Deseó concedido

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Hola a todos estoy de vuelta después de algunos años 😬 como siempre ya ya que esto no lo escribo yo, lo escribe mi mejor amiga Amy, con la diferencia que esta vez tiene un poco de la vida real; espero que les guste.

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Suelen decir que hay momentos donde la vida se siente diferente, como cuando viajas de noche en
auto, cuando estamos solos en casa y está lloviendo afuera, cuando te despiertas a media noche,
cuando vuelves a casa después de unas largas vacaciones, el día antes de iniciar las clases o un
nuevo trabajo; y muchas cosas más. Lo cierto es que al final del día todo es subjetivo y depende de
la perspectiva de cada persona.
Para mí aquel día de invierno del año 2025 se sintió diferente. Fue cuando me di cuenta de que no
importaba el tiempo, el sentimiento en mi interior seguía siendo el mismo. Realmente fue asombroso
para mi darme cuenta, y fue cuando la pregunta que me hicieron una vez mis amigas tomó sentido
“¿Estas segura que ya lo superaste o solo estas distraída?” No, no lo había superado, solo había
estado distraída.
Aún recuerdo cuando mi corazón se aceleraba cada vez que la veía pasar por los pasillos y el dolor
que dejaba cuando se alejaba. O el sentimiento de alegría cada vez que me mandaba un mensaje o
cuando me decía que x cosa le recordaba a mí, o cuando escuchábamos música con los audífonos
puestos y sin decir nada solo me volteaba a ver y me sonreía. Y aquella vez cuando íbamos caminando
y sin pensarlo me tomó de la mano para cruzar la calle, creo que ahí fue cuando lo sentí por primera
vez: esperanza. Fue cuando mi cabeza comenzó a idealizar todo, cuando por primera vez percibí que
ella, tal vez y solo tal vez, podría sentir lo mismo que yo.
Realmente todo fue mi culpa, cometí la estupidez de crear tantos escenarios en mi cabeza, que
cuando la realidad me dio una bofetada, me tiró, me destruyo por completo.
Robín y yo habíamos sido mejores amigas por años, desde la preparatoria. Después cursamos la
universidad juntas y cuando la terminamos, nuestra amistad prevaleció por muchos años más, años
en los que mis sentimientos por ella seguían ahí, intactos y tal vez más grandes que antes.
“Tienes que decirle lo que sientes”, Emily, otra de mis mejores amigas, lo decía como si fuera lo más
sencillo del mundo. “Es tu mejor amiga, ¿qué es lo peor que pueda pasar? Si te dice que no, dudo
mucho que su amistad se vaya al carajo por algo así, además si no lo haces siempre te estarás
preguntando qué hubiera pasado si…” supongo que tenía razón, si tan solo le hubiera confesado mi
amor una de las tantas oportunidades que tuve, a lo mejor las cosas hoy serían diferentes.
Escuche que alguien llamaba a la puerta, me di un último vistazo en el espejo: llevaba un vestido rojo
entallado y un maquillaje algo discreto, pero aun así me sentía linda. Tal vez debía haber puesto más empeño en mi look, ya que iba a un evento muy importante, pero realmente no me sentía bien, el nudo
en mi garganta no desaparecía.
Abrí la puerta y me encontré con ella. Me dedicó una cálida sonrisa, a veces parecía que los años no
pasaban, porque cuando me sonreía así veía a la misma chica adolescente quince años atrás.
--Hola—sentí como me examinaba con la mirada--¿Estas lista?
--Si—conteste.
--Segura que estas...
--Bien, Emily, estoy bien, ok?—Admito que mi tonó no fue el mejor, pero no pude evitarlo.
--De acuerdo—levantó las manos en son de paz.
Emily conducía tranquilamente, le pedí que me dejara escuchar música en el camino, así que las dos
íbamos en total silencio. Me repetía a mí misma que todo estaba bien, que debía estar ahí, apoyando
a mi mejor amiga; era probablemente el día más feliz de su vida, pero aun así quería gritar que
detuviera el auto y echar a correr a la dirección opuesta. Estaba tan ensimismada en mis
pensamientos que no me di cuenta cuando mis ojos se empezaron a humedecer. Emily apretó mi
hombro reconfortándome.
Cuando llegamos el estacionamiento estaba casi lleno, todos los invitados vestían elegantemente y
nuestro grupo de amigos estaba platicando animadamente en la entrada. Emily y yo nos acercamos
lentamente, cuando todos nos voltearon a ver tuve que fingir una sonrisa. Después de unos minutos
empecé a sentirme abrumada, necesitaba alejarme unos minutos y tranquilizarme. Mentí diciendo que
había olvidado algo en el auto y le pedí las llaves a Emily, pero para mí disgusto dijo que me
acompañaría.
Cuando nos alejamos lo suficiente para que nadie de los chicos nos escuchara, por fin hablo:
--¿Qué estás haciendo?
--¿De qué hablas?
--Sabes perfecto de lo que hablo, no olvidaste nada en el auto. Alison, sé que duele, pero tienes que
aceptar que Robín se ha ido, la Robín que conociste no es la misma que se va a casar el día de hoy.
La Robín de la que aun sigues enamorada no existe y tienes que aceptar que tal vez nunca existió.
Fuiste tú misma quien la creo, han pasado años, tienes que dejarla ir.
Sus palabras fueron como dagas apuñalándome en el estómago. Por tanto tiempo me dije a mi misma
que ya la había superado, que solo la veía como una amiga, pero fui una tonta. Ni siquiera puede darme cuenta que me estaba mintiendo a mi misma. Así que por primera vez dije lo que sentí:
--No quiero. No quiero superarla. Es Robín, siempre ha sido Robín, no quiero a nadie más que no sea
ella.
Vi la decepción en los ojos de mi amiga. Sabía que lo único que quería para mí era lo mejor, pero ahí
estaba yo, aferrada a alguien que tal vez nunca me iba a corresponder.
--Sé que tal vez no estoy en la posición de pedirte esto, pero creo que deberías irte.
De pronto una voz gritó mi nombre y voltee de inmediato. Era Rachel, hermana de Robin, llamándome
con urgencia. Emily vio que di el primer paso para encontrarme con ella, pero me tomó por el brazo.
--Alison, por favor, no hagas nada estúpido—casi percibí un tono de súplica en su voz.
Me sentía mareada, algo en mí no estaba bien. Cuando me dirigí en dirección a Rachel me topé con
un vagabundo, su olor era tan fuerte que casi me hizo vomitar. Cruce una mirada fugaz con él, pero
pude escuchar como una risa burlona salió de su boca.
--Robín quiere verte—me dijo Rachel al oído.
Me tomó del brazo, cruzamos el jardín donde estaba todo listo para fiesta. Escultura de hielo,
champagne, bocadillos extravagantes; todo lo necesario para hacer la boda perfecta. Finalmente
llegamos a una habitación.
--Es aquí, entra. Yo iré a ver a mamá.
Di unos golpes a la puerta y pude escuchar la voz dulce de Robín al otro lado dándome autorización
para entrar.
Cuando abrí la puerta quede maravillada. Al día de hoy no he visto a una mujer más hermosa que
ella. Su vestido de un blanco impecable hacia que su piel ligeramente bronceada resaltara de una
forma que no puedo explicar. Llevaba los hombros descubiertos y un pequeño velo en su cabeza.
--Estas hermosa—fue lo único que mi boca pudo expresar.
Vi como Robín me regaló una enorme sonrisa, pero por como movía sus manos pude percibir su
nerviosismo.
¿Qué sucede?—pregunte.
--Nada, es solo que estoy un poco…
--Nerviosa?
--Si!—sonrió. Se acercó a mí y entrelazo nuestras manos—Eres mi mejor amiga, me conoces mejor
que nadie—asentí—dime que estoy haciendo lo correcto.
Nos quedamos mirando a los ojos por no sé cuánto tiempo, quería decirle que no lo hiciera. Que nos
fuéramos de ahí, que ella y yo debíamos estar juntas.
--No puedo hacer eso—dije finalmente—solo tú sabes lo que en realidad sientes—exprese sin dejar
de tomar sus manos.
--Lo quiero, de verdad lo hago, es solo que no sé si me estoy casado porque así lo quiero yo, sabes?
No puedo con estar presión es demasiado—dijo al borde del llanto. Me acerque casi juntando nuestras
frentes.
--Robín, calma, por favor—le suplique.
--No puedo, no puedo, no puedo, no puedo—decía una y otra vez. Pero la que ya no pudo más fui yo.
No aguante más, tome su cara con mis manos y la bese. La bese como si eso fuera a calmar las
cosas, como si eso fuera a darle la respuesta que tanto anhelaba.
Sentí como de un empujón se separó de mí, tan bruscamente como si fuera algo repulsivo.
--¿Qué rayos haces?—dijo con evidente enojo. Pero antes de que pudiera decir o hacer algo
continuó— Cómo te atreves a hacerme esto, Alison? Qué clase de juego estás jugando conmigo?
--No, lo siento. Yo solo quería—se me quebró la voz y no pude terminar.
--Creo que deberías irte—Cuando Emily me dijo esas palabras, dolió. Pero cuando Robín lo hizo, fue
un sentimiento que no puedo explicar, sentí que la respiración se me iba y comencé a sentir un dolor
en el pecho—Vete!
Salí corriendo de la habitación. Camine por la calle hasta llegar a un pequeño parque y me senté en
un banca libre. Quería llora, gritar, desaparecer. Lo había arruinado, la había perdido para siempre.
Puse los codos sobre mis rodillas y me tape los ojos, no me di cuenta cuando alguien se sentó alado
de mí.

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