Parte única

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Louis observó a la multitud de personas que se acomodaban en las bancas frente a él. Todo estaba tal cual Harry había ordenado; un hermoso jardín lleno de flores blancas, series de luces que alumbraban el lugar, fotografías de la gente a la que más amaba escondidas por todos lados.

Las primeras filas de bancas ya se encontraban llenas de sus familiares y algunos amigos. El frío de otoño envolviéndolos con un viento silencioso y nostálgico para la ocasión.

Sin poder aplazar más el momento, la suave música de Fleetwood Mac comenzó a perderse, la voz de Stevie Nicks se convirtió en un murmullo cuando ordenó que bajaran el volumen.

Se paró frente a toda la gente, reprochándose por lo que sería la millonésima vez en su vida, el ser tan bajito. Claro que la edad no ayudaba. La espalda lo estaba matando, optando por encorvarse para aliviar el dolor.

Se aclaró la garganta para llamar la atención.

El silencio se hizo en el lugar y solo rogó al cielo no llorar.

Al menos no hasta que terminara su discurso.

⏤ Hola a todos, mi nombre es Louis Tomlinson, yo... agradezco a cada uno de ustedes que nos regaló a mi familia y a mí unas horas de su tiempo; El día de hoy, estamos aquí para celebrar la vida de nuestro amado Harry Styles. Si me lo permiten, quisiera compartir una carta que le escribí a mi nieto cuando me pidió ayuda con uno de sus proyectos. Les voy a contar un poco de mi vida al lado de Harry.

"Recuerdo la primera vez que lo vi; ojos brillantes, manos llenas de anillos, una mala postura pero una sonrisa que te robaba el aliento. Al menos a mí me lo quitó.

Lo observé por varios minutos, para él, era muy fácil desenvolverse con la gente, cuando platicabas con Harry, te miraba como si lo que le estuvieras contando fuera lo más interesante que había oído en toda su vida. Te prestaba atención, le importabas.

Con el corazón desenfrenado me acerqué a él, platicamos por varios minutos, que se convirtieron en horas y después en toda una vida.

Solíamos vernos en una cafetería que olía a rancio sin importar dónde te sentaras, pero servían el mejor café de toda la ciudad. Jamás lo probamos, siempre preferimos el té.

Recuerdo el brinco en mis entrañas la primera vez que nos besamos; fue después de nuestra primer pelea por algo que ni siquiera era importante. Harry estaba celoso de mi maestro de finanzas y yo estaba celoso de su compañero de fútbol, nos hartamos de nuestros gritos y al mismo tiempo chocamos nuestros labios. Otra vez, continuamos llenándonos de besos hasta completar una vida llena de ellos.

Jamás podré olvidar todas las primeras veces que compartimos. A pesar de que se sintió que llegamos tarde a la vida del otro. Nos conocimos cuando estábamos en nuestros veintes, pero jamás fue tiempo suficiente con él. Siempre se sintió que nos faltaría más de una vida para poder demostrarnos todo lo que estábamos sintiendo.

Teníamos tres meses de relación cuando nos mudamos juntos.

Navidad con mi familia, Año Nuevo con la suya. Una regla jamás establecida.

Harry era ese tipo de persona que visto desde fuera parecía un ser extravagante, amigo de todos y el centro de atención, pero en la privacidad de nuestra habitación, se mostraba pequeñisimo ante el mundo, necesitaba que le dijeras que todo estaría bien mientras lo envolvías en un abrazo.

Y mis brazos siempre fueron su refugio.

Nuestro primer viaje a Ámsterdam siempre será el más importante. Fue el día en que ambos nos arrodillamos frente al otro, porque sí, claramente a los dos se nos ocurrió pedirnos matrimonio en el mismo viaje. Y claramente lo festejamos con un porro en un parque solo porque podíamos.

SunsetzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora