Llegué tarde esa noche, con las piernas adoloridas y bastante cansado; pero después de haber dormido todo el día necesitaba moverme un poco, aún con los estragos físicos de la noche anterior. Con suerte, alcance a ver a la banda por la cual decidí ir, aunque solo pude verlos tocar dos canciones; pero al menos no me quedé con las ganas de poder escucharlos un rato.
Casi parecía un milagro, ya que logré llegar a la mejor parte del show; el sonido en el lugar era bastante bueno, y el escenario decorado con un mural hipnótico y luces de colores. La música combinada con esa visión psicodélica del foro lo hacía ver muy bien... Quizás un poco más de lo normal.
Él, como siempre, tocaba concentrado, pero no podía evitar notar que por momentos me miraba fijamente, y luego volvía a tocar; completamente enfocado en su guitarra. Lo primero que pensé al verle fue que me arrepentía de no haber llevado mi cámara; las luces del lugar le hacían destacar del resto, le sentaban realmente bien a la piel descubierta de su torso. Había algo en Chava que resultaba incluso más hipnótico que el mural del escenario, simplemente no podía concentrarme en los demás miembros de la banda.
Bajaron del escenario y pronto comenzaron a hablar con más personas, que los felicitaban o les preguntaban por su música. El se dirigió directamente hacia mi, con una sonrisa en el rostro y un par de cervezas en las manos.
-Hey, ¿Qué tal bro, te gustó?- preguntó emocionado mientras hacía un ademán para ofrecerme una cerveza.
Acepté y seguimos conviviendo con todos, yo estaba nervioso, me lanzaba miradas de forma descarada, y eso me hacía más difícil poder hablar.
Él se sentó en una silla, y con señas me invitó a sentarme en sus piernas. Ni siquiera alcanzo a comprender como fue que accedí, pero lo hice. Me senté en sus piernas, estaba temblando y los nervios me hacían sudar las manos; el solo se reía y seguía conversando, poco a poco acercando una mano a mi cintura y la otra a mi muslo.
Mi cerebro quería que se detuviera, quería decirle que dejara de tocarme tanto, pero mi cuerpo me traicionó y terminé cediendo
Los minutos pasaron, llegó la hora de irme a casa, revisé mi pantalón y me di cuenta de que había extraviado mis llaves; mi casa estaba sola, no había quien me abriera la puerta y era poco probable que algún vecino entrara a esas horas de la noche. Le escribí a varios amigos, pero nadie contestaba mis mensajes.
-¿Estás bien?- me preguntó, supongo que fue por mi expresión de desesperación al no obtener respuesta.
~Ah, si, es solo que perdí mis llaves, creo que saldré y trataré de llamar a un amigo.
-¿No quieres ir a mi casa? Podemos seguir bebiendo y no hay problema si te quedas.
Lo pensé bastante, la batería se me estaba acabando y tenía que llegar a algún lugar así que accedí acompañarlo. Nadie se dio cuenta en qué momento nos fuimos.
Subimos a un Uber y el silencio profundo se apoderó del ambiente. Únicamente nos intercambiamos miradas en todo el recorrido.
Al llegar a su casa, lo primero que note fue que estaba vacía, su cuarto estaba desordenado, pero era bastante confortable. Destapo otro par de cervezas y encendió la consola, estuvimos gran parte de la noche solo escuchando música y jugando videojuegos, acercándonos cada vez más sin darnos cuenta.
De repente ya estábamos muy cerca uno del otro, y antes de darme cuenta sus labios ya estaban sobre los míos. Perdí totalmente el control al sentir el primer beso en mi cuello. No era necesario decir nada, parecía poder adivinar todos mis puntos débiles.
Sus manos recorrieron mis piernas, la temperatura comenzaba a subir y la ropa comenzaba a ser innecesaria.