Natalie despertó unas horas después, sus ojos se fijaron el la ventana, pues mientras dormía la había dejado abierta, y sentía una pesada mirada sobre ella.
Se puso de pie y se dirigió a la sala de estar, se sentía extrañamente húmeda y cansada, cómo si hubiese terminado de tener sexo.
El sonido del timbre la sacó de sus pensamientos. "¿No es muy tarde ya?" Se puso de pie y pudo observar el reloj en la pared. Eran las 8:20pm. El sol ya se había metido, debido a el invierno se metía cómo a eso de las 6 de la tarde.
El timbre volvió a sonar y se dirigió hasta la puerta, no sin antes arreglarse un poco.
Se acercó y giró el pomo para poder ver a quién estaba tocando con insistencia.
Era él, el hombre que le robaba el aliento. Muzan Kibutsuji.
— Espero no interrumpir nada. — Mencionó con esa voz que hizo que su piel se erizara por completo.
— ¡N-no! Para nada, por favor pase. — Dijo antes de hacerse a un lado para abrirle camino al interior de su hogar.
El azabache sonrió complacido, había algo en esa mujer que hacía que su libido se dispara cómo nunca antes. Era perfecta, y suya.
Dió un par de pasos para quedar dentro, escuchó cómo la mujer cerraba la puerta tras él. Podía escuchar sus latidos acelerados, estaba consciente de que el sentimiento y deseo era mutuo. Y eso sólo le obsesionaba más.
— ¿Gusta algo de tomar? ¿un té? o tal vez prefiera un café. — La voz de la pelirroja lo hizo voltear para verla con una sonrisa amable.
— Su compañía me es más que suficiente.
Natalie sintió el calor subir a sus mejillas para pintar un tierno sonrojo en ellas. Vió cómo el mayor se acercaba a el sofá para tomar asiento y palmeaba suavemente el lugar a su lado, invitándola. Sin dudar se acercó y se sentó a su lado.
— No sabía que vendría, de haberlo tenido en cuenta me hubiese arreglado. — Mencionó sonriendo nerviosa, a la vez caía un rizo pelirrojo sobre su hermoso rostro.
Muzan no dijo nada en ese momento, estiró suavemente su mano y acarició suavemente la mejilla de la mujer.
— Está más que hermosa esta noche, señorita Amane. — Dicho eso colocó el mechón de cabello de la pelirroja tras su oreja y alejó su mano.
La más baja sentía que podía desmayarse en ese momento, ese hombre la volvía loca.
— Muzan-Sama.. — Habló en un susurro mientras su mirada bajaba a los labios del hombre.
El azabache sonrió satisfecho, no sería nada difícil que la mujer se entregara a él tanto sexual cómo sentimentalmente, sería suya cualquier día que él quisiera, dónde sea y a cualquier hora, nadie se la arrebataría jamás.
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— Deja de llorar o voy a golpearte, Monitsu. — Se quejó Inosuke harto de los lloriqueos de Zenitsu.
— ¡TANJIROOOOO! — Gritó con lágrimas en los ojos.
— Zenitsu, cálmate. — Tanjiro trató de calmarlo pero todo parecía inútil.
— ¡Inosuke alejó a mi amada! ¡Esa pelirroja hermosa iba a ser mi esposa y el tonto de Inosuke lo arruinó, dile algo! — Pataleó en el suelo mientras se aferraba a las piernas de el chico peliescarlata.
— Ella jamás te haría caso. — Dijo el chico fornido con cabeza de jabalí y una voz ronca.
— ¡No digas eso! ¡Mi amor por ella es muy puro!
— ¡Dije que ya basta! — Mencionó Tanjiro antes de noquear a Zenitsu.
— Oye pero que intenso se pone. — El aburrimiento en la voz de Inosuke era notable.
Tanjiro suspiró si decir nada y el silencio llegó unos segundos.
Inosuke rascó su cabeza y volteó a ambos lados del camino. De la nada gruñó fuertemente haciendo que Kamado lo viera confundido y asustado.
— Inosuke, ¿estás bi- ... — Un golpe en el abdomen por parte de Inosuke lo hizo callar.
— ¡NO ESTOY BIEN! ¡TENGO HAMBRE, GOMPACHIRO! ¡DAME DE COMER! — Exclamó con molestia.
El chico se recuperó del golpe y tosió.
— Pero no tengo comida, Inosuke. Anda carga a Zenitsu y te compraré algo.— Dijo con una sonrisa.
Inosuke pareció pensarlo y aceptó. Lo último que vió Tanjiro fue cómo Inosuke arrastraba a Zenitsu se la pierna mientras corría.
— Ojalá no despierte llorando de nuevo. — Susurró con gracias.
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❛ 𝐒𝐄𝐍̃𝐎𝐑𝐀 𝐊𝐈𝐁𝐔𝐓𝐒𝐔𝐉𝐈 ┊𝐌𝐮𝐳𝐚𝐧 𝐱 𝐎𝐜 › +𝟏𝟖.
Fanfiction¿Cómo fue que el gran Muzan Kibutsuji se enamoró perdidamente de una simple humana? No lo sabía, cuándo conoció a Natalie supo que sería su completa perdición, su pequeño capricho. Natalie Amane era hermosa, eso era algo que todo Japón sabía, jamás...