Capítulo Único

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Las vacaciones de medio año en Japón son las más extensas para los estudiantes, ya que durante más de dos meses, son libres de deberes, exámenes y preocupaciones extracurriculares que todo adolescente tiene, además de que es la temporada en la que los árboles de cerezo están en su máximo esplendor, soltando casualmente sus hojas a las parejas enamoradas que se refugian bajo las ramas en busca del ambiente más romántico posible.

Pero como todos sabemos, existen ciertas partes del país que guardan un clima eternamente gélido, como Hokkaido o extremadamente caluroso como Okinawa, y claro, para una pareja que lleva 6 meses de relación a distancia, esta es la oportunidad perfecta de convivir y disfrutar de la compañía mutua.

Ahí estaba Kazemaru, con tres abrigos encima suyo y sus dos maletas en mano, escondido bajo el pequeño tejado de la parada de buses, esperando a que su señorito enamorado hiciera acto de aparición para recogerlo y a su vez, rescatarlo del frío que lo congelaba de pies a cabeza.

El denominado "Huracán Azul" era por lo general, una persona paciente y bastante recatada, sin embargo estas características no aplicaban cuando ya tenía una pequeña montaña de nieve sobre su adorada melena, ocasionándole espontáneas reacciones temblorosas.

- ¡Lo siento mucho! - Exclamó un agitado joven que llegaba corriendo hasta el lugar - La tubería del vecino se congeló y tuvo una fuga, así que tuve que ayudarlo para que no se inundara todo el vecindario... Tienes un poco de nieve en la cabeza... - Musitó quitando los residuos blancos del cabello de su pareja, notando como este mantenía una expresión amargada a pesar de haberse reencontrado - Listo, el guapo defensa del Inazuma Japón ha quedado como nuevo.

- Me estoy congelando.

- Puedo prepararte una sopa... - Propuso, sin embargo esto no parecía tener ningún efecto positivo en el ojiavellana - ¿Té? ¿Café? - Nada, la expresión de seriedad se mantenía - ¿Chocolate caliente quizá...?

- Fubuki - Respondió el otro, soltando sus maletas y posando sus manos sobre su cintura - Significa que quiero que me abraces, tonto.

- ¡Oh claro! - Exclamó levemente sonrojado el albino, cumpliendo rápidamente con la petición de su dupla - De verdad lamento llegar tarde... Te lo compensaré ¿Vale?

- Vale...

Una de las cosas más difíciles de explicar son las sensaciones, principalmente las que suelen ser maravillosas y mágicas, como lo era un abrazo del Príncipe de las Nieves, quien con un simple gesto era capaz de robarte el corazón y arrancarte miles de suspiros enamorados, no por nada era considerado por muchas, el jugador más atractivo de la selección.

Claro que Kazemaru no se quedaba atrás, él también tenía una legión de fanáticas que lo perseguían cada vez que lo veían por la calle, y si bien él manejaba la situación de manera eficiente, su largo y llamativo cabello no ayudaba a la causa de pasar desapercibido entre la multitud, mucho menos en una gran ciudad como Tokio.

Una vez que se separaron, Fubuki no dudó ni un segundo en ser el que tomara la iniciativa de cargar las maletas del foráneo, ya que al tener solamente un suéter rojo con diseño de renos como abrigo, tenía mucha más movilidad que el peliazul.

Para fortuna de ambos, el hogar del jugador número 9 quedaba relativamente cerca de la parada de autobuses, a quince minutos cuesta arriba par ser exactos, sin embargo las bajas temperaturas y la inclinación de la calle convirtieron el trayecto en un verdadero desafío para el visitante, quien puso a prueba la resistencia de sus piernas al no pedir ayudar para sostenerse en más de una ocasión, cayendo al suelo pero con el orgullo intacto.

En palabras de su mejor amigo, un par de raspones en la rodilla no son nada cuando logras cumplir tu objetivo, y claro, esa frase la venía escuchando desde que tenía memoria, lo que gradualmente le forjó un carácter persistente y levemente obstinado.

Un Pequeño HuracánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora