William Peeler
Podía sentir como me pisaban los talones, sabía dónde estaban, podía olerlos, podía sentirlos, podía notar las ganas que tenían de atraparme y darme caza. Me estaba quedando sin aliento, cada bocanada de aire que cogía me helaba la garganta, las noches en Atnam siempre fueron frías pero esta para mi fue la peor de todas, fue la noche donde perdí mi humanidad.
No recuerdo bien como pasó, me encontraba en casa, tumbado en mi cama esperando para que madre me deseara las buenas noches, mis ojos se cerraron solos, sentí como si me clavasen dos pequeños carámbanos en mi cuello, abrí mis ojos, mi vista estaba nublada, alguien me sujetaba los brazos, intenté zafarme pero no tenía fuerzas, no podía huir, volví a quedarme dormido.
Esta vez no fue el frío quien me despertó sino un calor abrasador, todo a mi alrededor estaba en llamas, mi casa ardía, quise salir corriendo por instinto sin embargo pero cuando quise darme cuenta estaba saltando por mi ventana. Pese a caer desde un segundo piso no me hice ningún rasguño, cuando quise darme cuenta unos guardas empezaron a apuntarme con sus armas, fue ahí cuando empezó mi persecución.
—¡Monstruo! —Gritó un guardia con mostacho. —¡Disparen!
Corrí, rogué que todo esto fuera un mal sueño, supliqué que madre me despertase en cualquier momento, recé por volver a sentir su cálido beso en mi frente, mas todo fue vano, alcanzaron mi brazo de un disparo y el dolor era tan real como la vida misma, reprimí mis ganas de gritar, así solo llamaría más la atención, debía seguir corriendo, mi única esperanza era llegar hasta las afueras de la ciudad, debía ocultarme en el bosque.
Un destello proveniente de un arma cegó mis ojos, una joven rubia me estaba persiguiendo también, parecía ser casi de mi edad.
—¡Es ella, el Filo Plateado ha vuelto! —Volvió a gritar el guardia con mostacho.
¿Filo Plateado? ¿Dónde escuché antes ese nombre? No importaba, sea quien fuera no quería que me alcanzase. Podía notar como sus dorados ojos se clavaban en mi cuello, ¿estaba mirando algo en concreto? era oscuro, ¿Cómo podía ver algo?
Acabé perdiéndola de vista.Pude esconderme en un pequeño callejón donde solía jugar de pequeño, me dejé caer para recobrar el aliento. Traté de no quedarme dormido, mis fuerzas comenzaban a abandonarme.
Otro destello me cegó, alcé rápidamente la vista y allí estaba ella, una joven semielfa apuntando su arma hacia mi cuello.—Gira la cabeza. —Dijo la joven fríamente, hice caso, lentamente fui girando mi cabeza sin apartar mis ojos del filo de su arma. —Lo siento, pero debo acabar con tu vida, ¿últimas palabras?
—Yo no provoqué el incendio, no soy un monstruo, lo juro. —Contuve mis ganas de llorar mientras intentaba dar una explicación.
—Me es igual quién provocase el incendio, un vampiro te ha mordido. —Deslizó el filo plateado de su arma hasta la mordedura. —¿Acaso no lo recuerdas?
—¿Soy... Un vampiro? —Mi mente se quedó en blanco tratando de procesar lo que la joven me dijo.
—Siento que te haya pasado esto, apenas debes tener mi edad, o un poco menos diría yo.
—Unos quince años...
—No me importa, rezaré por ti.
La joven levantó su hoja para poder cortarme la garganta de un solo tajo, era mi única oportunidad para escapar, con todas mis fuerzas cerré los ojos y comencé a correr nuevamente.
Consiguió asestar un golpe en mi espalda, quemaba como mil infiernos, su hoja de verdad estaba hecha de plata y eso significaba de verdad que yo era un vampiro.—Me obligas a ser mala. —La joven se abalanzó sobre mi intentando clavarme nuevamente su estoque, tropecé y conseguí esquivar su golpe.
—¡Solo quiero vivir! —Grité mientras seguía corriendo.
—¡Ya estás muerto! ¡Deja que te de un descanso eterno!
—¡No estoy muerto! ¡Estoy corriendo!
—¿¡No entiendes que si no te mato vivirás para siempre y posiblemente seas una amenaza para la ciudad!? —Preguntó la cazadora mientras seguía lanzando estocadas a la par que corría detrás de mi.
—¡Soy un elfo! ¡Mi esperanza de vida ya de por si es alta, llevo en la sangre vivir mucho! —Intenté razonar con ella.
—¡Que ya estás muerto pesado! ¡Eres un incordio! ¡Déjame hacer mi trabajo!
Conseguí llegar a las afueras de la ciudad, sin embargo la joven semielfa me seguía pisando los talones, pero ahora tenía esperanza, podría perderla en el bosque, aún quedaba mucha noche por delante, tenía tiempo de sobra. Sin embargo, ella era una semielfa, también podía ver en la oscuridad así que solo me valía de mi ingenio, pero a quien voy a engañar, ¿Qué ingenio? solo soy un crío, nunca me he tenido que preocupar por combatir o sobrevivir, solo he tenido suerte de haber llegado con "vida" hasta aquí.
—¡Deja de hacerme perder el tiempo! —De una zancada la joven llegó hasta mi agarrando la camisa de mi pijama. —Esto se acaba aquí, niño.
Me desabroché la camisa para poder zafarme de ella, di un último sprint para llegar al bosque e intentar esconderme entre la maleza.
—Hijo de... —Oí maldecir a la joven.
Observé desde el interior de un arbusto para ver si pensaba seguirme hasta aquí, sin embargo una joven pelirroja llegó y se paró a hablar con ella. Aproveché su distracción y me adentré más en el bosque, con suerte la persecución se acabaría aquí, al menos por hoy.
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Crónicas de Atnam [1ra Parte]
FantasyAtnam es una ciudad que guarda muchas historias, sin embargo, el foco principal ahora mismo lo sostiene una joven aspirante a cazadora la cual se enfrentará a diversos peligros que atentarán contra su vida y la de su nuevo compañero Jay. Durante su...