12/09/2021
ALEXA
El día comenzó con una energía especial. Era día de partido, y aunque era habitual para nosotras asistir a la cancha, siempre había algo emocionante en ver a Joaquín y Lautaro en acción. Agustina, Nina y yo habíamos pasado la mañana eligiendo qué ponernos para el partido. Aunque siempre éramos discretas, sabíamos que en cada aparición pública había cámaras y ojos observándonos.
—Che, ¿te parece mucho si llevo esta chaqueta? —preguntó Agustina, levantando una bomber de Balenciaga.
—Para nada, Agus. Somos las Gandolfo, tenemos que imponer estilo, ¿no? —respondí riendo mientras Nina, sentada en su sillita, jugaba con un peluche que Joaquín le había regalado.
Aunque Joaquín ya se había ido al estadio con Lautaro, me había dejado un mensaje de voz antes de salir:
"Amor, espero verte en la tribuna, como siempre, dándome suerte. Te amo."
—¿Nina, lista para ver a tu papá brillar? —preguntó Agus, acomodándole el vestido mientras yo buscaba mi cartera Chanel en el living.
—Che, Agus, ¿vos llevás el cochecito o preferis que la carguemos? —le pregunté, sonriendo al ver cómo Nina, con sus rizos dorados, intentaba ponerse sus zapatillas sola.
Salimos de casa después del almuerzo en una Range Rover negra, con Agustina al volante. El trayecto hasta Génova fue relajado, aunque no podíamos evitar hablar del partido.
—¿Decís que ganan? —me preguntó Agus, mientras Nina balbuceaba algo desde su sillita.
—Yo siempre confío en ellos. Igual, Sardonia no es un rival fácil. —le respondí, ajustándome las gafas de sol Prada.
Al llegar al estadio, la zona VIP para las familias de los jugadores ya estaba llena de movimiento. Nos ubicamos en nuestros asientos habituales, pero esta vez Francesca, la esposa de Nicolò Barella, ya estaba ahí con sus tres hijos. La más pequeña, Matilda, de apenas siete meses, estaba en su regazo.
—¡Chicas! Que bueno verlas. —nos saludó Francesca con una sonrisa mientras su hijo mayor, Edoardo, corría cerca de los asientos.
—Lo mismo decimos. ¿Y estos enanos? Cada vez más grandes. —respondió Agustina, riendo mientras miraba a los pequeños que jugaban cerca de Nina.
—Ay, pero mirá lo grande que está Matilda. —le dije, acercándome a saludar mientras Nina miraba curiosa a la bebé.
—¿Querés cargarla? —me ofreció Francesca, y no pude resistirme. Tomé a Matilda en brazos, y al instante la pequeña se acomodó como si me conociera de toda la vida.
—Ay, pero es un ángel. —le dije, mientras Agus sonreía.
—Se te ve hermosa con una bebé en brazos, Alexa. —bromeó Nicole, la novia de Roberto Gagliardini, que acababa de llegar con Silvija, la esposa de Marcelo Brozovic.
Silvaja traía a sus dos hijos, Aurora y Rafael, quienes enseguida comenzaron a jugar con Nina.
Las charlas entre nosotras siempre eran animadas. Hablábamos de todo, desde la vida en Milán hasta los retos de ser pareja de futbolistas.
—¿Cómo llevan las mudanzas? —preguntó Nicole, refiriéndose a mí.
—Agotador, pero vale la pena. Milán tiene su encanto, y tener a mi hermana cerca ayuda mucho. —respondí, sonriendo.
Cuando los jugadores salieron al campo, los aplausos y los gritos llenaron el estadio. Joaquín y Lautaro estaban en la alineación inicial, y no podía evitar sentir un orgullo inmenso al ver a Joaquín enfocado, listo para darlo todo.
El partido comenzó intenso. Sardonia presionaba con fuerza, pero el Inter logró equilibrar el juego rápidamente. Lautaro estuvo a punto de anotar en los primeros veinte minutos, pero el arquero rival logró desviar el disparo.
—¡Dios mío, qué tensión! —dijo Francesca, ajustándose en su asiento mientras Matilda dormía plácidamente en mis brazos.
En medio de la emoción, las charlas entre nosotras nunca faltaban. Nicole, siempre atenta a los rumores, lanzó un comentario que captó nuestra atención.
—¿Escucharon que hay una nueva fotógrafa en el equipo? Dicen que anda bastante... cercana a algunos jugadores.
—¿Nueva fotógrafa? —preguntó Agustina, levantando una ceja.
—Sí, la hija de Pierluigi Casiraghi. Chiara, creo que se llama. —respondió Nicole.
—Ay, por favor, siempre aparece alguien queriendo figurar. —dijo Silvija con un tono divertido, pero no sin cierta ironía.
Francesca, que siempre era más diplomática, simplemente sonrió.
—Mientras no moleste a los chicos, todo bien. Pero bueno, sabemos cómo terminan estas historias.
Aunque intenté no darle importancia al rumor, no podía evitar pensar en cómo este tipo de situaciones siempre generaban tensiones.
El partido continuó con momentos de alta intensidad. Joaquín casi anota con un cabezazo tras un tiro de esquina, y Lautaro finalmente marcó al minuto 30, lo que nos hizo gritar de emoción. Sin embargo, Sardonia no se quedó atrás, y al final, el marcador quedó en un 2-2 que dejó a todos con sentimientos encontrados.
Cuando los jugadores salieron a saludar, Joaquín se acercó primero a mí, dándome un beso rápido antes de tomar a Matilda en brazos.
—¿Así que ya estás practicando para ser mamá? —bromeó, guiñándome un ojo.
—Obvio, pero primero necesito que vos apruebes el examen, Tucu. —le respondí, riendo mientras Francesca me agradecía por cuidar a Matilda durante el partido.
Lautaro llegó poco después con Agus y Nina, quien no paraba de señalar a su papá.
—¿Y? ¿Qué tal nos vimos? —preguntó Lautaro con una sonrisa confiada.
—Bien, pero tenés que trabajar esos últimos minutos. Me tenías con los nervios de punta. —respondió Agustina, siempre sincera.
Decidimos ir a cenar a un restaurante cercano antes de regresar a Milán. Era un lugar exclusivo, con vistas al puerto de Génova, donde los jugadores solían ir después de los partidos.
La cena fue tranquila, llena de anécdotas y risas. Al regresar a Milán, Joaquín y yo compartimos el asiento trasero del auto mientras Agustina y Lautaro iban adelante. Nina, finalmente agotada, dormía en su sillita.
—¿Sabías que todo el mundo dice que te ves hermosa con una bebé en brazos? —me dijo Joaquín, rompiendo el silencio.
—Lo sé, me lo repitieron todo el partido. Pero no te ilusiones, todavía falta para eso. —le respondí, acariciando su mano.
Llegamos a casa pasada la medianoche, agotados pero felices.
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PAPÁ | JOAQUÍN CORREA
FanfictionPAPÁ || Donde Joaquín tiene gemelos con la cuñada de su mejor amigo, Alexa Galdolfo.