CUARENTA Y CUATRO

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JOAQUÍN

Mis pecas estaban empeorando. El protector solar no estaba ayudando en lo absoluto. Claro, mi piel no estaba roja, pero mis pecas se estaban bronceando. No es algo que quería, pero aún así es una buena terapia. Acostado aquí en mi área segura de sombra, me hace sentir como si me estuviera escondiendo del mundo. Me estaba ocultando de todos los que tenían el poder de hacerme daño. Lástima que era una cosa pasajera. Tendría que salir al final del mes y regresar a con mi madre. No quiero pensar en eso. Frente a ella, después de esconderme durante más de un mes, sería difícil.

Siguió tratando de hacerme hablar con Emilio. Siempre terminaba cortándole el teléfono. Pensé que finalmente se detendría. Tal vez cuando recibamos la invitación de la boda de Daniel en unos pocos años por fin dejará de lado sus esperanzas de que Emilio Osorio estaba interesado en mí. Mi estómago dolió y luché contra la sensación enferma que los pensamientos me instigaban.

—¿Joaquín? —Una voz familiar interrumpió mis pensamientos y miré alrededor para encontrar a Andrés de pie detrás de la silla en la cual Nico descansa. Él no estaba aquí hoy. Se fue a derrochar dinero en comprar zapatos.

—¿Andrés? —Respondí sorprendido. No esperaba verlo de nuevo.

—Oye, uh, lo siento por venir pero no pude localizarte por teléfono en estos días. Oh. Trató de llamarme. Eso me sorprendió

—Está bien. ¿Quieres sentarte?

Bajó la mirada a la silla a mi lado y pensó en ello un minuto antes de caminar alrededor y tomó asiento. Debe tener la intención de quedarse un rato.

—Entonces, ¿Qué es eso? ¿Hay algo que quieras decirme?

Andrés no se recostó en la silla, se sentó al borde frente a mí, con los codos apoyados en las rodillas. Su cabeza estaba bajo la sombra de la sombrilla y la expresión seria en su rostro me preocupaba. Si se trataba de Emilio, no estaba preparado para eso.

—Tú, uhm, ¿Te estás divirtiendo? —preguntó.

—Sí, pero tengo la sensación de que no condujiste simplemente una hora y media para preguntarme si me estaba divirtiendo.

Andrés rió y negó con la cabeza —No, no lo hice.

—No lo creí.

—Se trata de Emilio.

—No importa. Calla . Me retracto. No quiero saber lo que tienes para decir —alcancé mi mochila y comencé a ponerme de pie—. Si quieres visitarme, hablar del tiempo y probar una de las bebidas tropicales de Nico, eres más que bienvenido. Pero no voy a hablar de él .

—Espera. No te vayas —suplicó, poniéndose de pie conmigo.

—¿Vas a ignorar mis deseos? —pregunté.

Sus hombros se hundieron y negó con la cabeza —No. No voy a tocar el tema.

Sentándose nuevo, puse mi bolso a mi lado nuevamente, y metí la mano dentro para tomar una barra de granola. Agarré una extra y se la di a Andrés, quien también volvió a sentarse.

—Aquí tienes una barra de granola.

Extendió la mano hacia esta y me dio una sonrisa débil.

—Gracias.

Nos sentamos en silencio y comimos nuestras barras de granola. Una vez terminada la mía, me volví a mirarlo. Su cara era de preocupación y casi le pregunto si Emilio estaba bien. El temor de que Emilio pueda estar herido o enfermo batallaba con el temor de que Andrés me dijera algo que no pudiera manejar.

—Así que, ¿Cuándo te vas a la universidad? —pregunté, tratando de pensar en otra cosa que no sea Emilio.

—El próximo mes ¿Y tú?

Odiaba tener que admitirle esto a alguien. Sin embargo, era el momento en el que me enfrentaba a los hechos.

—No estoy seguro. Tuve un cambio de planes debido a la repentina falta de dinero de mi padre. Así que iré a la universidad local los siguientes dos años. Tengo que averiguar que hacer después, pero tengo tiempo, mucho de él. —La amargura de pronunciar las palabras en voz alta se asentó en mi boca.

—Guau, lo siento, siempre te imaginé yendo a una buena universidad.

—Nop, no yo. —Me había estado preocupando por otras cosas que mi educación. Mala jugada.

—¿Has hablado con Daniel? —preguntó.

—No quiero hablar de él tampoco, si no te importa. Y la respuesta es no.

Estaba decidido a hablar de Emilio conmigo. ¿Quería saber si era seguro invitarme a salir? Seguramente, no quería dar otro intento desorganizado. Yo había sido una horrible cita.

—Eduardo no lo engañó —soltó rápidamente.

¿Por qué esa noticia dolía? ¿Por qué diablos me importaba que Emilio hubiera sido ignorado una vez más por debajo de Eduard? Si Eduardo no lo había engañado entonces Daniel estaba todavía con él. Estaba locamente enamorado de él. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? No debería importarme que Emilio esté solo. No debería importarme que obtuviera lo que se merecía. No debería. Eso no importa. Si no es este momento, habrá un siguiente y un siguiente y un siguiente y cada vez. Emilio irá corriendo de vuelta a Dani, esperanzado, esperando, rompiendo su corazón y el mío en el proceso.

—Mejor tampoco hablemos de Eduardo, está bien. En realidad no hablemos de nadie más excepto tú —respondí con un tono severo del cual me sentía culpable por utilizar. Andrés no era más que agradable.

—Solo pensé que te gustaría saberlo —respondió removiéndose en su asiento.

—No importa. Cerré esa puerta. O más bien se cerró de golpe en mi cara y me fui después de añadir un candado.

—Sabes, a veces las cosas no son lo que parecen —comenzó él y levanté mi mano para detenerlo.

—Para. No sé porque estás aquí. Pero si Emilio te llevo a esto o Daniel, te pido como amigo que lo dejes.

Andrés dejó escapar un suspiro de cansancio

—Nadie sabe dónde estás. Guardé tu secreto. Así como lo prometí. Solo pensé que podría venir a explicar un par de cosas por ellos.

—¿Por qué? ¿Por qué explicar algo por ellos? Si no me equivoco, tú estabas interesado en mí y Emilio llegó y se abalanzó y me llevó lejos de tu alcance. ¿Estoy equivocado acerca de eso?

Andrés dejó escapar una fuerte carcajada y negó con la cabeza

—No, tienes razón.

—Está bien, entonces ¿Por qué estás aquí tratando de ayudar a Emilio a aclarar las cosas?

—Porque es mi amigo —respondió —Y tú también.

Era un chico adorable. Bendigan su corazón, no tenía ni idea en lo que se estaba metiendo. Esto no se puede solucionar.

—Bueno, entonces necesitas mejores amigos —murmuré.

—Emilio nunca fue detrás de ningún chico que creyera que sus amigos podrían estar interesados. Cuando actuó de la manera que lo hizo contigo, no me gustó, pero sabía que algo era diferente. Debiste haberle llegado de una manera que nadie más lo hizo porque no estaba actuando como él.

—Yo era un medio para volver a Daniel —respondí con amargura.

—Tal vez al principio lo eras. Lo pensé también en un punto. Ahora sé que eso cambio. Se convirtió en algo más.

—No lo suficiente. Lo que sea en lo que se convirtió, no fue suficiente. Nadie será capaz de competir con Daniel —Las lágrimas atascadas en mi garganta simplemente me molestaron. No iba a llorar de nuevo.

—No hay competencia —dijo en voz baja y me negué a llorar delante de él.

—Solo vete, Andrés, por favor. —Giré mi cabeza lejos de él y cerré mis ojos.

Tras un minuto de silencio, le oí levantarse y marcharse. Lágrimas silenciosas corrían por mi rostro mientras las palabras: "No hay competencia" se repetían una y otra vez en mi cabeza.

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2.- YO SOY TUYO (EMILIACO) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora