Mi Lugar Seguro 🔞

Capítulo Nueve

                               Carla

Estaba enfrascada en una conversación con Mónica cuando sentí a alguien tocar mi hombro. Era Anthony, de inmediato me tensé porque pensé que ya había quedado todo claro entre él y yo.

Él los saludó a todos, incluso a Jason, quien por alguna razón tenía el ceño fruncido, y luego puso su atención en mi.

—¿Podemos hablar? —me preguntó y yo asentí, tal vez quería hablar de otra cosa y no de nosotros, porque ya no había un nosotros. La habíamos pasado bien, pero no quería una relación y él si. Así que me daba algo de curiosidad saber que me diría.

Así que caminamos fuera de la cafetería hasta encontrar un salón de clases vacío y ahí entramos, dejamos la puerta abierta por si alguien venía no se preste a malos entendidos, aunque nunca se me ocurriría hacerlo en la universidad, soy atrevida pero no tanto.

Anthony se queda sopesando lo que me dirá, abre y cierra la boca varias veces, se despeina el cabello y camina de un lado a otro.

—Hey Anthony, calmate, solo soy yo, di lo que tengas que decir, te escucho.

—¿Hice algo malo? —me pregunta.

—¿A qué te refieres? —pregunto sin entender.

—Me refiero a que si hice algo malo para que decidieras alejarte de mi, ya se que no te van las relaciones pero nos llevábamos bien.

—Anthony, no quiero que pienses que es porque hiciste algo malo, es solo que no queremos lo mismo, ya te lo dije. No quiero una relación y enamorarme no está en mis planes y se que tu quieres más que solo sexo y salidas, quieres una novia para presentarle a tus amigos, a tus padres, para ir al cine y esas cosas, pero esa no soy yo.

—¿Que te pasó para que le huyas tanto al amor?

Pienso antes de decirle, pues no es algo de lo que hable con frecuencia, pero decido decirle la verdad a Anthony.

—Mi padre lastimó mucho a mi mamá, de la noche a la mañana simplemente cambió con ella y se buscó una amante y mi mamá aún no se repone, no quiero que me pase eso a mi, no quiero sentir que mi felicidad depende de alguien más y no quiero darle el poder a nadie de hacerme mierda.

—Yo no quiero lastimarte, Carla.

—Lo sé, Anthony, pero simplemente no quiero una relación, por favor entiéndeme.

Él se queda observandome por largos segundos y luego asiente.

—Supongo que no es fácil que cambies de opinión, pero eso no es algo que siempre puedas controlar.

—Lo sé.

Porque la verdad es que lo he pensado. He pensado que pasaría si una vez me enamoro del alguien y la sola idea me aterra.

—Pero promete que no dejaremos de hablar, que ya no estemos juntos de cierta forma, no significa que debamos ser enemigos o algo así.

—Estoy de acuerdo, la pasábamos muy bien, eso no tiene porqué cambiar.

Él se acerca a mi y me envuelve en un abrazo.

—Me alegró hablar contigo.

—A mi también. —y no miento, Anthony me importa, siempre me ha tratado bien, no tenemos porque dejar de ser amigos, por que a ciencia cierta, eso fue lo que siempre fuimos. Amigos que follaban, ahora solo seremos amigos sin una relación carnal de por medio.

Él se despide de mi con un beso en la mejilla y sale del salón de clases, yo me quedo un rato sopesando lo que hemos hablado.

Anthony es un buen chico, es guapo, es inteligente, teníamos química sexual y me trataba bien. Pero ni siquiera así logré sentir algo más por él, enamorarme me aterra y se que tal vez en algún momento lo haré, pero si estuviera a mi elección preferiría no hacerlo nunca. No quiero que nadie me haga mierda, no quiero sentirme tan mal como mamá.

Frente a los demás me veo muy segura, y lo soy la mayor parte del tiempo, pero hace mucho decidí construir muros para que nadie llegue tanto a mi como para lastimarme, tengo muchos amigos, conozco mucha gente y me gusta eso, pero de verdad me aterra poder dejar entrar a alguien tanto que llegue a mi corazón y luego lo destruya.

Decido que fue demasiado tiempo de pensar en cosas que aún no pasan, así que salgo del salón de clases, aunque estoy algo dispersa, por lo que no me percato de que hay alguien en frente, así que choco contra esa persona y trastabillo, el chico me rodea con sus brazos evitando que caiga y nuestros torsos colisionan, no puedo ver su cara pero estoy familiarizada con su olor, colonia y cigarrillo.

Siento una electricidad recorrer mi cuerpo por la cercanía, por como sus brazos rodean mi cintura y se aferran a ellas.

Me separo de él para mirarlo a los ojos, ya que es bastante más alto que yo. Jason tiene bonitos ojos azules, una mandíbula marcada, nariz perfilada y una barba de días, es muy guapo, pero también muy imbecil. Me ha estado ignorando desde el día que le dije que era un fácil, aunque debería estar contenta de que no me hable, eso era lo que quería.

¿O no?

—¿Por qué no te fijas? Casi me caigo por tu culpa estúpido. —espetó molesta.

—Pero gracias a mi no te caíste, así que deberías agradecerme, muñeca.

¿Muñeca? ¿Este imbecil por qué me dice así? ¿Y por qué que me llame así me hace sentir cosas?

—¿Muñeca? Mi nombre es Carla, no muñeca. —digo cruzandome de brazos y frunciendo el ceño, tanto que temo que me salgan arrugas.

Todo por este idiota.

—Se que tu nombre es Carla, pero me gusta más, muñeca.

—Pues me importa un rábano lo que te guste a ti.

—¿Por qué tan arisca, muñeca? No te he hecho nada. —me dice mientras se acerca más a mi, no me muevo no cedo. Pero su cercanía me afecta, siento electricidad en todo mi cuerpo y mi corazón amenaza con salirse de mi caja torácica.

—Aléjate de mi, ni creas que soy una de esas tontas que les dices muñeca y pones esa cara de imbecil y cae en tus encantos.

Él sonríe con suficiencia.

—¿Estás admitiendo que tengo mis encantos?

Abro y cierro la boca sin saber qué decir, odio que el imbecil tenga ese efecto en mi, pero su cercanía me afecta aunque no quiera admitirlo.

Entonces lo empujo y me alejo de él. Le digo imbecil mientras me alejo y me reprendo a mi misma por haberme quedado sin palabras y por dejar que precisamente ese estúpido me afecte. Él no puede afectarme, es la última persona que quiero cerca de mi.

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