•Soñar a tu lado

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Hoseok pasó toda la mañana pensando en el muchacho del cabello rosa. No podía quitárselo de la cabeza. Para cuando llegó a su casa, su mujer estaba sentada revisando unos papeles de la empresa.

—¿Dónde estuviste toda la noche?
—preguntó sin siquiera levantar la mirada de los papeles.

—¿Acaso te importa? —se quitó el abrigo y caminó descalzo hasta la cocina.

—Oye, no seas así. Me preocupé un poco. Llamó tu madre. Harán una cena de recepción para mis padres.

Hoseok la miró y ella torció el gesto.

—Si, lo sé. Jamás nos dejarán en paz. Honestamente estoy pensando en enfermarme para ese día. No tengo ánimos ni corazón para verlos.

Hoseok tomó un tazón con frutas y yogurt y se sentó frente a ella en el sofá. Le pasó las frutas. Ella tomó una fresa y suspiró.

—Oh, no. No te atrevas a dejarme solo. Me despedezarán. Estamos juntos en esto.

Ella asintió despacio y echó la cabeza hacia atrás.

—Van a sacar el tema del hijo otra vez. Estoy cansada. No quiero esto, ¿tú no tienes ganas de mandar todo a la mierda?

Hoseok comió en silencio. Nomi tenía razón. La farsa tenía que terminar en algún momento.

—Tú sabes que sí. Quiero irme lejos de todo.

—Deberíamos hacerlo, ¿no crees?

—Somos adultos, no deberíamos estar siquiera planteándonos esto. Quiero empezar de nuevo —había un dejo de tristeza en su voz que su esposa notó.

—Sigues pensando en él, ¿no es así?

—Nunca dejé de hacerlo. ¿Y tú? ¿No te preguntas a veces qué hubiera pasado si te hubieran dejado allá en Japón?

Ella subió las piernas al sofá y se recostó.

—Yo era joven e idiota. Pero por supuesto que me lo pregunto a veces. Él se casó, ¿sabes?

—Al menos está vivo...

—Hoseok, tú no tienes la culpa de lo que pasó.

—Eso no lo hace menos doloroso.

Ambos se quedaron en silencio, recordando los días en que habían sido felices. Ahora solo quedaba la amargura.

—¿Cuándo llegan tus padres? —preguntó a su esposa.

—Pasado mañana. Escucha, necesitamos ganar tiempo. Podemos decir que empezamos a hacernos estudios de fertilidad... No sé. Estoy tentada a tirarles toda su mierda a la cara.

—Si, créeme que a mí ganas no me faltan. ¿Saldrás esta noche?

Ella asintió.

—¿Tú?

—Si, tengo un compromiso.

—¿Es lindo?

Hoseok levantó una ceja y la miró. Su esposa era bastante perspicaz.

—Lo es.

Ella sonrió y se levantó.

—Quiero que seas feliz, Hoseok. Eres un buen hombre.

—Y yo quiero lo mismo para ti. No merecemos nada de lo que nos pasó.

—Lo sé. Pasaré por la oficina,  ¿quieres que te lleve?

—No, quiero darme un baño y todavía es temprano. Tomaré el tren.

—Solo pide otro auto. Tenemos dinero de sobra para eso. Aún no entiendo por qué solo tenemos uno. Descuida, me encargaré de eso.

La casa de los sueños [2Won]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora