La Señorita Joya

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Era un día pacífico y aburrido en Station Square, los chicos saliendo del colegio apresurados para llegar a sus casas a contarles a sus papás todas las cosas que hicieron ese día. Entre esos niños estaba una pequeña conejita de 6 años llamada Cream, quien no podía esperar para llegar a la cafetería donde trabaja la señorita Amy para comer unos deliciosos pastelillos y escuchar sobre las más nuevas aventuras del señor Sonic, mientras espera a que llegue su mamá para darle una sorpresa. Cream corría extremadamente alegre por la gran ciudad que siempre le fascinaba, viendo a todos los ciudadanos caminando felices por las calles, a su amigo del colegio que siempre esperaba paciente a su madre fuera del casino Night Zone, a la estatua del puesto de hamburguesas que la saluda con mucho cariño y elegancia cuando nadie más la ve, el enorme parque Twinkle que estaba justo al lado del jardín Chao, para una niña de la realeza era de lo más interesante que había.

Pero hoy no se podía entretener mucho en el camino, ni siquiera para saludar al señor Big el gato, que había vuelto a perder a su ranita Froggy, así como todos los lunes. Hoy es un día especial, hoy es el día del cumpleaños de su mamá, Vanilla, y este siempre era un día excesivamente importante para ella. Así que, a toda marcha y con paso veloz se dirigió primero al jardín Chao, donde tenía encargado a su mejor amigo, el pequeño pero valiente Cheese.

"Buen día señorita, venía por mi Chao" dijo la pequeña conejita asomándose por el mostrador, que le quedaba bastante grande. La chica que atendía el lugar desde que el anterior dueño tuvo un "problemita" con unos dueños de Chao, le sonrió y le hizo señal de que esperara un momento mientras digitaba unos datos en la computadora. A los pocos segundos, se abrió una puerta al lado de Cream, la cual daba directo hacia la zona de juegos de el jardín. De ahí salió su querido Cheese volando alrededor de ella y haciendo ruiditos alegres, haciendo que la niña se riera feliz "¡Muchas gracias señorita!" grito mientras salía corriendo del lugar, llena de emoción por lo que le esperaba ese día. "¡Vamos Cheese, hay que llegar pronto al Café Rascal para empezar la celebración!"

Con ese pequeño grito y todavía riendo, los dos amigos emprenden el viaje al café, sin saber que la mayor aventura que habían tenido hasta ahora en sus cortas vidas estaba ni más ni menos que a la vuelta de la esquina, escondida detrás de un pequeño obstáculo que los haría caer y rodar un poco. "Auchie... ¿Con qué nos tropezamos? Espero no haya sido una tortuguita" después de decir eso la niña se enderezaría, viendo una pequeña gema color morado en frente de ella. Curiosa, la niña se acercó para levantarla y analizarla "¿Será una nueva Esmeralda Caos? A veces dicen que son 7, después son 8, luego son 16... A veces tienen seis puntas, otras siete ... A veces son multicolor, a veces todas azulitas... muy, muy confuso" la pequeña seguía perdida en sus pensamientos mientras Cheese miraba la piedra con detenimiento, curioso por la energía que emanaba de su interior. "No importa. Me la llevaré, la Señorita Amy sabrá que hacer"

Con esta nueva determinación, la conejita pondría la pequeña gema en su mochilita y volvería a su carrera, sin embargo, no se podía quitar el presentimiento de que algo muy extraño iba a suceder. Y esa sospecha sería confirmada cuando, a los pocos minutos de haber encontrado esa joya, un humo color morado comenzó a surgir desde un callejón al lado de ella. Se le quedó viendo al humo por unos segundos, pero prefirió ignorarlo; después de todo, su mamá y el señor Tails siempre le han dicho que no debía entrar a lugares sospechosos sin un adulto. Sin embargo, un poco más adelante se encontraría más veces con ese humo morado y llamativo, y eso la asusto un poco "No tengas miedo Cheese. Probablemente solo se trate de una máquina de diamantina que se descompuso, nada de qué preocuparse" ese mensaje relajante, aunque extravagante, parecía ir al Chao, pero en realidad era la propia conejita intentando relajarse ante eso extraño que veía; a diferencia de su amigo quien estaba demasiado distraído pensando en lo que comería esa tarde para siquiera notar el humo morado. Pensando en la situación, volvió a sacar la piedra preciosa de su bolsita "¿Todo esto lo hiciste tú, verdad amiguito?" antes de siquiera pensar en obtener respuesta de la roca, empezó a escuchar un sonido extravagante y distorsionado mientras todo el mundo alrededor empezaba a brillar. Intentando gritar para llamar a su amigo Chao sin éxito, la niña se hizo bolita y, cerrando fuertemente los ojos, sintió como su cuerpo es transportado muy lejos o, al menos, así parecía.

La Gran Aventura de la Pequeña Cream (Oneshot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora