Letras & Ruedas

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Te voy a contar una historia. Te voy a explicar cómo, con un poco de ayuda, superé o, mejor dicho, superamos nuestro miedo.


Me llamo Mónica Martínez, para que te hagas una idea, soy una chica de pelo castaño y muy rizado, de ojos azules, y se podría decir que soy de una estatura mediana. Tengo catorce años y, además, tengo un problema que me ha hecho ser una pringada en mi curso. Eso no quiere decir que no tenga amigas, porque como la mayoría de la clase somos chicas, a veces me puedo esconder entre ellas. Pero los chicos si que son un problema, no me dejan en paz y siempre me están molestando. Estarás pensando "¡Qué exagerada eres, Mónica! ¡Tampoco es para tanto!" Te equivocas.


Todo empezó en la clase de Lengua, cuando la profesora me preguntó si podía analizar la frase que había en la pizarra. Yo no conseguía leer la frase por culpa de mi problema que como ya habrás adivinado, es la dislexia. No sé que me hizo decir que sí, tal vez fueran los murmullos de la clase o que estaba harta de no poder hacer una simple actividad, pero lo único que conseguí fueron risas y el insulto de Bruno llamándome Dixie. Bruno es un chico de quince años con forma de gorila. Lo digo en serio, Bruno es un gigante, me saca una cabeza y media y tiene unos hombros muy anchos. Imagínate el ancho de un lavaplatos, pues así de grande es la espalda de Bruno.


Por fin suena el timbre y la clase termina. Pero antes de que todos podamos abalanzarnos sobre nuestras mochilas y salir corriendo, nuestra tutora, María, entra y nos hace callar.

— Tengo  una noticia muy importante que daros. — dice —Mañana vendrá un alumno nuevo y estará en esta clase. — Todos empezaron a mascullar y entre los murmullos se podían distinguir las palabras: chico, chica, puede ser y a lo mejor. Si era un chico podría ser el nuevo portero del equipo de fútbol. Si era una chica podría ser una nueva amiga con la que cotillear.


— Es un chico y se llama Lucas — Prosiguió María contestando a todas las preguntas sin formular. — Pero tengo que avisaros de que no es un chico normal ­—

"Eso es nuevo" pensé. Nuestra tutora continuó explicándonos que teníamos que hacerle sentir cómodo en nuestra clase y todas esas cosas. Pero a mí me había interesado lo de que, el chico, no era normal. La primera cosa que me vino a la cabeza era que, a lo mejor, él tenía algún tipo de discapacidad. Ya sé que fue muy cruel por mi parte pero pensé que tal vez, ese tal Lucas, podría cogerme el relevo.

Cuando María terminó, cogí mi mochila y salí a toda prisa. Pero alguien había sido más rápida que yo. Carlota es una chica de quince años, no más alta que yo, tiene el pelo rubio largo y muy liso, y sus ojos son grandes y castaños. Ella, se podría decir, que es una de mis mejores amigas. Una vez estaba con ella en el patio y los matones vinieron a molestarme y a burlarse de mí, pero Carlota los espantó en un abrir y cerrar de ojos.

­— ¿Tienes curiosidad de ver al nuevo chico, Lucas? — me preguntó.

— No sé... supongo ¿Y tú? — dije. Si te digo la verdad tenía muchísima curiosidad de ver a ese Lucas, para comprobar si podía darle el relevo.

— Yo sí — me contestó — Quizá es guapo y me lo puedo ligar, pero... eso de no ser normal puede que cambie las cosas. —

— Tal vez sea como yo. —

— ¡Es verdad! Ya me lo veo. Mónica y Lucas los dos disléxicos enamorados. — Lo dijo con tal entusiasmo que empecé a reír como una loca y salimos del colegio riéndonos y Carlota intentando convencerme de que era posible.

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⏰ Última actualización: Apr 20, 2015 ⏰

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