58. Ángel del caos

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Inconsciente, con sutileza,

Has encarcelado los labios.

Con el glosario de tu boca,

Y la resonancia de tu voz,

Lo bautizaste sordomudo.

Y sus ojos desorbitados,

Has llevado al daltonismo.

Aprisionaste los extremos,

Con hilos de titiritero,

Bailando con melancolía.

Entonces te descubrió,

Debajo de aquel desvelo;

Una niña entre cruel y frío.

Sentado en la quietud móvil

Donde el sueño lo abandona,

Lo deja Pasivo y lento.

Te vislumbra desde adentro;

Regabas como arroyuelos,

Esquirlas de lluvia que saltan

Desde la más onda tristeza.

Muda, allá entre silencio.

Susurras un grito sórdido.

Pedías, eternos abrazos,

Desde crisálida pedías,

Un beso, y poder calentar

El camino a su regreso.

Por el cuál emprendes, bañada

En ese oscuro silencio.

Quiso correr en su búsqueda.

Tu sin luz, estrella fugaz

Él, astronauta sin cohete.

Como compositor su obra;

Pudo contemplar su silencio.

Y el recuerdo de su rostro;

Frágil, pequeño, inocente,

Que se disipa en el fondo,

Oscuro de este infierno.



D. Alexander  M. G.

Fugaz instante (timón del momento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora