Capitulo 5

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El juez dio un golpe con su martillo, me sobre salta y con eso regreso a la realidad, aun no
puedo creer que estoy peleando con ellos, con quienes creí que eran mi familia. El juez nos da
un receso de una hora, todos salimos, necesito aire así que me dirijo a un parque que está cerca del juzgado, queda solo a cinco minutos. Mientras camino me vuelvo a perder en el pasado.

Recuerdo que Levana era tan bonita, Lorenzo escogió ese nombre por su significado, “blanca
como la Luna”, ya que su piel era tan blanca como una luna llena y sus ojos color miel, redondos y grandes, según mi papá se parecía a mamá, no la recuerdo bien pero aún conservo una fotografía como de 2.5 x 3 cm, algo gastada y en tonalidades café que llevo en mi cartera, junto a un retrato de papá, del mismo tamaño. Eso me hace sentirlos cerca.

Como extraño a papá, el sabría qué hacer en este caso, pero desafortunadamente él también me ha abandonado, claro no por que quisiera, sino porque así es la vida. Aquel año fue el peor
de toda mi vida...

Solo había pasado cinco años del nacimiento de Levana, cuando Lorenzo llego de los estados
unidos, jamás olvidare ese día, 11 de diciembre. La mañana había sido linda, me levante a la hora que se levantó mi papá para prepararse e irse al trabajo, él trabajaba en el campo en todo que tuviera que ver con el cultivo de jitomate en una hacienda que se encontraba en las afueras del pueblo, como cualquier habitante del pueblo y lugares cercanos, sin importar el sexo o la edad.

Desde muy pequeños entraban al trabajo hasta que la edad ya nos les permitía hacer nada y con un sueldo que parecía un insulto, pero era todo lo que había y siempre se acostumbraba a vivir con eso. Pero, en fin, ese 11 de diciembre, mi papá termino de arreglarse y yo le entregue su café mientras terminaba de envolver su almuerzo, era una rutina que habíamos adquirido desde que me había hecho cargo de Levana. Se terminó su café, fue a darle un beso a su nieta, tomo su almuerzo y se fue.

Más tarde desperté a Levana para que desayunara y llevarla a la escuela, estaba en su primer año.

Todo parecía normal, a acepción que ese día fui a ayudarle al sacerdote Juan a limpiar la iglesia, él era muy bueno conmigo, me daba muchos consejos y me enseñaba cosas para no ser ignorante y así poder apoyar a mi hija.
Se llegó la hora en que terminan las clases, así que me despedí del padre y fui a recoger a Levana, llegamos a la casa y mientras ella jugaba, yo preparaba la comida para llevarle a mi padre, en eso alguien toco la puerta, fui a abrir y me encontré con Lorenzo, pero era otro Lorenzo, estaba muy cambiado. Todo el tiempo que se había ido yo me hice a la idea de que él sería mi esposo, así que trate de amarlo, no sé si en verdad lo quería o solo trate de engañar a mi cabeza y a mi corazón, lo cierto es que, sufrí bastante todos los años que había desaparecido, al verlo parado frente a mí quede en shok, creí que estaba muerto, pero estaba frente a mí, no podía ser un fantasma o ¿sí? No, claro que no era real. Así que me encontraba frente a mi futuro esposo.

Oh es verdad se me olvidaba contarles porque me casaría con él. Resulta que, después de que mi hermana se fue, Amelia y yo nos hicimos cargo de la bebe, ya que la mamá de Lorenzo trabajaba en la hacienda como sirvienta y no podía dejar su trabajo, en cambio Amelia y yo tuvimos que dejar el trabajo en el campo dedicarnos solo a lavar y planchar en mi casa para poder cuidar a la bebé. Hicimos un buen equipo y con la ayuda de doña Silvia, una señora que recién había tenido a su bebe, y quién nos enseñó como cargar, bañar, dar de comer y todos los cuidados que implicaba un recién nacido, pudimos criarla en sus primeros años, además doña Silvia le daba leche materna a Levana.

Cuando casi se cumplía un año de la llegada de Levana a nuestras vidas, Amelia se fue a vivir con su novio, sus papás se molestaron tanto con ella, ya que no aceptaban al que ella eligió para pasar el resto de su vida, decían que no le convenía, que no sabía trabajar, que lo único bueno que sabía hacer era tomar. Yo estaba segura que ni eso sabía hacer, ya que siempre terminaba inconsciente por algún golpe, era lo que se ganaba por su gran boca. A Amelia no le quedo más que irse lejos de aquel lugar, lo último que supe de ella fue que había pasado la frontera, pero sin su marido. Así que me quede sola cuidando de la bebe. Bueno el punto es que mi padre y los papás de Lorenzo decidieron que yo podría ser la madre de Levana, por lo tanto, el primer paso sería casarme con Lorenzo. Pero como aun no tenía la edad según el del registro civil, solo era cuestión de meses, sin embargo, si podíamos registrarla con mi nombre
así que se hizo el registro. Si, así como lo escuchan, legalmente soy la madre.

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