Vivo cerca de una comunidad de vecinos un tanto extraña. A priori, cuando me mudé de piso, pensé que mis alrededores eran acogedores, pues bien me hacía falta. Supongo que el principal causante de mi cambio de opinión es el tiempo. El juez más universal y tétrico del mundo.
Se acaba de abrir la puerta de mi habitación. Puede ser que no estén contentos de que vaya a escribir esta historia, de ser así, pido mis disculpas, pero continuaré con mi enfangado cometido. Resulta que tuve que marchar de mi anterior habitación por motivos económicos, no podía pagar más ese alojamiento. La familia que vivía allí se portó bastante bien conmigo. El día de despedida me regalaron un collar, ponía: «2021».
Sí. Aquel día fue un tanto dramático, pero, según Heráclito, de cambios es como se constituye el mundo. Ya alojado en mi actual habitación, desde donde creo que escribo, tengo una ventana enorme y fugitiva. Me permite conectar la realidad con mi pensamiento. En frente mía, disculpad esta introducción, se encuentra el edificio «Bloques». Indudablemente, un nombre frío y sin vida. El bloque tiene tres plantas, un piso por cada una de ellas.
El edificio está repleto de viejos. El que vive en el primer piso, es un señor que aún no he visto salir a la calle, aunque tiene un balcón repleto de exuberantes plantas. Sale a cuidarlas por la mañana y noche. La mujer que vive en el segundo piso es muy mayor, pese a ello, sale y hace las tareas del hogar. Creo que no tiene compañero de vida; en la carrera contra la muerte, ella sigue con ventaja. En el tercer piso existe un cruento misterio, las persianas están todas bajadas, excepto por la noche. Imagino que a los inquilinos les gustará ver la luz de la oscuridad.
Iba a darle al botón de publicar, pero hay un error de conexión. Me he asomado al pasillo, he reseteado el rúter y al volver a mi habitación el primer capítulo ya estaba publicado. Qué truculento está siendo todo.
YOU ARE READING
Manifiesto de un anónimo
Mystery / ThrillerDel tercer piso solo sé que por la noche alguien mira taciturnamente. Como si quisiera delimitar algo con su boca, como si necesitara que un terremoto hiciera que tiemble todo lo que está escrito.