Un individuo contrahecho que no paraba de mirar de reojo en torno a sí soltó una risita espasmódica.
— ¡Ha acorralado a Dumbledore! — exclamó, y se volvió hacia una mujer achaparrada que parecía su hermana y sonreía con entusiasmo. — ¡Lo ha desarmado!¡Dumbledore está solo! ¡Te felicito, Draco, te felicito!
— Buenas noches, Amycus — lo saludó Dumbledore con calma, como si lo recibiera en su casa para tomar el té. — Y también has traído a Alecto... qué bien...
La mujer soltó una risita ahogada y le espetó: — ¿Acaso crees que tus estúpidas bromitas te van a ayudar en el lecho de muerte?
— ¿Bromitas? Esto no son bromitas, son buenos modales — replicó Dumbledore.
— ¡Hazlo! — dijo el desconocido más cercano a Harry, un tipo alto y delgado de abundante pelo canoso y grandes patillas que llevaba una túnica negra de mortífago muy ceñida.
Harry jamás había oído una voz semejante, una especie de áspero rugido. El individuo despedía un intenso hedor, una mezcla de olor a mugre, sudor y algo inconfundible: sangre. Sus sucias manos lucían uñas largas y amarillentas.
— ¿Eres tú, Fenrir? — preguntó Dumbledore.
— Exacto — contestó el otro con su ronca voz. — ¿A mí también te alegras de verme, Dumbledore?
— No, la verdad es que no...
Fenrir Greyback sonrió burlón, exhibiendo unos dientes muy afilados. Le goteaba sangre de la barbilla y se relamió despacio, con impudicia.
— Pero sabes cómo me gustan los niños, Dumbledore
— ¿Significa eso que ahora atacas aunque no haya luna llena? Eso es muy inusual... ¿Tanto te gusta la carne humana que no tienes suficiente con saciarte una vez al mes?
— Así es. Eso te impresiona, ¿verdad, Dumbledore? ¿Te asusta?
— Bueno, no voy a negar que me disgusta un poco. Y debo admitir que me sorprende que Draco te haya invitado precisamente a ti a venir al colegio donde viven sus amigos...
— Yo no lo invité — murmuró Malfoy. No miraba a Greyback, y daba la impresión de que ni siquiera se atrevía a hacerlo de reojo. — No sabía que iba avenir...
— No me perdería un viaje a Hogwarts por nada del mundo, Dumbledore — declaró Greyback. — Con la cantidad de gargantas que hay aquí para morder... Será delicioso, delicioso...
Levantó una amarillenta uña y se tocó los dientes mirando al anciano con avidez.
— Podría reservarte a ti para el postre, Dumbledore...
— No — intervino el cuarto mortífago, de toscas facciones y expresión brutal. — Tenemos órdenes. Tiene que hacerlo Draco. ¡Ahora, Draco, y deprisa!
Malfoy parecía más indeciso que antes. Miraba fijamente a Dumbledore, pero el terror se reflejaba en su cara; el director de Hogwarts, más pálido que nunca, había ido resbalando por el muro casi hasta quedar sentado en el suelo.
— ¡Bah, si de todos modos ya tiene un pie en la tumba! — dijo el mortífago contra hecho, y fue coreado por las jadeantes risitas de su hermana. — Miradlo... ¿Qué te ha pasado, Dumby?
— Ya no tengo tanta resistencia, ni tantos reflejos, Amycus — contestó Dumbledore. — Son cosas de la edad... Algún día quizá te pase a ti, si tienes suerte...
— ¿Qué quieres decir con eso, eh? ¿Qué quieres decir? — chilló el mortífago poniéndose violento de repente. — Siempre igual, ¿no, Dumby? ¡Hablas mucho pero no haces nada, nada! ¡Ni siquiera sé por qué el Señor Tenebroso se molesta enmatarte! ¡Vamos, Draco, hazlo de una vez!
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La Hija De Los Potter. (6)
FanfikceEl mundo ya sabe que Voldemort ha regresado y en Hogwarts se duplicaron las medidas de seguridad. Liliana ha logrado quitar la maldición de los libros y se los ha entregado a Dumbledore pero ahora tiene una misión, que cree que no podrá cumplir. _...