Sumergidos en la constante búsqueda de imágenes y videos donde se reflejen vivencias fuera de nuestra rutina diaria, nos topamos con un nuevo video "viral" el cual, quizás sin saberlo, con tan solo un click, puede llevar al o los protagonistas, al borde del abismo.
Pero, ¿por qué un escueto video se vuelve lo que hoy en día se conoce en las redes sociales como "tendencia"? Muchos culpan a las redes sociales y al "poder" que tienen para maximizar las noticias. Es innegable que a través de estos medios de información y comunicación, se pueden lograr cosas inimaginables, sin embargo, el poder realmente radica en nosotros.
Ese fácil acceso que tenemos a la información gracias al avance de la tecnología, en muchas ocasiones se convierte en un arma de doble filo que, hoy puede jugar a nuestro favor pero mañana, en contra nuestra.
Nos estamos convirtiendo en personas autómatas que siguen instrucciones de otras máquinas diseñadas por nosotros mismos. "Da click aquí" "Guarda y Comparte" "Sigueme" son frases con las cuales estamos familiarizados.
El poder que tenemos al usar las redes sociales es tan grande que podemos destruir el autoestima de otro en cuestión de segundos.
El impacto psicosocial que tiene el hecho de compartir y difundir el video de una repostera, por ejemplo, que está luchando por emprender y sacar adelante su negocio pero por un infortunio de la vida se topó con un cliente poco empático que publica un video mostrando lo insatisfecho que está por el pedido que hizo de una torta, puede acabar con el negocio de esta emprendedora sin ni siquiera haber comenzado. Y no solo por las bajas ventas que va a sufrir su negocio sino también, porque se sentirá subestimada, humillada y desvalorará su trabajo.
Esto se ha vuelto parte de nuestra rutina diaria. Compartir videos o publicaciones sin una previa investigación. Sin pensar en las repercusiones que esto puede tener. Desde la famosa imagen de "Se busca" hasta el último video viral que todos nuestros contactos están compartiendo.
Y es que las redes sociales pueden llegar a parecer un mundo idílico en el que nos sumergimos tanto que podemos dejar de distinguir entre lo que es real y lo que no. En la web 2.0 nos creemos jueces libres de dictar una sentencia basándonos simplemente en videos que duran menos de un minuto o en comentarios de personas que ni siquiera se tomaron la molestia de indagar el trasfondo del clip.
¿Por qué un video donde aparecen unas adolescentes en un concierto, declarando a un noticiero de televisión que su país se ha arreglado, se vuelve viral?
Ellas en su ingenuidad y emoción por quizás tener una noche distinta y agradable en un país donde cada día surge un problema nuevo, emiten ese comentario que, para muchos, es algo inaudito.
La respuesta a la pregunta anterior es sencilla: Hemos perdido empatía. Hemos perdido la capacidad de pensar antes de actuar. La pantalla de nuestros celulares nos ha consumido tanto que nos ha hecho olvidar que detrás de cada una de esas imágenes o videos hay seres humanos.
Debemos reflexionar sobre nuestras acciones en las redes sociales. Es absurdo tener una acción cortés en la calle o en casa, si atacamos a través de una pantalla a todo aquel que piense distinto a uno. Las consecuencias psicológicas para esas personas que en este momento están siendo atacadas a través de miles de comentarios en sus cuentas de IG o Facebook, pueden llegar a ser drásticas.
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A un click del abismo
RandomAnálisis sobre cómo repercuten en otros, nuestras acciones en las redes sociales.