CINCUENTA

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JOAQUÍN

Mi madre estaba sentada en el sofá de la madre de Daniel, bebiendo té, cuando Emilio y yo entramos en la sala de estar.

—¿Mamá? —Mi tía y mi tío me habían recibido de nuevo y me aseguraron que les alegraba que volviera a salvo. No conocían los detalles, pero entendían que tenía mucho que hacer con mis padres.

—Joaquín. —Me sonrió y luego le sonrió a Emilio

—. Hola Emilio.

—Hola, Eli—respondió cortésmente.

—No sabía que vendrías de visita —dije, tratando de averiguar lo que ocurría.

—Hay papeles que debes firmar y pensé que podíamos hacer las compras para tu dormitorio — explicó.

Aún no le había contado a Emilio sobre la Universidad de Yale. Tenía miedo de que mi madre estuviera siendo demasiado optimista y al final no funcionara.

—Oh, bueno, está bien —interrumpí, tratando de pensar cómo sacar a Emilio de aquí antes de que mamá dijera algo más acerca de la universidad.

—¿Estaría bien si yo voy también? Joaco me ayudó a escoger mis cosas para el dormitorio, así que es justo que yo le ayude con el suyo —Emilio arrastró las palabras en tono divertido mientras se sentó en el sillón de mi tío.

—Por supuesto. ¡Sería maravilloso! ¿No sería hermoso, Joaquín? —preguntó mi madre demasiado entusiasta. ¿Cómo saldría de esta?

—Mamá, tenemos que asegurarnos de que todo está bien antes de comprar cosas para el dormitorio. Quiero decir, todavía hay una posibilidad de que esto no funcione y que me quede en casa dos años e ir a la universidad comunitaria. ¿Y si la casa no se vende?

Emilio se incorporó desde su posición relajada y se inclinó hacia delante.

—¿Qué? ¿Por qué no funcionaría? Pensé que ya era un hecho. —Dirigió la pregunta a mi madre, como si no supiera de qué diablos hablaba ella.

—Emilio... —comencé, pero mi madre me interrumpió.

—Así es Emilio —Me tranquilizó—. Joaco, la casa se vendió. Tengo dinero suficiente como para pagar los cuatro años de tu educación y comprarme un apartamento de buen tamaño en la playa. Así que cuando te vayas y me dejes por irte a Yale, me mudaré bastante cerca de mi hermana, para cuando necesite un poco de compañía.

Dijo Yale. ¿Pensará Yale que yo lo perseguía? ¿Sofocándolo? Nervioso, me obligué a mirarlo a los ojos. Él sonrió abiertamente y se levantó y se acercó a mí. Puso sus manos alrededor de mi cintura y me tiró contra él e inclinó la cabeza para susurrarme al oído:

—¿De verdad crees que estaría tan entusiasmado con la universidad si pensara que no estarías allí?

—Lo sabías. —Solté un suspiro de alivio.

—Sí, lo sabía. Y si por un segundo intentas echarte atrás de seguirme a Yale, yo personalmente te secuestraré y te llevaré allí conmigo —bromeó, y luego dejó un rastro de besos por mi cara hasta que su boca se cernió sobre la mía—. No te perderé de nuevo. Estás conmigo. Te quiero a mi lado. Siempre.

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EDUARDO


Ayudé a Emilio a escaparse de práctica esta mañana, por un chico. No podía dejar de sonreír. Yo era el que normalmente se escapaba de los entrenamientos. Fue un buen cambio que él no asistiera. No podía imaginar por qué querría ir de compras con Joaquín y su mamá. Aquella mujer era dura. Por no mencionar que hablábamos de compras. ¿Quién va de compras con su hijo? Por otra parte, Dani nunca me pidió que fuera de compras con él. Si me lo pidiera, iría.

2.- YO SOY TUYO (EMILIACO) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora