Capitulo 22

2K 276 188
                                    

Era Natasha.

Wanda trató de levantarse sola e ignorar su mano, pero pronto se dió cuenta de que no era posible así que accedió y se aferró a ella.

— Gracias. — Wanda murmuró evitando sus ojos, con los tacones colgando en su mano.

— No hay problema. — dijo Natasha en voz baja, rascándose la nuca. — ¿Tú, eh, vas al baile?

— Si, bueno. No por elección propia. — Wanda puso los ojos en blanco, todavía incapaz de mirar hacia arriba. No tenía que ser una maestra de la etiqueta social para saber que esto no saldría bien sin importar nada.

— Yo también... — respondió. — Melina insistió en que fuese al baile ya que quería ver a su hija mayor usar un vestido.

Wanda asintió, mirándose los pies descalzos.

Evidentemente, Natasha era mejor para entablar conversaciones. Volvió a hablar, su voz carente de emoción.

— Hiciste hondas en tu cabello.

— Sí... — Wanda rebotó sobre las puntas de sus pies. — ¿Y qué?

Natasha negó con la cabeza.

— Es... diferente. — se encogió de hombros y, por primera vez, Wanda la miró.

Wanda agarró los tacones con más fuerza mientras se devanaba los sesos en busca de algo que decir.

— No sé, solo se ve... — Natasha agitó sus manos alrededor de ella por un minuto, pero sus movimientos eran rígidos.

— No sabes qué decir. — Wanda murmuró. eso la hizo sentir un poco reconfortada.

Natasha asintió y ella se aclaró la garganta.

— No quiero ir a este estúpido baile. — Natasha soltó finalmente, mirándola a los ojos.

Wanda suspiró de alivio.

— Yo tampoco. — dijo en voz baja.

— No pensé que lo harías. — Natasha esbozó una sonrisa, pero parecía casi agridulce, melancólica. No despreocupada como de costumbre.  — ¿Quieres faltar al baile conmigo?

Natasha había dado el primer paso.

— Sí. — respondió casi automáticamente y sin pensar.

Natasha dejó escapar con un suspiro lento, como si no pudiera creer que realmente lo había dicho.

— Entonces ¿Hacia dónde nos dirigimos? — Natasha preguntó con relajación.

Wanda se preguntó si era realmente buena para calmar sus nervios o si no tenía ninguno. Wanda por su parte, tuvo que pensarlo unas diez veces antes de decir algo. Si daba un paso en falso, todo se derrumbaría.

Wanda dejó escapar una risa nerviosa al darse cuenta que no había comido nada desde el almuerzo.

— Bueno, tengo hambre. — confesó.

Natasha sonrió un poco.

— Entonces ya sé a dónde iremos.

(...)

Fue solo después de que Natasha pidió un plato enorme de panqueques y Wanda algo de su propia comida que finalmente se sentaron.

Ambas eran básicamente las únicas allí, además del hombre en la parte de atrás que parecía comer al ritmo de una tortuga.

Natasha se sentó en un lado de la mesa y Wanda en el otro, sintiéndose fuera de lugar con su ropa elegante.

— Entonces... — Natasha finalmente empujó sus panqueques a un lado y tomó un largo trago de su agua. — ¿Como haz estado?

LA RARA. | Wandanat. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora