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─¿Pasaste toda la tarde con Changbin?

Jaemin dio un suave asentimiento de cabeza, al mismo tiempo que se echaba un trozo de zanahoria a la boca. No le gustaban ni un poco, pero Jeno se la pasaba recalcando sobre lo bien que le hace y terminó por comer diariamente para que se quedara callado de una buena vez.

Lo que es bastante irónico y gracioso, pues Jaemin es el estudiante de nutrición, no Jeno.

─Y toda la noche también ─añadió cuando acabó de masticar─, se quedó a dormir. Mamá estaba muy sorprendida de verlo, incluso le hizo su postre favorito.

─Ahora estoy celoso.

Na rió y siguió con su labor: terminar las malditas zanahorias. Eran verdaderamente asquerosas, ni siquiera entendía cómo a algunas personas, e incluso a los conejos, les podía gustar tanto. No tenían un sabor, textura o color fuera de lo común, solo es una verdura que fue creada para arruinar vidas.

─Te hará tu postre favorito a ti, guapo. ¡Claro, cuando te dignes a volver a casa!

Jeno enterró su rostro entre sus palmas. Comenzaba a creer que era el causante de la vesania de Jaemin. Le daba cuerda en todo, incluso cuando no deseaba hacerlo.

─Ni siquiera sé si estás cuidando bien de nuestras hijas...

─Por favor, ¿qué crees que soy?

─No lo sé, ¿pero hace cuánto que no vas a casa? ─Jeno ubicó su cabeza en su mano y observó atentamente a Jaemin como se quejaba. Era bonito incluso cuando intentaba discutir por cosas absurdas─. ¡Dos semanas! Ya dime que tienes a otro, sería más fácil de aceptar.

─Estás demente... ─susurró─. Por cierto, ¿qué hablaron con Changbin?

Jaemin lo miró con curiosidad.

─¿Eso importa?

─¿Hablaron sobre Felix?

Claro, como olvidarlo. Ambos conocían una parte de la historia. Sucede exactamente lo mismo de hace unos años, cuando eran Jeno y Jaemin los que discutían y se odiaban entre sí; Changbin y Felix acababan uniendo los puntos porque tenían todos los detalles.

Quién diría que un día no tan lejano acabaría siendo todo al revés.

La conversación murió ahí, porque en un segundo, Jeno se distrajo con otro detalle... Y muchísimo más importante. Al menos, en ese instante.

─¿Qué diablos está haciendo ella aquí?

Jaemin se giró en la dirección que Jeno le señalaba con disimulo y por poco escupe lo que tenía en la boca. Comenzó a toser y llamó la atención de más de una persona allí presente, Jeno intentó ayudarlo a calmarse, pero nada de eso funcionó. Ambos iban a esconder sus rostros, pero la chica los vio y se dirigió hacia ellos con el sonido de sus tacones siendo como una cuenta regresiva.

De estatura baja, cabello castaño y ondulado que le llegaba cerca de la cintura, vestido rojo de terciopelo ajustado a su figura y tacones gigantescos, con los cuales ni así lucía un poco más alta.

Así era ella, la famosa chica que creyeron que nunca jamás volverían a ver.

─¿Cuántos años se supone que tienen ustedes dos? ─su voz es suave, pero en la seguridad de su actuar les dejaba claro que no era delicada, ni mucho menos elegante como su ropa demostraba.

Bueno, eso lo sabían bastante bien.

Jaemin se acomodó en la silla y se aclaró la garganta para dejar pasar sus nervios.

─Buenos días para ti también, linda ─le dijo con una pequeña sonrisa que ocultaba intenciones que solo los tres comprendieron.

─No juegues conmigo. ¿Cuántos años tienen? ─volvió a preguntar. Se inclinó sobre la mesa, apoyándose en sus manos de largas uñas─. No quiero ir a la maldita cárcel ─eso último lo susurró.

Stray BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora