~ Único ~

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Once años han transcurrido tras aquel enfrentamiento que se había dado una noche del 24 de diciembre como lo era hoy, una noche de navidad de luna llena nevando bajo un cielo negro solamente iluminado por la luz de los astros, los tres hermanos Shiba salen de la iglesia en silencio tras haber asistido a la misa de noche buena a "petición" del mayor, no saben a donde ir exactamente simplemente ninguno quiere romper el hielo pero Yuzuha no soporta tal tensión y termina invitándolos a comer, ambos dudan en aceptar pero es imposible negarse a una petición de su hermana.

La noche a oscurecido aún más, cada minuto se alarga más que el anterior en la espera de la tan ansiada navidad, la media noche es tan cercana como lejana, al igual que la interacción entre los Shiba, quienes a medida que han pasado las horas se han ido relajando, principalmente gracias a la fémina quien sonríe al ver a sus hermanos convivir, aunque no sabe que al momento en que ella había tenido que retirarse al tocador ellos se habían quedado en un silencio incómodo el cual solo terminó cuando ella volvió y Hakkai casi salta de su asiento a abrazarla por la emoción de acabar aquel momento de tensión, mientras por su parte el mayor solo había soltado un suspiro después de haber retenido el aire inconscientemente. Aquella situación no se había repetido hasta media noche, con el sonido de las campanas anunciando la navidad y los relojes anunciando el inicio de un nuevo dia, Yuzuha había recordado un compromiso con su pareja y tras disculparse ansiosa se había despedido de sus hermanos.

— Lo lamento, en serio, me hubiese gustado permanecer más con ustedes pero debo irme, cuidense mucho, les dejo mi parte de la cuenta, nos vemos~ —

Tras unos abrazos que casi transmitían un grito de desesperación porque no se retirara, sus hermanos quedaron solos mirando a la puerta  durante un minuto, quizá dos, casi rogando que su hermana entrase nuevamente, lo cual por obvias razones no había ocurrido. Sus miradas se cruzaron en un momento y ninguno fue capaz de decir nada, en el fondo anhelaban que el contrario dijese que debía retirarse o que llegase una llamada urgente pero nada ocurrió, simplemente se resignaron a sentarse en la mesa nuevamente y esperar a ver quién cedia primero en irse, pero ambos eran demasiado reservados y tercos como para hace tal cosa.

Más tiempo transcurrió y con tal de ayudar, la camarera que les atendía esa noche les había llevado una botella de sake afirmando que era cortesía de la casa, sin embargo, solo se debía a que no soportaba ver más aquella situación tan incómoda, ni ella ni otros meseros que les atendían, pues debían aguantar la respiración para soportar la tensión. Y fue en ese momento, por aquella simple acción que todo comenzó... finalmente comenzó su lento descenso al infierno...

A medida que el alcohol en su sangre aumentaba, Hakkai disminuye la distancia con su hermano mayor llegando al punto de apoyarse en su pecho abrazándolo mientras balbuceaba palabras inentendibles que parecía asociarse al gran cariño y admiración que en el fondo le guardaba aún a su hermano mayor, después de todo, cuando era pequeño solía perseguirlo en todo momento, era tan feliz mirándolo desde atrás, admirando como otros niños solían tenerle respeto y temor por ser más grande, era tan feliz con cada sonrisa que su hermano le regalaba cuando volteaba atrás, tan feliz en todo momento hasta que perdieron a su madre y comenzó su infierno. 

Hakkai no recordaba bien el rostro de su madre y tampoco tenía muchas anécdotas con ella debido a que había enfermado poco después de que el tuviese apenas unos tres o cuatro años, su máximo recuerdo era aquel en que iban a verla en una camilla del hospital, la habitación 312, un número que nunca podría olvidar, debido al recuerdo de observar como sus hermanos sonreían cuando iban a visitarla y como en ocasiones notaba en el mayor una sonrisa forzada, una débil y unos ojos brillantes por la manera en la que contenía las lágrimas.

Lo admiraba por toda esa fuerza que demostraba, lo adoraba pero... no como su hermano, no podía verlo como tal tras todo lo que les había hecho pasar a él y a Yuzuha, quizá su hermana si podía tener esa sensación con él, ella había pasado más tiempo con él y su madre, ellos si habían sido más como una familia en aquel entonces, sin embargo Hakkai no, no lo veia asi y sabía que la manera en la que lo hacía era incorrecta, un pecado, un sentimiento despreciable pero inevitable, un pensamiento que estaba saliendo a la luz gracias al alcohol.

Bebiendo hasta el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora