El negro lo recubría todo. La silueta de Estela era apenas visible a las altas horas de la mañana. Arrastrando los pies, la chica se dirige a su tocador. El tacto producido por el swich, que está a las cercanía del mueble, hizo aparecer la luz del foco.
–Mmmmm.....– El quejido fue apenas audible.
Frente a ella, su mirada abnegada resaltaba en el espejo. Con la punta de sus dedos se quitó las lagañas. Después de ello, se miró con detenimiento. ¿En realidad era ella? Había momentos en los que ni siquiera se reconocía a sí misma.
– Otro día más.–
Con esfuerzo una sonrisa cálida, pero fingida, se dibujo en sus labios. No recordaba en que momento ella había dejado de lado su corazón. Tampoco el tiempo que llevaba utilizando aquella máscara. Aunque en sus adentros, eso dejo de importarle hace tanto.
El sol se adentraba por la ventana. Indicándole a la chica que era tiempo de irse al colegio. Con una delgada liga, se sujetó el pelo, dejando una simple y bien acomodada cola de caballo.
El sonido de sus pasos, bajando las escaleras, hacia eco en toda la casa. Desde el divorcio de sus padres, estaba vacía casi todo el tiempo. Su padre se había marchado para no regresar. Por su parte, su madre debido a las quimioterapias, y estudios médicos, se la pasaba de hospital en hospital. Antes de salir de la casa, contemplo el interior. Nadie la despidió esa mañana, al igual que muchas otras.
La entrada del colegio estába en sus pies. Otro año empezaría, el ánimo se sentía en el aire, cosa que a Estela no le agradaba.
– De regreso a este mundo de engaños.– No pudo evitar decirlo en voz alta. Para ella era una verdad que no podía cambiarse. Siendo una de las chicas más populares del colegio, tenía que mantener su estatus a base de lo que estaba construida su vida. Mentiras.
Cada año se mezclaban los grupos, esto con tal de que los estudiantes se llevaron bien unos con otros. Por lo que Estela se vió obligada a ver las listas, que estaban pegadas en la entrada, para saber qué salón se le asignó.
– Vaya, vaya, pero a quien tenemos aquí. – Una voz muy aguda tomo por sorpresa a Estela. Al voltear no tuvo más remedio que ponerse la máscara.
– ¡ Serene ! Que bueno que estás aquí. Te extrañe en las vacaciones.– De manera magistral había hecho pasar esa mentira por verdad.
Serene, de un brinco se lanzó contra su "amiga". Estela estubo apunto de perder el equilibrio, se balanceo ligeramente en lo que conseguía estabilidad.
– yo también te extrañé.–
Estela acarició la cabeza de Serene, mientras seguía observando las hojas en la pared. El nombre de ambas chicas aparecieron en el mismo listado.
– Parece que nos toca juntas otra vez.–
– ¡¿No inventes?!– Cuál huracán, Serene dió media vuelta. Con una mirada de concentración, recorrió todos los nombres uno por uno. Al confirmar lo dicho por su amiga, dió un pequeño baile.– ¡Gracias al cielo! No quería estar con una bola de idiotas, ahora por lo menos te tengo a ti.–
– Es una suerte.– Como un gesto amistoso, Estela tomó por la muñeca a la castaña, haciendo que ésta la mirara a la cara.– Creo que deberíamos ir al salón de una vez. No quiero que nos ganen los mejores asientos.–
– No lo había pensado. Pero tienes razón.–
Las risas, eran la banda sonora que acompañaba a las chicas en su recorrido. Serene, tratando de aguantar la carcajada, contaba una anécdota que le pasó durante el verano. – Eso no fue lo peor del caso, hubieras visto su ...– En el instante, abrieron la puerta del salón. Al poner un pie adentro, Serene fue abrumadoramente interrumpida por un tumulto de gente.
– Buenos días Estela.–
– ¡ No puedo creer que nos tocara contigo!–
– ¿Te sentirías a mi lado?–
– Espero que podamos conocernos mejor de ahora en adelante.–
Más comentarios fueron apareciendo. Era increíble el como Estela lograba llamar la atención. Sin embargo, entre tantas preguntas y demás, lo único en lo que ella podía pensar en ese instante era : "¿Quiénes diablos eran estás personas?”. Si bien, la pelinegra convivía con mucha gente en su día a día, pero recordando nombres no era muy buena que digamos. Pero no podía dejar que su fachada se desmoronara, por lo que, de manera exageradamente dulce, colocó sus manos cerca de su pecho. – Que bueno que todos estén bien, espero que hayan disfrutado sus vacaciones. Me conmueve mucho este gesto cálido de bienvenida que tienen conmigo, se les agradece. Pero si me permitieran tomar asiento, me harían un gran favor.– Dicho y hecho, cuál fuerza del más haya, los estudiantes hicieron espacio. Ambas chicas se dirigieron a las butacas.
– No esperaba menos de ti. No a cualquiera la reciben con alfombra roja y todo. Hasta siento envidia.– Jugueteando, la codeó ligeramente en las costillas.
– No digas cosas Serene. Tu también eres muy popular.– Lo dijo mientras iba dando tumbos, tratando de esquivar el tacto de los codos.
En los asientos del fondo, una chica ignoraba todo a su alrededor. Estaba tan sumergida, en el libro frente suyo, que para ella el tiempo no existía. Se acomodo los lentes con el dedo índice un par de veces. Más su lectura, fue obstruida por una sombra.
– Hey, este lugar es mío.– Se escucho en un tono serio y frío.
La chica simplemente alzó la cabeza. Su cansancio era evidente y se reflejaba en sus movimientos. Frente a ella, estaba Serene de brazos cruzados y el seño fruncido. La situación se mantuvo por unos instantes.
– ¿Acaso eres sorda? Te dije que te quitarás.–
Estela estaba detrás de Serene, por lo que ladeó su torso para contemplar con más detalle lo que estaba sucediendo.
– Tranquila Serene, te puedes sentar en otra par...– Estela chocó miradas con la chica del libro. Y por alguna extraña razón, prefiero no seguir con su comentario. Solo bajo ligeramente la mirada. La chica dirigió de nuevo la vista al libro.
– ¡¿Sentarme en otra parte?! Ni que estuviera loca.– Serene miro a la pelinegra con una expresión asesina.
Estela sabía, que si no hacía algo pronto, la situación se convertirá en un desastre.
Y aunque no quisiera, tendría que mover a la chica del libro de aquel asiento.– Perdón, pero podrías move...– La chica del libro, sin despegar la vista de su lectura, se levantó de la butaca pasándose por el arco del triunfo las palabras de Estela.
– Y todavía se atreve a ignorarte, maldita perra.–
– No pasa nada, ya tienes el lugar. Es lo que importa.– Como puedo, sujeto a Serene para evitar una pelea.
– ¿Quién carajos se cree? Idiota.– La ira en la voz de Serene era perceptible a kilómetros. – Como sea, hay que sentarnos, la clase está por comenzar.
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Es mi primera historia. Por lo que puede que tenga fallos. Pero me gustaría saber su opinión conforme vaya avanzando. Así que, al final de cada capítulo, pienso dejar un apartado para que comenten. Aquí pueden opinar sobre lo que sea. Trataré de escribir un nuevo capítulo de manera frecuente.
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Vacío
Teen FictionSer nosotros mismos. Es una frase que siempre nos dicen, pero ¿Es realmente posible mostrarnos cómo somos ante la sociedad? Para Estela eso es una simple utopía. " Sino actúas como los demás quieren jamás serás aceptado, por qué tristemente lo únic...