Capítulo 1 - Diana

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Son las siete de la mañana, así que abro el vivero bar y comienzo a regar todas las plantas en lo que llegan clientes.
Yo soy la que se encarga de ellas, sé todo sobre cada una de las que tenemos en el vivero. También me ocupo del bar, pero en menor medida.

Me gusta poner música mientras riego, luego armo las mesas y prendo las máquinas. De algún modo, me relaja. Es rutinario y no me gustaría que cambiase. Considero que siempre se  debe tener una rutina para no estar desorganizado, así es más fácil todo.

Hasta las ocho estoy sola, a esa hora llegan Lucía y Mariano, ellos son los que se encargan principalmente del bar. Yo suelo ayudarlos cuando se comienza a llenar de gente el lugar, o para atenderlo a él.

El lugar lleva dos años desde que lo abrí por primera vez junto a mi papá, él quería tener un bar o panadería y yo una floristería, combinamos ideas y creamos el vivero bar. Papá falleció el año pasado, ahora yo administro todo sola pero siempre manteniendo su esencia y las cosas como a él le gustarían. Sigue siendo de los dos, es lo más bonito que me queda de él y planeo que dure muchos años más.

Desde su inauguración, ha tomado algo de fama por la zona y suele llenarse con frecuencia. Es muy concurrido por universitarios, dicen que es muy relajante para estudiar, lo cual es cierto. También por señores mayores, aunque no tanto.

Siendo sincera solo me emociona verlo a él, Lucas. Se sienta en la mesa más alejada de la puerta, pide un café con leche y un par de medialunas, pero suele variar lo último. Yo lo atiendo siempre que viene y que puedo, cuando lo hago, hace algún chiste para hacerme reír, solo algunas veces. También pregunta sobre flores y yo le cuento lo que sé. Lo podría considerar mi amigo, es agradable y dulce. Aunque ni solemos conversar mucho, es lindo hablar con él.

Lucas pregunta sobre todas las flores, dice que le gustaría llevar algunas pero no lo hace. Nunca ha comprado nada del vivero, pero según él, le interesa bastante. Yo pienso que es solo para sacarme tema conversación.

Son las nueve con treinta y dos minutos, el bar comienza de a poco a tener más gente en sus mesas y ya voy vendiendo dos ramos de flores: uno de rosas blancas y otro de tulipanes naranjas.
Armar ramos me encanta, le pongo mucha dedicación para que queden bonitos y siempre combino el papel del envoltorio con el color de la flor. Los de novia son mis favoritos para hacer, son los más delicados a mi parecer y me gusta cuando me dejan a mi elegir qué flores poner. Es lo mejor.

Luego de las diez es cuando dejo las flores de lado y ayudo en el bar, no solo porque es cuando más gente llega, sino porque a esa hora es cuando él viene.

Lucas entra por la puerta y va directo a la mesa de siempre. Yo le dejo un pedido a Lucía y ella lo prepara para pasar a atenderlo a él. Primero acomodo mi pelo, lo hago hacia atrás y después acomodo mis lentes. Avanzo hacia su mesa y él me ve, sonríe y le devuelvo el gesto.

—Hola. —Saluda Lucas, manteniendo su sonrisa.

—Hola. —Hago lo mismo que él— ¿Lo mismo de siempre? —Pregunto sabiendo la respuesta.

—Lo mismo. —Responde y anoto su pedido en mi libreta.

—Dale. —Esperaba por el chiste, hoy parece que no hay.

Vuelvo al mostrador, me pongo detrás y preparo su desayuno. Me gusta hacerlo yo misma, él dice que me queda rico.
Lo bueno del pedido que siempre hace Lucas, es que es rápido de hacer y no se pierde mucho tiempo.

Hace unos cinco meses que el comenzó a venir todos los días, yo no lo atendí por primera vez, Lucía lo hizo, ella me contó que preguntó por mí.
Cuando vino al día siguiente, Lucía me lo señaló y entonces decidí atenderlo. Me pidió un café con leche y panqueques, estaba lloviendo así que hizo un chiste referido al clima. Yo me reí bastante. Por las flores empezó a preguntar después de una semana.

Termino de preparar el desayuno de Lucas y lo llevo a su mesa. Se lo dejo, más un poco de agua. Él sonríe. Siempre sonríe.

—Gracias. —Toma los sobres de azúcar para endulzar el café. —¿Te vas a sentar? —Señala el asiento frente al suyo.

Me siento. —Ojo, el café quedó muy caliente —Advierto.

—Gracias por avisar. —Pone tres sobres de azúcar y mezcla. —Estaba pensando que podríamos ser como los de la princesa y el sapo.

—¿Como Tiana y Naveen? —Pregunto, no sé qué tendría que ver con nosotros.

—¿Tiana? Pensé que se llamaba Diana, la princesa Diana y el príncipe Naveen. —Confundido da el primer sorbo al café.

—La princesa Diana es otra. —Le robo un pedazo de panqueque, a él no le molesta. Ya tenemos algo de confianza.

—Bueno, ¿Y tiene príncipe? Podríamos ser ellos.

—No lo creo. La princesa Diana murió, y el príncipe muy bien no me cae. —Le cuento y se decepciona. —¿No conoces a la princesa Diana de Gales? ¿Lady Di?

—La verdad que no, pero otro día podrías contarme de ella. —Muerde un panqueque.

—Claro.

Me quedo mirándolo, es bastante atractivo. Nunca había pensado en Lucas de otro modo que no sea como amigo pero tranquilamente podría ser mi tipo, si es que tengo uno. Quiere que seamos como una princesa y un príncipe, me hace creer que sus intenciones van para un lado más romántico. Eso me puso nerviosa. ¿Podría gustarle a Lucas?

Sigo mirándolo, pero ahora él también me mira. Toma de su café sin despegar sus ojos de los míos, cosa que me pone aún más nerviosa. No entiendo qué está pasando.

Pasan unos segundos hasta que vuelve a hablar.

—Hablame sobre las margaritas. —Dijo y yo me emocioné.

Las margaritas sin duda son mis favoritas.

—Las margaritas, a mi parecer, son las más lindas. Vienen en ciento cuarenta especies, pero es más conocida la blanca, la común. —Comienzo a hablarle y él sigue bebiendo del café escuchando con atención. —Es una flor algo solitaria, solo le gusta estar con otras margaritas. Su significado depende del color, las blancas son la belleza. También puedes asociar la margarita con el significado: "aquella cuya belleza es poco común".

>> Es de las más fáciles de plantar y mantener, se adaptan bien a cualquier ambiente. Son muy duraderas, incluso cortadas. En mi opinión, son las mejores para armar ramos. —Cuando comienzo a hablar de las flores, me cuesta parar. — ¿Sabías que se las puede comer?

—Eso sí sabía, pero lo demás no. —Me responde. En lo que hablé, había terminado su café y solo quedaba un pequeño pedazo de panqueque. —Sigo sin entender cómo es que sabes tanto de tantas plantas.

—Yo tampoco sé. —Reímos los dos.

Posterior, saca su billetera para pagar, siempre me da la cantidad justa. Se lo recibo y le doy las gracias con una sonrisa.

Toca despedirnos. Lucas se levanta y me saluda con un abrazo, desde la semana pasada empezó a despedirse así. Me parece lindo. No suelo recibir abrazos.
Después de un "chau" se va y yo vuelvo al vivero.







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⏰ Última actualización: May 02, 2022 ⏰

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La chica de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora