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No podía aceptar la idea de ser derrotado y tener que rendirme ante él. Así que, decidí entrenar y estudiar todos los días sin descanso para poder superar la prueba impuesta por el entrenador.

Comencé mi entrenamiento enfocándome en la carrera continua, me ayudo en mi resistencia cardiovascular y que mis piernas sean más fuertes.

Inicialmente, me centré en distancias cortas y gradualmente fui aumentando la duración y la intensidad de mis sesiones. después, decidí añadir intervalos de alta intensidad a mi rutina. Alternaba sprints intensos con períodos de recuperación activa, así mi velocidad y resistencia anaeróbica tenían su recompensa.

Además, me preocupe en la fuerza quería fortalecer mi cuerpo en general. hice ejercicios como sentadillas, estocadas, saltos, flexiones y abdominales, gracias a esto tuve una mejora en mis piernas, glúteos, abdomen y brazos. por suerte no me olvide de los músculos estabilizadores, como los de la espalda y el Core, esto solo mejoraba mi estabilidad y prevenía lesiones.

No dejé de lado el trabajo de mi potencia explosiva y saltos verticales, tenia que ganarle a mi rival en los duelos aéreos y crear mi habilidad de salto.

En cuanto a la agilidad, realicé ejercicios de coordinación, cambios de dirección y movimientos rápidos. Tenia que mejorar mi agilidad y capacidad de reacción en el campo, no quiero quedar en verguenza si ya no puedo superar a mis oponentes.

Por último, dediqué tiempo a perfeccionar mis habilidades técnicas con el balón. Practiqué constantemente dribles, pases, tiros a puerta y control del balón. Además, realicé ejercicios de dominio del balón en espacios reducidos, mi precisión y velocidad en el manejo del balón tuvieron un crecimiento exponencial.

No pueden imaginar el dolor que soporté durante todo ese tiempo. Cada obstáculo parecía insuperable y, en muchos momentos, mi mente estaba al borde del colapso. Puse mi cuerpo en automático y mi vida se redujo a dos caminos: seguir adelante o aceptar que alguien era mejor que yo. Cada día enfrentaba esa elección una y otra vez.


Me llevó alrededor de dos meses y medio de arduo trabajo. Mucho dolor, agotamiento y pesadez. 

Cada vez que pensaba en rendirme, recordaba la imagen de mi rival en la cima y eso me motivaba a seguir luchando, me imaginaba un video mental diciéndole "eres mi rey", cada vez que pensaba tirar la toalla.

Por milagro de la navidad el entrenador quitó su rencor en mí y después de realizar tal prueba específica decidió unirme al equipo de fútbol.

Mi entrenamiento, fue bastante básico, ya que, la prueba me hizo ver las puertas de mis limites todo sudado, me dio un pequeño descanso de 30 minutos, me dijo el entrenador que me relaje y me probó en un partido de entrenamiento oficial. En fin, pase. 

No me guarde ninguna emoción para sacarla en mi habitacion, ahi mismo salte de alegría gritando fuerte,  "lo hice, por fin" mis ojos lagrimearon aunque por suerte no solté ninguna en el suelo.  

Parecía que todo iba bien hasta que, en el primer día de entrenamiento, la chica popular del instituto decidió hacer su aparición. Me llamó y, a pesar de mi intento de ser educado, mi actitud pareció molestarla.

Yo no lo entiendo, la gente es muy rara si yo soy un bello angel con todos. 

—¿Qué quieres? —le pregunté, notando que mi tono de voz podía sonar un poco rudo, pero en realidad, no me importaba lo suficiente como para hacer un gran esfuerzo por ser más amable.

—De ti nada —respondió inquieta girando su rostro a su lado derecho y viendo su teléfono en mano.

—Entonces, si no es nada, tengo otras cosas que hacer, gracias —contesté, dándome la vuelta para irme.

Colegio de ricos, seguramente no te lo puedes permitirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora