CAPITULO UNICO
Take risks to win.
Harry siempre fue diferente, lo sentía y todos lo sabían, por supuesto, ¡el elegido! ¡el niño que vivió! ¡el salvador del mundo mágico! Tenía tantos nombres, que a veces olvidaba que era él, que deseaba, cuales eran sus ambiciones, algo que no tuviera que ver todo el tiempo con la maldita guerra que ya le había arrebatado tanto, con Lord Voldemort, el ser que tanto desprecia. Ahora estaba allí, sentado en el maldito comedor viéndolo, porqué Harry no había dejado de ser un adolescente hormonal, a pesar de que todos lo trataran como un adulto, él seguía siendo un chico común y corriente de quince años. Veía a Ron, su mejor amigo, enamorado de su mejor amiga, Harry lo sabía por supuesto, ¡quizá, todos en Hogwarts! Menos él y Hermione, quien para ser tan lista, era realmente lenta en temas del amor, al menos con Ron, aunque siendo sinceros... Ron era muchísimo peor. Al menos, ellos dos tenían... una vida, estaban involucrados, era cierto, pero no como él, nunca como él, lamentó tener a alguien en el colegio que lo entendiera... ahora con Umbridge todo era peor, miró su cicatriz... maldita vieja loca cara de sapo. Todo estaba cambiando, él estaba cambiando y lo único que su corazón quería... era... era a él. y para colmo de Harry, no se había podido enamorar de peor persona... ¡tenía que ser él! Mierda, ¿por qué él? podía ser cualquiera, no el maldito hurón de Slytherin y uno de sus peores enemigos, ¡no él!
Harry llevaba mucho peso en sus hombros, desde hace un tiempo... quizá desde tercero que descubrió algo en él, algo diferente...que no le pasaba a Ron o a Neville... pero si le pasaba a alguien muy cercano a él, a Sirius Black, su padrino. Sirius sabía bien lo que se sentía, porqué él estaba enamorado de Lupin, y Lupin de él, eso Harry lo sabía, y todos en realidad, a pesar de que la pareja no lo dijera o se formalizara como todos deseaban, pero... ¿Cómo decirle a tu padrino que te gustan los chicos? O... a alguien, nadie pensaría que a Harry Potter le gustan los hombres, ni siquiera Hermione que era tan intuitiva y cercana a él, aunque últimamente, la estaba alejando, a todos, de hecho.
Exhaló el aire contenido que salió como una niebla de sus labios, se cubría de vez en cuando con el antiguo mapa del merodeador solo para que no lo pillaran observando, Draco estaba a escasos metros, sentado en la mesa solitaria de Slytherin, parecía más pálido de lo normal, escribía algo en un pergamino, el labio inferior de Harry tembló, ¿por qué se odiaban de todos modos? Harry no quería odiarlo, quizá lo hacia por Ron y los demás, por la rivalidad de casas o... sencillamente, porqué Harry peleaba en contra de los mortifagos y quizá, Drago era uno de ellos... después de todo, su familia no tenía buena reputación, como la que tuvo la familia Black en la guerra pasada.
– Harry, si lo sigues viendo así se dará cuenta –
La dulce voz de Hermione resonó en su oído, el azabache saltó en su lugar y cerró el mapa, con las mejillas rojas, pero podía decir que era por el frío, Hermione también estaba sonrojada.
– Hermione, ¿podrías avisar la próxima vez? – preguntó, de mal humor, para variar – Travesura realizada – encantó.
La castaña ocupó un puesto a su lado – ¿Qué hacías?
– ¿Qué crees? – soltó, amargamente.
– ¡Harry!
– Lo siento, ¿de acuerdo?. Solo quiero estar solo – replicó el chico. –
Hermione impidió que se pusiera de pie – ¿Hasta cuando seguirás alejándonos?
– ¿Qué? Yo no...
– ¡Merlín, Harry! Eres tan testarudo – siseó Hermione mirándolo – Se lo que te sucede, debes hablarlo con alguien o explotarás.
Harry se soltó de su agarre con más brusquedad que la planeada, tomó sus pertenencias y se alejó tan rápido como pudo, se odiaba a si mismo, sabía que Hermione no se lo merecía, ella era su mejor amiga, pero... mierda, era difícil, no podía hacerlo, no podía decírselo. Lo cierto es que era un imbécil, no había mejor palabra para él ahora, ¡un completo idiota resentido y amargado! No tenía nada que deseaba, su vida era una porquería, sus amigos no querían verlo por su misma culpa, el chico que le gustaba lo odiaba, y como si fuera poco, no quería salir del closet por todo lo demás.