La sociedad quiere creer que puede identificar a las personas malvadas, o a las personas dañinas, pero no es factible. No hay estereotipos.
Todo el mundo interpreta un papel y nadie dice lo que, realmente, está en su mente.
En el caso de Arthur Brow...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Esa era la gota que rebasaba el vaso, soportó bastante, era un vaso infinito; incapaz de llenar, se le echara agua, vino, arena, etcétera, dicho vaso no se llenaba, y sin embargo, el día de hoy el vaso derramó su contenido.
Arthur Brown es un chico canadiense que se mudó a Baja California, México, por el trabajo de su madre. Arthur detesta las mudanzas, no le gusta lo nuevo, le da náuseas el solo pensar en la palabra, pero eso no evitó que tuviera que empacar sus cosas en cajas y esperar luego de unos dos días por el camión que traía estas.
Tras cinco meses de mudarse e ingresar a una nueva preparatoria con tan solo seis meses para terminar el ciclo (Por ende, terminar la preparatoria completa), Arthur se encuentra en el suelo con varios moretones, una fractura, e inflamación por todo el cuerpo; los bravucones la agarraron contra él puesto que ha querido defenderse por tanta burla alrededor de cuatro meses de su existencia en la preparatoria 75.
Varias personas han pasado cerca de donde yacía inconsciente, aunque ninguna de ellas se acercó a ayudarle, al menos no antes de que llegara Elian, la única persona con la que, probablemente, Arthur tuvo empatía. Elian trató de despertar a Arthur, sin éxito alguno, luego de bastante tiempo Arthur despertó en una camilla de hospital sin nadie cerca.
—No es sorpresa —Arthur rascaba su cabeza como podía, tiene esa costumbre— En el hospital nuevamente por esos idiotas, sin alguna visita, mamá trabajando turno doble, papá en una misión de ejército. —Con ceño fruncido Arthur jura vengarse de Alexander, fuera como fuera, costará lo que costará.
