Como Entonces

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(Breve aclaración: este relato tiene lugar en una realidad alternativa donde el relato de "La Calma Tras la Tormenta" no ha ocurrido y el resto no lo han hecho todavía).

Vi abrió el grifo de la pila y dejó que el agua corriese hasta enfriarse. Después, llenó un vaso de cristal y salió de la cocina. Caminó por el corredor y cruzó la entrada del salón. Caitlyn se encontraba sentada sobre un sillón. Los brazos rodeaban sus piernas y tenía la barbilla apoyada sobre las rodillas. No se inmutó por la presencia de Vi.

- ¿Quién lo diría? Justo donde te dejé - bromeó Vi, intentando aliviar la tensión del ambiente.

No pareció tener ningún resultado. Caitlyn seguía sumergida en sus pensamientos. Apenas se había movido de ahí o había hablado desde que el ataque de Jinx y la consecuente explosión se había cobrado la vida de su madre, Cassandra. Los primeros días había llorado y Vi había estado allí para abrazarla y reconfortarla. Pero ya hacía un par de días que ni tan sólo lloraba. Se limitaba a sentarse sobre aquel sillón, ensimismada, y sólo se levantaba para cubrir sus necesidades biológicas básicas.

Vi le acercó el vaso y Caitlyn le devolvió la mirada como si se acabase de percatar de su presencia, aunque Vi no se había apartado de su lado desde aquel fatídico día.

Habían estado prácticamente solas en la casa, con la compañía ocasional del padre de Caitlyn, que se había mostrado afectuoso con ella y había tratado muy bien a Vi. Era un buen hombre. Su compañía le había hecho recordar tiempos pasados con su padre biológico y con Vander. Pero, debido a la situación actual, pasaba mucho tiempo fuera de casa, ayudando a tratar a los heridos por el atentado. No debía de estar siendo nada fácil para él tampoco, pero siempre que estaba con ellas hacía lo posible por contener su propio dolor y centrarse en aliviar el de Caitlyn.

- ¿Quieres que te haga algo de comer, Cait? - preguntó Vi, agachándose frente a ella.

- Son más de las siete de la tarde, Vi.

- Me alegra ver que aún no has perdido la noción del tiempo, pero tampoco has comido a las dos, Cait.

Esta se mantuvo en silencio un rato. Después se levantó del sillón.

- No. No tengo hambre. Voy a dar un paseo. Necesito tomar el aire.

- ¿Quieres que te acompañe?

- No. Gracias, Vi, pero quiero estar sola con mis pensamientos.

Vi la miró, preocupada, según salía por la puerta.

En su ausencia, aprovechó para limpiar un poco la casa. Encontró un libro de cocina y lo abrió. Pasó las páginas, ojeando el contenido, y se fijó en una receta en particular para un asado de pollo.

Vi comprobó el asado a través de la puerta transparente del horno. Un trueno captó su atención. Se acercó a la ventana. Estaba lloviendo a mares.

- Espero que Cait tenga dónde resguardarse de la tormenta - pensó.

Se sentó en el sofá y tamborileó el reposabrazos con los dedos, aburrida.

Tiempo después, la cerradura de la puerta giró y Caitlyn apareció tras ella.

- ¡Caitlyn! - exclamó Vi mientras se levantaba de un salto del sofá.

La mujer estaba empapada de agua de pies a cabeza.

- Espera, que traigo una toalla.

- No te preocupes. No me molesta.

Vi regresó del baño con una toalla y le frotó la cabeza con ella.

Momentos Íntimos de ViolynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora