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...

Pensé en ello toda la noche. Di una y mil vueltas en la cama.

Y luego, a la mañana siguiente, de camino a la librería, mandé un mensaje a Sam.

¿Tomamos una copa el viernes sobre las 19:30? ¿Te parece bien en Cambridge? Elige el sitio.

Todavía no eran las nueve de la mañana. No pensé que me respondiera enseguida.

Pero mi teléfono sonó de inmediato.

¿En Mckeon's, en la calle Avery?

Y eso fue todo.

Tenía una cita.

Con Sam Kemper.

Nunca había estado tan pletórica y con dolor de estómago al mismo tiempo.

¿Qué iba a hacer si empezaba a sentir algo por alguien?

Puede que no por Sam. Quizá dentro de unos cuantos años.

Pero si te das cuenta de que quieres que el amor entre en tu vida, es porque estás dispuesta a dejar que suceda.

Y eso significa que tienes que dejar que Jorge se vaya.

No podía pensar otra forma de hacerlo, de procesarlo, que plasmarlo en palabras.

De modo que, esa noche, después del trabajo, me senté en mi sofá, me hice con papel y un bolígrafo y escribí una carta.

Querido Jorge:

Hace más de dos años que te fuiste, pero no ha pasado ni un solo día en el que no haya pensado en ti.

A veces recuerdo tu olor salado cuando venías de nadar del mar.

O me pregunto si te habría gustado una película que acabo de ver.

Otras veces solo pienso en tu sonrisa.

O en las arrugas que te habrían salido en los ojos y me enamoro un poco más de ti.

Pienso en cómo me tocarías. En cómo te tocaría. Pienso mucho en eso.

Tu recuerdo me dolía mucho al principio.

Cuanto más pensaba en tu sonrisa, en tu olor, más me dolía.

Pero me gustaba torturarme.

Me gustó ese dolor porque ese dolor eras tú.

No se si hay una forma correcta o incorrecta de atravesar el luto.

Lo único que sé es que perderte me destrozo de una forma que jamás creí posible. Sentí un dolor que ni siquiera creía que fuera humano.

Hubo momentos en los que llegué a perder la cabeza. (Digamos que uno de esos momentos ocurrió en nuestra azotea)

Otros, estuve a punto de romperme por completo.

Pero ahora me siento feliz al decir que he llegado a un punto en el que tu recuerdo me produce tanta alegría que me hace sonreír.

Me enorgullece poder decir que soy más de lo que me imaginaba.

He encontrado un sentido a la vida que jamás habría esperado.

Y últimamente también me he vuelto a sorprender al darme cuenta de que estoy lista para seguir adelante.

Llegué a pensar que el luto sería crónico, que lo único que podía hacer sería agradecer tener días buenos para poder sobrellevar los malos.

Pero luego empecé a pensar que quizá los días buenos no tenían por qué ser solo días, que tal vez podían ser buenas semanas, buenos meses, e incluso buenos años.

Ahora me pregunto si el luto no es como un caparazón.

Un caparazón que usas durante mucho tiempo, hasta que un día te das cuenta que lo has superado y te lo quitas.

Eso ni significa que quiera olvidarme de tus recuerdos o del amor que siento por ti. Solo quiero dejar de lado la tristeza.

Nunca te olvidaré, Jorge. No quiero y no creo que sea capaz de hacerlo.

Pero sí creo que puedo deshacerme del dolor.

Que puedo quitármelo de encima, dejarlo en el suelo y seguir avanzando.

Que tal vez pueda visitarlo de vez en cuando, pero sin llevarlo conmigo todo el tiempo.

Y no solo creo que pueda hacerlo, sino que necesito hacerlo.

Te llevaré en mi corazón siempre, pero no cargaré con tu perdida más tiempo.

Si lo hago, nunca volveré a estar alegre en la vida.

Y me derrumbaré bajo el peso de tu memoria.

Necesito mirar hacia adelante, hacia un futuro en el que tú ya no estarás, en vez de regresar una y otra vez a un pasado lleno de lo que tuvimos.

Tengo que dejarte marchar y pedirte que me dejes seguir avanzando.

Estoy convencida de que, si me esfuerzo, podré llevar la vida que siempre quisiste que tuviera.

Una vida feliz.

Una vida plena.

En la que amo y soy amada.

Necesito tu permiso para poder amar a otra persona.

Siento muchísimo que nunca podamos tener el futuro del que tanto hablamos.

Habríamos tenido una vida maravillosa.

Pero ahora voy a salir al mundo con el corazón abierto. Y voy a ir adonde quiera que la vida me lleve.

Espero que sepas lo hermoso y liberador que fue amarte cuando estabas aquí.

Fuiste el amor de mi vida.

Tal vez sea egoísta de mi parte querer más; quizá sea una avariciosa por pretender tener otro amor como el nuestro.

Pero no puedo evitarlo.

Es lo que quiero.

Así que he decidido tener una cita con Sam Kemper.

Quiero pensar que es un hombre que te gustaría para mi, al que darías el visto bueno.

Pero también quiero que sepas, en caso de que no te haya quedado claro, que nadie conseguirá reemplazarte nunca.

Lo único que deseo es un poco de amor en mi vida, Jorge.

Por eso, te pido tu permiso para salir a buscarlo.

Con amor,
Danna

La leí una y otra vez.

Luego la doblé, la metí en un sobre, escribí el nombre de Jorge en el y lo guardé.

Después me fui a la cama y me dormí.

Tuve un sueño profundo, y solo me desperté cuando la luz matinal empezó a entrar por la ventana.

Me sentía descansada y renovada, como si el mundo y yo estuviéramos en una comunión perfecta sobre cuándo debería salir el sol.

...

Los dos amores de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora