Capitulo 3

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CAPITULO 3

Asher.

Empecé a masajearme los pómulos, sabía lo que vendría, y como yo tenía que resistir y no defenderme.

- Así que no tienen mi dinero. – sonrió Mickey. Maldito desquiciado.

- Tenemos un iPhone como forma de pago. – Samuel empezó a negociar, yo mientras me mantenía con la vista fija en frente.

- Tráemelo. – ordeno.

Samuel con precaución se acercó hasta él y se lo entrego.

- Bien, funciona. Diego, dale la mercadería.

Bueno, al menos robarle ese aparato a la mocosa funciono para librarnos de la paliza que recibiríamos si no traíamos el dinero a Mickey.

Diego, un hombre alto, grueso y fortachón, llego hasta nosotros con un paquete de droga.

- Llévenla a la zona norte. Luego regresan y obtienen su paga. – Samuel y yo asentimos. – quiero recalcar, que ustedes son libres, pueden retirarse cuando quieran.

Esa frasecita ya nos la había repetido centenar de veces.

- ¿Por qué eres constante diciéndonos eso? – pregunte, curioso.

- Porque me hubiera gustado que a mí me hubieran dado esa opción cuando era pequeño, aquí nadie está obligado a nada.

Samuel y yo nos miramos, y volvimos a asentir. Luego salimos de aquel espantoso lugar.

- Te dije que robarle aquello a la niñata nos salvaría. – se mofo Samuel.

- Y tuviste razón, pero no quiero volver a hacerlo.

- Si, yo tampoco, no tenemos que volver a equivocarnos. Ahora llevemos esta mierda al norte y vayamos a casa.

- Si... Vale mañana tiene colegio.

Samuel y yo nos pusimos en marcha.

Mientras, no pude evitar pensar en Valentina, mi hermana pequeña de diez años. Ella se encontraba con una vecina mientras yo ''trabajaba'' con Samuel.

Vale y yo habíamos estado solos desde hace cuatro años, cuando yo solo tenía dieciséis y ella seis, nuestra madre murió después de que la atropellaron, y papá cuando éramos más pequeños. Solo nos teníamos el uno al otro, y si hacia esto era por ella, para darle un mejor futuro. Mi mundo era mi hermana pequeña.

Conocí a Mickey gracias a Samuel, él pagaba sus estudios porque sus padres son de bajos recursos y su trabajo consistía en llevar paquetes de drogas o marihuana de un punto a otro, fácil. No nos involucrábamos en armas, ni consumíamos esas mierdas.

- He estado considerando dejar esto, Asher. – me comento.

- ¿Por qué?

- No me siento bien mintiéndole a mis padres, tampoco trabajando de esta forma, no estoy obligado a seguir, y ya que estoy a nada de terminar la carrera podría buscar una pasantía con buena paga.

Lo entendía, más de una vez se me paso por la cabeza salir de esto, pero luego veía las cosas que necesitaba mi hermana, y no podía. Trabajar de día suponía pasar menos tiempo con ella, y yo era la única familia que tenía. No podía dejarla.

- Deberías hacerlo. – aconseje.

- Dejaremos este paquete, iremos donde Mickey y renunciare.

- Estoy orgulloso de esa decisión Samu. – era verdad. Lo envidiaba y me alegraba en parte, él tenía a sus padres aun consigo, y no tenía una carga familiar.

- Tú podrías hacer lo mismo.

- Sabes que por más que quiera, eso sería complicado, no quiero dejar sola a Vale.

- Entiendo eso. – suspiro. – a veces quisiera que entendieses que hay más oportunidades para ustedes afuera.

Yo no creía lo mismo. Yo estaba seguro que no me había suicidado aun por mi hermana, porque ella merecía estar bien, yo valía mas muerto que vivo. Pero eso es algo que nunca le diría a nadie.

-:-

- Gracias por cuidarla señora Margaret. – me despedí de mi vecina, mientras llevaba cargada a Valentina con un brazo hacia nuestra casa, al llegar la deposité sobre su cama y la deje con un beso sobre su frente.

Agradecía al cielo que la señora Margaret no hiciera preguntas del porque a veces dejaba a Valentina con ella hasta las tantas.

Me quite los pantalones y camiseta, quedándome solo en bóxer para irme a dormir.

Mañana tendría que despertar temprano para llevar a Valentina a la escuela.

Vale estudiaba en una escuela pública en una de las mejores zonas de Los Ángeles. Mis padres no contaban con los recursos para pagar una escuela privada, es por eso que la inscribieron en una publica, pero una de las mejores.

-:-

Gruñí al sentir un leve rosé sobre mi rostro.

- Quien sea que este jodiendo, déjeme dormir tranquilo. – solté fastidiado.

- Oh, oh, mala palabra.

La voz infantil de mi hermana me hizo espabilar. Abrí los ojos y me incorporé sobre la cama.

- ¿Qué hora es, Vale?

- Son las siete exactamente, apura que llegare tarde a la escuela por tu culpa.

No era necesario que lo diga dos veces, ya lo sabía.

- Espérame abajo, tengo que vestirme. – le pedí.

Vale salió de mi habitación, saltando y canturreando algo.

Me cambié lo más rápido posible, y me dirigí a la cocina a preparar su desayuno y refrigerio para la escuela.

Serví el desayuno en la mesa, y ambos nos sentamos a comer.

- ¿Has hablado con la abuela? – pregunto.

Joder, la abuela.

- No.

- Pues ella siempre viene por estas fechas, deberías preguntarle cuando llega para recibirla.

Mi abuela Victoria, tenía cincuenta y seis años y vivía en Chicago. Cuando mamá falleció, ella quería llevarnos a vivir allá. Yo rechace la propuesta, y ofreció entonces llevarse a Vale con ella. Estuve mucho tiempo con eso en la cabeza, pero finalmente decidí que no era lo mejor. Mi hermana me necesitaba y dejarla con una persona que no había visto en años, no era lo más adecuado. Así que le propuse que se mudara con nosotros, una idea que no le gusto, porque no era capaz de dejar su vida en Chicago. Finalmente llegamos a un acuerdo de que ella podría venir a visitarnos tan seguido como deseara.

Y es por estas fechas, que recibimos una de sus tantas visitas.

- Lo hare después de dejarte en la escuela, termina rápido si queremos llegar a tiempo.

-:-

Veinte minutos después, estábamos en la carretera puestos en marcha hacia la escuela de Vale.

Llegamos justo a tiempo.

La acompañe hasta la entrada, donde se encontraba una profesora esperando a los alumnos.

- Buenos días, señor McCall. – La profesora regordeta de Vale, nos sonríe a ambos y toma a mi hermanita de la mano, haciéndola ingresar.

- Me puede decir Asher.

- Claro. Quisiera recordarle que el próximo viernes tenemos la actuación benéfica, mande a Vale con un poco de refrigerio extra, por si es que el horario escolar se extiende.

- Sí, claro, no se preocupe.

Me despedí de la enana, y monte en mi moto.

Catorce de FebreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora