listo para dejar salir el sol, y en mis manos sostenía el objeto por el que casi muero nuevamente haciéndolo para él: un anillo, forjado con el frío, el calor y la luz de las estrellas. Él merecía todo eso y más.
Te dije que este sería nuestro último día como novios, ¿no? Iba a preguntarle mientras lo abrazaba por la espalda, pero algo salió mal.
El sol se detuvo, y no fui yo quien lo hizo. Comenzó a girar frenéticamente, pero no era la Tierra la que giraba; de ser así, habría habido maremotos e inundaciones devastadoras. Lo que quedó del mar se congeló bajo el acantilado del prado donde estábamos, y fuimos a investigar.
Todo el planeta estaba congelado, pero el hielo era rojo en todo el mundo, una enorme capa de lo que parecía ser sangre, pero solo era agua.
Nos reunimos en las frías costas de Francia. Con la velocidad de la luz y la oscuridad, recorrer el mundo era como un paseo rutinario. Pero entonces, la vimos: un demonio enorme y poderoso apareció de repente, surgiendo de un portal que se cerró con un destello brillante detrás de ella.
Golpeó tan fuerte a Lionel que lo tiró, rompiendo una pared. Respondí llamando su atención y peleando con ella, para que él se recuperara y ella no le hiciera daño.
Luchamos hasta que Lionel le dio una estocada con su espada de esgrima justo antes de que me hiciera un daño mayor. Peleamos durante mucho tiempo. En un momento, ella lo atacó y lo llevó al fondo del mar.
Lionel no podía ponerse branquias para respirar sin quedar vulnerable, así que entré rápidamente, configurando mi cuerpo para el nuevo entorno. El control de la realidad me da esta ventaja.
Llegué allí antes de que inhalara agua y logré agregar sus branquias justo a tiempo.
Buscamos al demonio, pero no la vimos. Todo era rojo y negro debajo del agua. Tiramos bolas de luz por todos lados y nunca la vimos. Buceamos más profundo, pero nada.
En ese momento, sentí que alguien me empujó. Agarré a Lionel, que fue quien me empujó, y quedamos en una posición en la que él estaba de espaldas a la superficie y yo de espaldas al pequeño abismo. Una flecha atravesó a Lionel por completo y solo una parte de la punta entró en mi aorta. Era una flecha de veneno paralizante de origen espiritual. Fue absorbida entre los dos, siendo Lionel el más afectado. Solo podíamos mover los ojos. Comenzamos a caer al abismo. Yo estaba aterrorizado, él logró sonreírme antes de paralizarse completamente.
Nunca olvidaré sus ojos, esos hermosos iris heterocromáticos de arcoíris, congelados en una mezcla de resignación, paz y tristeza. Los míos reflejaban pura negación y terror absoluto. La maldita perra nos lanzó tentáculos y enredó solo a Lionel, lo atrajo hacia ella, que estaba lista con un portal.
Iba a secuestrar a mi novio. No podía moverme, mis chakras estaban completamente bloqueados. No hablaba, no sentía, no me movía. Calculé que la dosis que recibí fue letal, al menos para un elefante adulto. No me imagino lo que sintió Lionel.
No sé de dónde, pero encontré la fuerza para moverme, torpe al principio y frenético al final. Nadé lo más rápido que pude, desesperación y adrenalina en cada gota de sangre en mí... Pero cuando estuve a 30 centímetros del portal, se cerró solo...
La maldita perra se lo llevó...
Me las arreglé para salir del agua y me detuve en la playa. "Esto no es real... No es posible que esto fuera a pasar y no lo vi antes... ¡Tengo literalmente milenios de experiencia ya!" Me repetí eso mil veces, mientras el mundo en la superficie sufría un desastre climático. El sol y la luna uno al lado del otro, la ciudad llena de cuerpos congelados en el tiempo ya muertos, y escombros por doquier.
Estaba fuera de control por un ataque de ira. Llamaradas de fuego, tormentas eléctricas, terremotos y movimientos tectónicos masivos, tifones, espejismos y combinaciones de realidades de pesadilla, todo causado por la ira y el dolor que sentía... Pero eso no terminó ahí. Un destello de un espejismo me sacó de mi trance de negación. Una piedra con un escudo que levitó a través de la arena desvió la luz del espejismo hacia mi ojo. No era algo natural, pero podía controlarlo con la oscuridad, así que lo acerqué y lo analicé.
Era de forma irregular, ovalada como el ojo de un gato, gruesa en el centro, puntiaguda arriba y abajo, y de menos de medio centímetro de profundidad. Tenía un agujero en el centro que decía "bésame" usando un extraño polvo negro.
Cuando lo hice, la piedra explotó en una danza de hermosa oscuridad, rodeándome, volando debajo de mis brazos, entre mis dedos y terminando en mi mano izquierda. Para mi horror, justo en el dedo del anillo de bodas, tomó la figura de un anillo. Estaba muy adornado, de estilo masculino, no era un círculo completamente cerrado y tenía detalles en forma de una tiara negra brillante que rodeaba mi dedo. Pequeños diamantes negros y amatistas moradas adornaban la superficie frontal del anillo. Era muy de mi estilo, y completamente hermoso. Presionó mi mano hacia arriba y las nubes se abrieron para que un rayo de sol lo contuviera.
El anillo estaba hecho de materia oscura de agujeros negros, lo vi dentro de mi cabeza...
Pero lo que me terminó de obliterar, ya que "romperse" está muy por debajo de lo que sentía, fue leer la inscripción holográfica en inglés que decía:
"De ahora en adelante y hasta el fin de mis días, te quiero en mi vida, todas las noches, todos los días. Lionel❤️"
La mejor noticia de mi vida, el segundo que debería haber sido el momento más feliz de mi vida, me destrozó en un polvo tan fino que me hizo reaccionar. Grité de dolor, rabia y desenfreno. Maté al planeta, a la galaxia y a toda luz, acabé con el universo como si fuera el Big Bang y, a pesar de todo eso, no pude parar.
Realidad tras realidad, mi oscuridad se lo comió todo. Maté vidas inmortales y mortales por igual. Mi universo propagó la descomposición que causé a los varios multiversos vecinos. No hubo aviso, Dios o diablo que sobreviviera o pudiera detenerme. La existencia misma me iba a rogar que acabara con ella de una vez, porque sabía que me quedé roto y sin piedad.
Pero por un solo momento pensé en él, en su pasado injusto, en su amor por la vida, en la esperanza por la que fue elegido por Dios para ser el caballero de la luz pura de estos tiempos. Él sabía "con qué" se quería casar, pero... ¿Qué me diría si me viera ahora mismo?
Detuve todo de una sola vez, recuperé el control, retiré mi dolor y su decadencia. Recré el multiverso mientras retiraba mi poder. Di vida a dioses, ángeles y demonios por igual, vida superior e inferior. Recuperé todo y restablecí el orden. No me dejé llevar por mi poder conferido por mi Dios, y honré el contrato y las directrices como el buen servidor que soy.
Sé bien que no me crees, no te culparía. Nadie lo sabe ni se acuerda, ni los demonios ni los ángeles ni sus superiores.
¿Y sabes por qué no me crees?
Bueno... Es porque así lo quería.
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La desgracia de Gabriel
Short StoryDescripción de la perdida de la pareja de Gabriel Kuratorane