Capitulo 7 Un jueves de Rosas y Espinas

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Ahí estaban, escondidas; Mirabel atrás de un árbol frondoso y Denise de unos arbustos, las dos observando a Isabella que se encontraba en un pequeño sembradío de rosas que tenía uno de los aldeanos, pues vendía flores en uno de las tiendas del centro. Pero tenía problemas con la tierra, considerándola demasiado seca, por eso había recurrido a la Madrigal, para que le ayudase.

—Mírala, como siempre, tan perfecta, tan impoluta... —soltó Mirabel en voz baja y en un tono de burla mientras sus ojos estaban clavados en la escena delante de ellas; Isabella sonriendo y actuando de forma carismática con el aldeano mientras soltaba ligeras risitas, asintiendo, en señal de que todo saldría bien.

Pero, ¿Cómo es que aquellas dos llegaron a estar espiando a la hija mayor de Julieta? Sencillo...

Aquella mañana, Mirabel estaba tocando la puerta de la señora Sarah, pues, había quedado con Denise el día anterior de mostrarle el pueblo, ahora sí, con un guía seguro que avanzaría más en esa labor que había sido un tanto complicada, más no inconveniente, para la extranjera, pues había logrado conocer un poco más a profundidad a los integrantes de la familia Madrigal. 

Justo aquello había sido bastante conveniente para las mujeres mayores, que platicando habían acordado que ambas podrían llegar hacer buenas amigas, y apostaban a ello. Pero sin saber que ellas ya habían planeado algo entre ellas, dejándolas más tranquilas, sabiendo que no tendrían que intervenir. 

Sarah se sentía satisfecha de que Denise estuviera interactuando con personas de su edad, y más con aquella joven, que se notaba siempre daba lo mejor de sí a pesar de no tener un don. 

La extranjera aún no entendía porque su guía no tenía uno, porqué era la única de la familia que había sido descartada, pero no preguntó, no quería incomodarla, era prudente y en el momento en que ella decidiera contar, prestaría atención.

Sin más, iniciaron la nueva aventura, caminando las dos por Encanto mientras platicaban animadamente, aunque, Mirabel de forma prudente evadía preguntarle temas demasiado personales, para no incomodarla. Aunque la plática fluyó de forma perfecta para ambas. 

Los pasos seguían, Denise a lado de la morena, pero siguiéndola. 

—¡Denise! ¡Denise! —la voz de un pequeño las hizo voltear al origen de esta, y una sonrisa apareció en el rostro de la chica de cabellos bicolor, al reconocer al pequeño. Era el mismo chico con el que había jugado con Camilo la vez anterior, justamente él también estaba ahí, que las saludó con la mano de manera bastante calmada y "cool", como él. 

—Ven a jugar con nosotros. ¡Ya tenemos nuevos amigos!—Inmediatamente, Denise volteó a ver la escena, que en efecto había más chicos jugando con el primo de Mirabel. No eran muchos, pero definitivamente eran más que la vez anterior. Supuso que los vieron jugar tan animadamente que se les antojó estar con ellos. 

—Me encantaría, pero por ahora no puedo, pero, ¿Qué te parece si otro  día me dedico a jugar contigo toda la tarde? —prometió la chica, para que su nuevo amigo no se sintiera mal de que no pudiera estar con él en ese momento. —Mirabel me va a enseñar el pueblo porque soy nueva aquí, y quisiera este tour para no volverme a perder. —sacó la lengua, en un gesto algo torpe para que el nene se riera. 

El pequeño entendió la situación asintiendo además de regalarle una sonrisa enorme. 

—¡Debes ir a conocer a los burros! 

Ambas chicas comenzaron a reír con tan divertida sugerencia. 

—Ya los conocí, hace un par de días, ayudé de hecho a que regresaran a su casita. —se inclinó para alborotarle los cabellos a su amiguito. 

Sólo tú y nada más(encantó)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora