2,3,4...toma una respiración, 5,6,7...toma otra respiración, 8,9 y...- los pensamientos de Louis se vieron interrumpidos por el jodido timbre de su casa, ocho en punto de la mañana, era demasiado temprano para siquiera existir, bufó pesadamente, caminó hacia el pasillo, deteniéndose por un momento para ver la cicatriz vertical por debajo de su ojo izquierdo, hizo una pequeña mueca al recordar y se colocó su sudadera favorita para salir a abrir la puerta, bajó un poco su mirada para encontrarse con tres sonrisas y tres naricitas rojas por el frío, Marianne, Sophie y Nice; tres niñitas de 12 años que llegaban todos los sábados a venderle postres a Louis, eran del mismo vecindario. Las miró con el ceño ligeramente fruncido.
-¿Qué hacen aquí?- cuestionó Louis haciéndose en desentendido.
-¡Hey!, como si no supieras, gruñón, no nos mires así, hoy trajimos brownies.- mencionó Marianne en un tono un tanto amenazante mientras abría la caja de brownies recién horneados, Louis maldijo en sus adentros, había prometido dejar de comer tan mal...hasta había comprado una suscripción al gimnasio por un año completo, ya hasta levantaba pesas y todo. Pensó por unos segundos al ver las pequeñas sonrisas de las niñas haciéndole "ojitos" para tratar de convencerlo, puso sus ojos en blanco y sacó su billetera tomando cinco euros y dándoselos, obteniendo la caja de brownies a cambio.
-Fue un placer hacer negocios contigo, Louis gruñón.- dijo Sophie mostrando sus hoyuelos, Nice y Marianne solo se rieron alzando sus manitas en una forma de despedida y caminaron alegres hacia la siguiente casa, Louis no pudo evitar sonreír ladinamente, esas niñas eran todo un caso; para él y su cartera. Negando volvió a entrar a su casa, dirigiéndose a la cocina para dejar los brownies en la barra.
Las mañanas en Londres siempre eran iguales, Louis tenía más de diez tazas y aún así bebía su té en la misma taza desde hace siete años, no lo culpen, esa taza había sido un regalo de alguien especial, desayunaba básicamente lo mismo, a veces más sano y a veces no, había veces en las que se quedaba leyendo, ya no jugaba mucho al futbol, prefería quedarse en el jardín jugando con una rama y con Clifford; su peludo perro, cuando tenía ganas iba al gimnasio temprano, incluso a veces se quedaba horas en la misma cafetería, sabía que los empleados se preguntaban muchas cosas sobre el pero no eran lo suficientemente valientes para hablarle más que para pedir su orden, o tal vez no era un caso de valentía o cobardía, tal vez solo no querían ser entrometidos o demasiado curiosos cuando fijaban su vista en la cicatriz de su ojo, o la de su clavícula (que solo sea dejaba ver en los días calurosos en donde llevaba playeras). Así que si, las mañanas para Louis siempre eran casi lo mismo, a excepción de los sábados que llegaban tres niñas a sacarle siempre una sonrisa sincera a Louis...y también un par de euros, pero de esos tenía más de lo que podría contar en su cuenta bancaria así que no se quejaba.
Sin embargo Louis supo que esta mañana sería diferente, lo supo desde que casi diez llamadas perdidas lo despertaron a las siete de la mañana, sabía que debía, sin embargo no quería responder, se trataba de Liam, su mejor amigo, se maldijo mentalmente al pensar que podría tratarse de una emergencia y luego el sonido de "marimba" se hizo presente de nuevo en su teléfono, una llamada más, tensó la mandíbula y tomo el teléfono contestando.
-Hey...
-¡Joder, tommo!, te he estado marcando por casi una maldita hora, me empezaba a preocupar por ti, necesitaba que me contestaras.- se escuchó la voz de Liam entre preocupado y triste pero a la vez exaltado a través del teléfono, Louis bajo la mirada a sus pies mientras se apoyaba en la barra de la cocina.- Pues ya ves que estoy bien, solo que tenía mi teléfono en silencio.- mintió.- ¿Qué es lo que pasa?- no hubo respuesta por parte de Liam, Louis se preocupó solo un poco.- ¿Liam?-sin respuesta aún.
-Murió en la madrugada, él...dios.- se escuchó un pequeño sollozo por parte de Liam, los sentidos de Louis se agudizaron y enderezo su espalda, abriendo un poco mas sus ojos, sintiendo su corazón latir rápidamente en señal de preocupación y alerta, pensando en cada maldita posibilidad de esa jodida frase.
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Dandelion
FanfictionAlgo que siempre había envidiado de él era su capacidad de llamar la atención de la mejor manera posible en cualquier lugar, el como brillaba hasta en el lugar mas oscuro de cualquier habitación, la manera en la que te hacía sonreír cada que asomaba...