Pasaron dos semanas desde que llegué al circo, he de admitir que me aterraba el lugar, lo que en mi mundo era tan inofensivo como una hormiga en este retorcido lugar era tu peor adversario,
además todos los monstruos ahí podían encontrar la excusa perfecta para agredirte o denigrarte, al ser nueva no sabía con exactitud cuáles eran la acciones que me podían meter en problemas hasta que cometía el error, detestaba el lugar con todo mi ser, no llevaba más de medio mes y ya estaba pensando en como escaparme del circo.
Dylan constantemente me hablaba e intentaba plantear conversaciones conmigo, al principio me parecía algo pesado, pero con el tiempo el muchacho comenzó a agradarme, era un chico amable, atento y, considerado, era simpático también, me contaba sobre su hermanita con constancia, él era un niño de trece años al igual que yo, teníamos algunos intereses en común, lo que hizo que yo también intentará acercarme a él, si darme cuenta Dylan se había convertido en mi amigo. Así fueron pasando los días, debido a que me solía meter en problemas con las deformidades de mi alrededor, Dylan se enseñaba en defenderme, cosa que me desagradaba por qué siempre salia lastimado por querer ayudarme, aunque él aseguraba que no era un problema....
Un día mientras ensayaba mi acto, los gritos y reproches de "Lady Ámbar", (o Lady araña como le decía yo), me tenían harta.
- Niña, Niña- me dijo en un tono de frustración -¿Tan difícil es hacer un mortal?- cuestionó retóricamente, y con lo agotada y molesta que estaba no tuve tiempo ni de morderme la lengua para evitar resongarle.
-¡Sí!- dije secamente mientas lograba levantarme sobre la vieja red.
- No me hables en ese tono - me dijo ofendida por mi respuesta - ¡Que falta de respeto!- exclamó.
- Ay... Perdóname no sabía que una araña ponzoñosa se podía ofender por una afirmación- le contesté con falso arrepentimiento.
-¡CALLATE!- grito e inmediatamente me encogí para protegerme un poco, escuché el golpe del horrible látigo que se azotaba contra mi espalda todos los días, estaba lista para que el dolor recorriera mi espalda, pero la horrible sensación jamás llegó.
- Dylan- dijo Lady araña con sonrisa fingida -¿Cómo estás cariño? Te voy a pedir que no te entrometas - le dijo al intruso, levante la mirada para ver qué sucedía, Dylan se había interpuesto entre el látigo y yo usando su brazo como defensa.
- Lamento interrumpir mi Lady, pero es hora del almuerzo - dijo Dylan al tiempo que desenredaba el látigo de su brazo.
- Oh... Ya veo, está bien pueden ir a comer - dijo la señora mutante muy disgustada, yo por el contrario estaba agradecida por que llegara esa hora, puesto que las reglas de ese lugar indicaban que no se podía golpear al "ganado" a la hora de comer.
Dylan tomo mi brazo y me jalo fuera de la carpa, parecía molesto por algo y yo sabía que me iba a decir:
-¿Cuántas veces te tengo que decir que tengas cuidado con tus palabras Alayah?- me regaño.
- No es mi culpa que ese homúnculo de ocho patas sea insoportable - le dije en susurros.
- Eres muy terca - me dijo Dylan mientras llegábamos a la carpa en la que almorzaríamos ese día, no pude evitar reírme, tenía razón siempre terminaba salvandome de los líos en los que me metía.
- Gracias - murmuré contenta de haber conseguido a un amigo tan bueno.
- ¿Qué dices?- me preguntó girándose para mírame.
- Nada, vamos a comer - le dije y mire de reojo su brazo, estaba rojo por el golpe y un poco hinchado pero no era algo grave, me alegré.
Había conseguido un nuevo y gran amigo.
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Desde abajo
AdventureEn esta historia nuestra protagonista de ojos color carmín, se extraviá en un mundo totalmente distinto al que ella conoce, donde todas las pesadillas de cualquier ser vivo se hacen realidad. Sigue a esta pequeña aventurera y descubre junto con ella...