Marina: Lie or Die

Capítulo 22: Primer amor

Marina

Perséfone, en la mitología griega, era conocida por ser la diosa inocente, ingenua y hermosa. A pesar de ser pretendida por muchos de sus hermanos, porque así de perturbador funcionaba el Olympo, ninguno logró conquistar su corazón. La dulce doncella se dedicaba a su jardín y a seguir representando la imagen de una mujer que no es capaz de valerse por sí misma.

Su madre, Deméter, insistía en mantenerla apartada de todo lo que pudiese dañarla, alegando que esto sería lo mejor para su hija. La mantenía encerrada en un jardín de cristal, bajo el desconocimiento de todo lo que sucedía a su alrededor. Pero como la voluntad de una madre nunca puede ser satisfecha, un día su hija desapareció.

Las leyendas cuentas que fue raptada, mientras se encontrada pululando por su jardín y fue sometida a la peor atrocidad que el destino le pudiera deparar. Hades, el impetuoso rey del inframundo se convirtió en su captor, obligándola a ser su esposa y padecer a su lado el infierno mismo. Aunque muchos quisieron salvarla, el destino de Perséfone ya estaba escrito, condenada a sufrir su propia condena alejada de su preciado jardín.

Al menos eso es lo que cuenta la historia; a mí me gusta creer que nuestra Proserpina, como los romanos decidieron llamarle en su afán por imitar una cultura que no era suya, amaba profundamente a su Dios de los Muertos, o lo que es mejor aún, prefería la libertad del inframundo a la prisión echa de flores. Me gusta pensar, que se cansó de ser la doncella intachable y escapó, rompiendo con los estereotipos, evitando ser lo que se esperaba de ella, para convertirse en la Reina del Inframundo, más letal que su propio esposo.

Cual Deméter, Amelia se enfrascaba en dejarme alejada de los problemas. Cual Zeus, mi padre se proponía vivir su vida alejada de la mía. Faltaba conocer, quién sería el Hades que vendría a salvarme.

Luego de contarle a Harold lo que escuché decir a Luis, el mayor de los Brown se volvió muy misterioso e insistía en dejarme alejada de toda la investigación. Lamentablemente para él, yo no me dejaría apartar tan fácilmente. Así fue como después de tanto insistir, me citó a encontrarme con él en su casa, para que viera toda la información que había estado reuniendo los últimos días.

La habitación de Harold parecía la cueva de un cavernícola, la decoración era prácticamente nula. Mantenía algunas cajas de cartón sin desempacar luego de la mudanza, pareciera que no quisiese permanecer aquí mucho tiempo y estuviese loco por apartarse de su familia.

-Entonces - dije – esto es todo lo que tenemos, un montón de fotos enlazadas por hilos de colores, no sabía que te gustasen las manualidades, Brown.

-Es un diagrama de sospechosos - me explicó – cada color representa una persona y el rojo muestra los asuntos sin resolver.

La pizarra estaba llena de hilo rojo, lo que indicaba que no había avanzado mucho con la investigación. Me acerqué para observar las imágenes enlazadas, una gran cantidad de cuerdas color sangre, se dirigían hacia la imagen de un hombre de mediana edad, posiblemente contemporáneo con mi madre, sus ojos y pelo oscuro le daban un aire de misterio que podría resultar atractivo, si yo tuviese 20 años más.

-Voy a suponer que este señor que no conozco es nuestro Samuel – asumí, asociando lo irritado que se había puesto Harold cuando le mencioné su nombre.

-Supones bien gatita – me miró con desconcierto – tienes alguna información nueva que contarme.

-La verdad es que Luis ha estado un poco raro conmigo estos días – dije, mientras me tomaba la confianza de sentarme en su cama justo al lado de una caja de Domino's Pizza, que aún contenía una a medio acabar.

-Si quieres ser útil de alguna forma tienes que tratar de que tu amiguito hable – rodo los ojos – a ver si aclaramos un poco este asunto.

-Quizás solo debas relajarte un poco, así podrás comenzar a ver las cosas desde otro punto de vista – Harold se acercó hasta sentarse a mi lado y ofrecerme una rebanada de pizza.