Capítulo 6

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Después de un par de meses de lo sucedido, Lorenzo nos reunió a todos e informo que se iría
para los estados unidos, sus padres intentaron hacerle ver que aquí estaba bien, pero él dijo que no, que era muy difícil vivir aquí, que lo hacía por su hija para que no viviera como él lo había hecho y que pudiera ser feliz.

--Les prometo que, en dos, tres años estaré de vuelta.

--Pero hijo…

--No mamá, míralo así, trabajare duro para regresar pronto, les enviare dinero para que
construyan una casa digna de mi hija, una casa con puertas y ventanas donde no puedan entrar
ladrones y nos quiten lo poco que tenemos, quiero una casa con paredes sólidas, que no tenga la necesidad de estar cambiando el techo cada año para que el agua de la lluvia se filtre. Estoy cansado de vivir en estas condiciones. ¿Que acaso ustedes no?

No pude descifrar si era tristeza o miedo, pero alegría no era, su mirada estaba perdida en algún lugar de la casa mientras decía aquellas palabras. Algo en mi interior me decía que estaba huyendo y yo era la razón, quizá no quería está responsabilidad o tal vez el amor que aún sentía
por mi hermana y el recuerdo que lo perseguía lo estaba acabando.

--Ya tomaste tu decisión. –Hablo su padre – Solo nos queda apoyarte, que tengas suerte hijo.

--Gracias papá. – Se voltio hacia mí – Prometo que cuando vuelva me casare contigo, te dejo a mi hija, sé que nadie mejor que tú la puede cuidar.

Yo solo asentí, me quedaba con una gran responsabilidad y sin saber si realmente lo quería a él, pero bueno la decisión ya estaba tomada y no había más que esperar, esperar al tiempo y ver que aquella promesa se realizara...

Pero hay promesas que no se cumplen, y quien creíamos que era nuestro destino, en realidad
no lo es. Nadie puede planear tu futuro, porque la vida nos sorprende, y vaya que sorpresas nos da.

Observe el reloj, ya había pasado más de cuarenta minutos desde que se había dado el receso, era hora de volver, no quería llegar, así que camine con toda la calme del mundo, cuando estaba por doblar la esquina hacia el juzgado, mi abogado me llamo, creía que me había escapado. La verdad, como he considerado esa opción desde que ellos aparecieron para pelear, pero sé que no es la salida y no voy a esconderme, voy a dar la cara y la vida, si es necesario.

Llegue a tiempo, nos situamos todos en nuestros lugares, nos pusimos de pie cuando el juez entro. La audiencia continua, ahora el turno es de Lorenzo. Apuesto que va a embelesar al juez
con una gran mentira, espero se dé cuenta de lo falso que son.

El abogado le pregunta porque motivo la niña no creció cerca de él.

--Yo me había ido para los estados unidos buscando el sueño americano, como todos los que tenemos hambre de superarnos. Lo único que buscaba era lo mejor para mi familia, todo el
tiempo que estuve por allá, me partí el lomo trabajando, a veces no comía para enviar dinero.

--¿Cuánto tiempo estuvo en los Estados Unidos?

--Solo fueron 4 años, no soporte más estar lejos de mi hija, pero cuando regrese mis padres me
informaron que esta mujer – me señala con su dedo… esperen, ¿lo que acabo de ver en su
mirada es odio, mezclado con dolor?, pero que actor, digno de un premio, ¿se verá mal si me
pongo de pie y le aplaudo? – Esta mujer desapareció con mi hija, se la llevo sin avisarle a nadie, me he pasado todos estos años buscándolas, pero parecíera que la tierra se las había tragado, hasta hace unos meses el investigador que contrate las localizo.

Como me dan ganas de lanzarle por lo menos mi zapato. Es un estúpido, si, es verdad que hui, pero fue por su culpa. También es cierto que envió el dinero para la casa, de hecho, su papá se encargó de buscar al albañil y comprar todo el material necesario, se llevó alrededor de un año construirla, no era lujosa, solo tenía dos cuartos, la cocina, un lugar para comer y baños, con
puertas y ventanas de fierro. Era perfecta para vivir los tres como familia.

Cuando estuvo terminada sus papás me dijeron que podía habitarla junto con mi hija, no quería
dejar solo a mi papá así que les pregunte si podía ir a vivir conmigo y ellos estuvieron de acuerdo, dijeron que les parecía buena idea, ya que así habría un hombre para cuidarnos en la noche.

Vivimos solo tres años en esa casa. Ya que, como les había mencionado antes, aquel 11 de
diciembre, después de que abrí la puerta y me encontré con Lorenzo, mi padre llego, lo quiso
saludar, pero Lorenzo dijo que tenía que hablar conmigo a solas. Le encargué la niña a mi padre
y me fui con Lorenzo lejos de la casa, cerca de donde se encontraban los inicios de la barda que no se alcanzó a terminar.

--Veo que han hecho un buen trabajo – dijo Lorenzo refiriéndose a la casa. –Me alegra saber
que no echaron a perder lo que les envié.

Yo no sabía que decir así que solo lo mire. Él se quedó en silencio por un rato y después continuo.

--Mira, sabes que lo de nuestra boda era en contra de nuestra voluntad, es algo arreglado por nuestros padres.

Solo asentí, sabia para donde iba aquella conversación.

--Bien, porque yo me case en los Estados Unidos, ahora tengo documentos y puedo ir y venir
cuando yo quiera, además tengo un hijo.

No podía creerlo, eso sí que no me lo esperaba, aunque lo que más me dolía era pensar que se llevaría a Levana. Creo que adivino mi pensamiento, ya que me dijo algo que me dejo aún más sorprendida y fueron justo esas palabras con las que comenzó mi odio hacia él.

Dicen que no es bueno odiar, pero es algo que no puedo evitar. ¿Cómo se atrevía a pedirme que me saliera de la casa? ya que ahí llevaría a su esposa, y además que por favor no dijera que tenía una hija. Estaba negando a su hija, el pueblo es chico, pronto su esposa se enteraría, pero no de mi boca. Sinceramente, Lorenzo tampoco merece el título de padre.

Me trague todo lo que quería gritarle por mi hija, por ella no iba a hacer una escena y mucho menos dejaría que supiera quien era esa persona, él no la merecía. Si Lorenzo no quería que su nueva familia supiera su pasado, no dejaría que mi hija lo supiera, no estaba dispuesta a que
sufriera algún rechazo.

Después de que se fue, le conté a mi papá, él se puso muy furioso, tomo su machete, se colocó
su sombrero y fue a enfrentarlo, yo intente detenerlo, pero no lo conseguí, tampoco pude ir tras él y dejar sola a Levana, así que no me quedo más que esperar a que regresara y rezar para que no pasara una tragedia.

Estuve toda la tarde esperándolo, pero no volvió, me preocupé, no sabía qué hacer. Dieron las 9 de la noche cuando alguien toco la puerta, cuando fui a abrir me encontré con que era el padre Juan, me llevaba la mala noticia que mi padre había sufrido un accidente, se encontraba grave en la parroquia.

Tome a mi hija y junto al padre nos fuimos para el templo, cuando llegue encontré que el ayudante del padre había ido a buscar al doctor quien ya lo estaba atendiendo, una hora después el doctor nos informó que no había nada que hacer, que quizá en la capital podrían ayudarlo, pero por su estado no llegaría con vida. Sugirió que nos despidiéramos de él, ya que tal vez no llegaría a la mañana siguiente.

Fui hasta el cuarto donde se encontraba mi padre, al acercarme a él, me tomo de la mano, coloque mi cabeza en su pecho y después de besar mi coronilla y darme su bendición, me dijo que me fuera, que buscara una mejor vida, que pensara en mi hija, porque era mía. Observe como su respiración disminuía, acerque a su nieta y mi padre hizo lo mismo con ella y después de
decirnos que nos amaba, se fue.

Historias inconclusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora