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Es un one-shot basado en un CK totalmente inventado de estos personajes, NO ha pasado de verdad en la serie.
Aconsejo no escuchar el archivo multimedia hasta que acabéis de leer la historia, será más emotivo de esta manera.

Disfruten ;)

~✿✿✿~

Abrió los ojos lentamente para verse atado a una silla, con unas cuerdas de gran grosor alrededor de sus muñecas y sus tobillos. Las voces al otro lado de la habitación retumbaban en su cabeza con gran fuerza, mientras el dolor de la parte derecha de su frente aumentaba cada vez más. Había perdido el conocimiento después de que aquel hombre con la máscara de demonio lo golpease con la culata de la AP 80 y lo último en recordar fuera: "Hora de echar una siestecita".
Los murmullos que llevaba escuchando desde que despertó en aquella habitación vacía, pintada entera de rojo intenso y sin ningún tipo de ventilación más que una vieja puerta metálica, como si fuera la mismísima cárcel, no dejaban de oírse desde el otro lado. Intentó zafarse de las cuerdas sin éxito, haciendo presión de arriba a abajo durante 30 segundos seguidos. Se dió por vencido y optó por afinar su oído y lograr escuchar algo con un poco de suerte.
- ... no creo que sea buena idea.
- ¿Tienes algo mejor?
Ante esas voces el chico frunció el ceño, mala idea ya que el dolor de cabeza se intensificó. Esas voces le sonaban de algo.
- Vamos dime.
- No lo sé.
- Si queremos ganarnos la confianza del jefe de nuevo, tenemos que hacerlo.
- Ni si quiera nos ha dado la orden.
- No creo que eso importe.
- ¿Pero te estás oyendo? -escuchó un fuerte golpe, como si le hubieran dado un puñetazo a la pared- Lo único que te importa es esa puta venganza de mierda y al final los que acabaremos muertos seremos nosotros.
- Me suda la polla, han arruinado mi vida y yo voy a hacer lo mismo con las suyas. Si después tengo que matar a Roy, lo haré también.
La puerta metálica se abrió efusivamente segundos después, dejando ver una persona alta con un arma pesada colgada a su espalda. Llevaba un pasamontañas de color negro e iba completamente vestido del mismo color. Se dirigió hacia el chico de forma violenta, con el tío con el que hablaba caminando hacia ellos, el cual no parecía estar muy seguro. Esa persona tambien poseía un AP e iba vestido de negro, pero con la diferencia de que tenía puesta una máscara de diablo, la misma que logró ver antes de perder el conocimiento.
- Escúchame rubito -se puso de rodillas frente al mencionado y lo tomó del mentón para que lo mirase a los ojos- te voy a desatar, pero como hagas el más mínimo movimiento mi compañero te meterá un tiro entre ceja y ceja, ¿entendido?.
Asintió. El hombre de la máscara de diablo dió varios pasos hacia atrás hasta acabar apoyado en la pared, sujetando el arma contra su pecho y esperando que el chico hiciera cualquier movimiento para asesinarlo.
Notó los nudos en sus tobillos aflojarse para después desatar los de sus muñecas. Lentamente se puso de pie y empezó a ser escoltado por ambos secuestradores fuera de la habitación. Recorrieron un gran pasillo blanco lleno de cuadros antiguos que parecían costar un ojo de la cara, seguramente fueron todos robados. Al llegar frente otra puerta metálica, dejaron de caminar.
- Voy por el otro, quédate vigilando a éste.
- Vale
El del pasamontañas entró dejando a su compañero con el rubio. Giró la cabeza hacia atrás, echando un pequeño vistazo a lo que hacia, pero este solo permaneció callado mirando dentro de la habitación una vez el compañero dejó la puerta abierta al entrar.
- Despierta de una puta vez.
Escuchó la voz desde dentro acompañado de una fuerte bofetada. Después de un par de minutos se oían las pisadas de ambos dirigirse hacia los dos, para una vez fuera ver a su amigo ser escoltado.
- Horacio...
El mencionado dejó de mirar al suelo para dirigir su mirada entre confusa y llena de miedo hacia el rubio. Tenía una gran brecha en la parte derecha de su frente, justo donde también le dolía a él. Seguramente dejaría una marca.
- Gustabo, ¿qué está pasando?
- A callar coño -colocó al de la cresta al lado del rubio para después darles a ambos un empujón hacia adelante- Caminen.
Salieron de lo que parecía ser una gran mansión debido a que recorrieron varios pasillos y salas antes de llegar a la salida. Se acercaron hacia una camioneta negra con cristales tintados y subieron a la parte de atrás junto al de la máscara de demonio, mientras el otro conducía hacia dios sabe dónde. Los subinspectores se mantuvieron callados todo el camino, mirándose con miedo de vez en cuando y sintiendo que quizás este sería el último día de sus vidas.
Gustabo no pudo evitar temblar ante el pensamiento de ver a su mejor amigo muerto. Por mucho que le importase una mierda morir y fuera un manipulador sin sentimientos, a Horacio lo quería. Era el único que había estado junto a él desde pequeño y quien lo había cuidado haciendo lo imposible por él. Horacio merecía seguir viviendo.
Después de 20 minutos de viaje el secuestrador del pasamontañas aparcó el coche y salió.
- Despejado.
El de la máscara de diablo abrió la puerta y apuntó con el arma hacia los dos subinspectores. Dejó que bajaran primero y cerró la puerta una vez estaban fuera del vehículo.
Se encontraban en medio de una pradera llena de flores por todas partes, lo que significaba que era el escenario perfecto para cometer un asesinato.
Caminaron hacia al frente un poco más para alejarse del vehículo y una vez estaban lo suficientemente lejos, el tipo del pasamontañas apuntó hacia ellos.
- De rodillas... ¡YA!
Obedecieron y se pusieron de rodillas muy cerca el uno del otro, apoyando sus manos en la cabeza. Se dirigieron otra mirada.
- Muy bien, seguramente no tenéis ni idea de lo que pasa, ¿cierto? -Horacio agachó la cabeza y Gustabo miró con odio hacia el tipo- Sé quienes sois.
- ¿Ah sí? -habló el rubio. El otro secuestrador de puso justo detrás de ellos- ¿Y quienes somos?
- Fred y Dan, aquellos hijos de puta que me jodieron la vida.
- No sé de qué me hablas...
- Te lo explico -se quitó el pasamontañas dejando ver el rostro de quien fue antes uno de sus compañeros, Brown- ¿Ahora sabes de lo que hablo?
- Maldito hijo de perra traidor -observó con asco a su ex compañero-
- ¿Por qué nos estás haciendo esto? -preguntó esta vez un muy asustado Horacio, mirando a Brown con los ojos llenos de lágrimas-
- Hicisteis que perdiera mi trabajo, incluso que perdiera la confianza de Roy.
- ¿Quién coño es Roy?
- El calavera -Gustabo abrió los ojos de par en par ante la confesión que recibió-
Trabajaba para el jefe de la mafia más buscada por el momento y lo peor es que habia estado engañando a toda la policía. Debía de tener mucha información sobre todos los maderos, tanta como para acabar con cada uno de ellos.
- No me mires así Gustabo, ¿o debería llamarte Fred?
- No te vas a salir con la tuya. Si nos matas el super irá a por vosotros.
- No me preocupa ni mi propio jefe me va a preocupar ese pedazo de vejestorio -sonrió y comenzó a caminar de lado a lado, poniendo aún más nervioso al de la cresta quién soltaba pequeños gemidos debido al llanto- ¿Y tú te haces llamar subinspector, llorando como una puta nenaza?
- No llores Horacio, no dejes que te vean débil -puso su mano izquierda en el hombro de su amigo- Los problemas te los comes, ¿recuerdas?
- Nadie te dió permiso para moverte -se puso frente al rubio apoyando la boca del arma en medio de su frente. Éste apartó la mano y la colocó de nuevo en su sitio-
- Brown esto no es lo correcto.
- Ya te dije que me importa una mierda.
- Cuando me dijiste de secuestrarlos no sabía que querías cargartelos. Si lo llego a saber no me meto en nada de esto.
- Pues lárgate, ¿qué coño haces aquí entonces? -dejó de apuntar a Gustabo para acercarse a su compañero- ¿Ya se te ha olvidado el por qué entraste a la mafia?, ¿todas las putas mierdas que estos cabrones te hicieron pasar? Tan solo eres un cobarde.
El de la máscara bufó con frustración. Parecía que el tipo no quería estar ahora mismo en esta situación, cosa que les parecía extraña ya que cualquier mafia querría muertos a todos los maderos, sin excepción ninguna. Observó por el rabillo del ojo como golpeaba repetidas veces la punta de su zapato contra la tierra húmeda, aplastando a su paso varias de las flores de alrededor. Luego de algunos minutos apartó de un empujón fuerte a su compañero, haciendo que tropezara un poco, y se puso de cunclillas frente a ambos policías. Dirigió su mano hacia la máscara y sin pensarlo se la quitó, arrojandola lejos en alguna parte del suelo.
- No me lo puedo creer -habló esta vez el de la cresta, con la voz entrecortada del llanto. Gustabo soltó una risa irónica mirando el rostro de a quien menos se podía esperar. Victor Volkov- ¿Por qué?
- No podrías entenderlo ni aun que te lo explicara un millón de veces, Horacio -rascó su nariz- no me caéis mal y preferiría no sucediera de esta manera, pero ya no puedo echarme atrás por mucho que quiera. Sabéis demasiado de nosotros y si os dejamos sueltos acabaremos enterrados vivos en alguna parte -se puso de nuevo en pie y quedó frente a Horacio- Brown vamos a acabar esto de una vez antes que me arrepienta.
El nombrado se acercó con seguridad y quedó frente a Gustabo, el cual les dedicó una sonrisa.
- Me encantaría ver como reaccionaría Conway cuando se entere de esto -Volkov apretó su agarre al arma- Cuando se entere que su mano derecha es un maldito traidor.
- Estoy cansado de esta mierda -apuntó hacia el rubio. Horacio miro hacia Gustabo con terror- Tu encárgate del crestitas.
- Si -Volkov hizo caso y apuntó hacia él, mientras Horacio no apartaba la mirada de su amigo-
- ¿Unas últimas palabras?
- Horacio, sé que no he sido el mejor amigo de todos, pero quiero que sepas que te quiero. Por favor, perdóname por incitarte a hacer cosas que no querías y por haberte hecho daño -sus ojos se mostraban cristalinos debido a las lágrimas que amenazaban con salir-
- Jamás en la vida podría odiarte ni aun que quisiera. Para mi eres el mejor amigo de todos, quién me ha cuidado durante toda mi vida e incluso has arriesgado la tuya en el proceso. Sé que todo lo que has hecho ha sido por mi bien -en un mar de lágrimas dejó a su mano derecha viajar hasta la izquierda del rubio. La agarró entrelazando sus dedos y apretó como si su vida dependiera de ello- Te amo con todo mi corazón y te perdono, Gustabo.
- Aun que muramos, si hay una próxima vida te buscaré allá donde estés y cuando te encuentre seré una mejor persona para ti -miró sus ojos con sinceridad, con un brillo que ni con las estrellas podrían compararse- Te amaré incluso por mil años más.
El rubio ya no aguantó más y empezó a llorar. Su amigo no se merecía esto. Desearía ser solo él quien estuviera a punto de morir.
En ese momento el sonido de las AP se apoderó del lugar, haciendo eco en sus oídos los cuales ya apenas lograban escuchar. Con sus torsos perforados por decenas de balas se desplomaron en la tierra húmeda aún con sus manos cogidas.
En su último aliento se observaron, a través de las bellas flores que cubrían sus rostros y en ese momento fue cuando perdieron la vida como juraron que lo harían, juntos.

~80 años después~

Los niños corrían por el parque, saltando y gritando con sus amigos. Algunos se tiraban por los toboganes mientras que otros se columpiaban y discutían por quién le tocaba después. Casi todos estaban jugando menos uno, que parecía preocupado buscando algo por el suelo. Era un niño pequeño de no más de 9 años, con los ojos color miel y una pequeña coleta alta de color castaño, con los laterales casi rapados al cero. Vestía una chaqueta azul con unos vaqueros negros algo rasgados. Uno de los niños que jugaban en los columpios lo observó, curioso de por qué no estaba jugando como los demás. Decidió bajar del columpio dando oportunidad a los otros niños y con timidez se fue acercando.
- ¿Qué estás haciendo? -el niño de la coleta lo miró aún con su rostro preocupado-
El niño que vino a hablarle tenía los ojos color azul celeste y vestía una camiseta de color marrón con unos vaqueros mostaza. Tenía una corta melena rubio platino y su edad rondaba entre los 6 o 7 años.
- Se me ha caído mi pulsera y no la encuentro -se puso de pie y soltó algunas lágrimas, que al instante de notarlas se las limpió con el dorso de la mano-
- ¿De qué color es?
- Verde y tiene una frase grabada por dentro.
- Te ayudaré a buscarla.
Los dos niños se recorrieron todo el parque en busca de la pulsera. De vez en cuando tomaban la muñeca de algunas niñas que tenían una pulsera del mismo color, generando alguna que otra mueca de odio, pero ninguna resultó ser la descrita. Ya era casi de noche y la gente empezaba a abandonar el lugar poco a poco. El dueño del objeto se dió por vencido y se sentó cabizbajo en un banco hasta que el niño que lo ayudó la encontró entre unos arbustos. Corrió hacia el mayor con una enorme sonrisa.
- La encontré -se la extendió y la agarró al instante, llevándola hacia su pecho con alivio-
- Muchas gracias por haberla encontrado, esta pulsera es muy importante para mi.
- De nada. ¿Cómo te llamas?
- Joe, ¿y tú?
- James -ofreció su mano a lo que el chico de la coleta la aceptó gustoso, con una enorme sonrisa en su cara- Encantado de conocerte Joe, me gusta mucho tu coleta
- Gracias -rió- a mi me gustan tus ojos, tienen el color del agua de la playa.
El niño ante el halago se avergonzó y tiñó sus mejillas de un pequeño rojo claro.
- ¿Y que pone en la pulsera? Dijiste que tenía grabada una frase -apuntó al objeto que agarraban las manos de su nuevo amigo-
- Por mil años más, fue un regalo de papá antes de irse al cielo.
- Oh...
Ante la respuesta se quedaron mirando durante varios minutos, notando como si cada uno fuera un segundo. Sintieron como en sus miradas se reflejaba un pasado, donde vivieron una situación similar. Sus cuerpos temblaron desde los dedos de sus pies hasta el último pelo de sus cabezas aún con sus manos agarradas. El tiempo se detuvo para ellos, no pensaron cuánto llevaban mirándose, cogidos de la mano y con esa gran sonrisa de felicidad a pesar de que sus ojos desbordaban tristeza. Se dieron cuenta de la pequeña cicatriz que marcaban el lado derecho de sus frentes, eran exactamente idénticas. Pero todo quedó solamente en una sensación, la sensación de una nueva gran amistad entre dos pequeños niños que en un pasado tuvieron un trágico final que jamás hubieran imaginado.
- ¿Por qué lloras? -preguntó el rubio, apartando su mano-
- No lo sé, ¿por qué lloras tú?
- No sé -ambos niños rieron, limpiándose después las lágrimas que sin darse cuenta habían derramado- ¿Quieres venir a mi casa? Tengo la nueva nintendo switch en realidad virtual.
- Vale.
Y así es como aquellos pequeños niños volvieron a tener una nueva oportunidad en el mundo para así, por fin, ser felices el uno al lado del otro.

~✿✿✿~

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⏰ Última actualización: May 05, 2022 ⏰

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~Por mil años más~ Gustacio one-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora