Capítulo 19 Este maestro escapa del lago Jincheng

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¿Se había equivocado todo el tiempo?

Cuando Chu Wanning era rehén de TaXian-Jun, éste no paraba de decir lo mucho que le odiaba porque Chu Wanning había dejado morir a Shi Mei. Desde que revivió antes de que ocurriera lo terrible, Chu Wanning pensó que su relación con Mo Ran se consideraba armoniosa. Claro, lo disciplinaba de vez en cuando, pero desde que revivió, se había asegurado de no castigar más a Mo Ran por descuido. Chu Wanning pensó que había hecho todo lo posible para acomodar a Mo Ran, ya fuera siendo un shizun más misericordioso o dándole muchas oportunidades para seguir una relación con Shi Mei.

¿Por qué era que Mo Ran seguía teniendo una impresión tan pobre de él?

La espada lo apuñaló brutalmente en el estómago.

Chu Wanning escupió sangre de inmediato, y parte de ella salpicó la cara de Mo Ran.

Los ojos de Mo Ran se agrandaron. Soltó la empuñadura inmediatamente. Chu Wanning sacó la espada dorada de Gouchen el Exaltado de su estómago y cayó con un fuerte estruendo al suelo. La sangre fluía sin cesar. Chu Wanning siempre había actuado con dureza ante los demás, ocultando su propio dolor y sufrimiento, pero esta vez apenas podía mantenerse erguido. Apretando una mano contra su herida, Chu Wanning se arrodilló frente a Mo Ran.

Qué ironía, pensó.

También en esta vida, quizá estaba destinado a morir en manos de Mo Ran.

No importaba lo que hiciera o dejara de hacer.

"Cor...re..." le dijo a Mo Ran.

El adolescente sacudió la cabeza varias veces.

"Shizun... Shizun, lo siento. No es mi intención".

"Acaba con él, Mo Ran. Acaba con él y lo tendrás todo. Shi Mei y un arma espiritual de primer grado. Nadie sabrá lo que pasó aquí. Este secreto será guardado bajo el Lago Jincheng, ¡por siempre y para siempre!"

Mo Ran escuchó la voz, pero no pudo seguir escuchando. Chu Wanning estaba arrodillado frente a él, sangrando profusamente. Había apuñalado a Chu Wanning. ¡Le había apuñalado personalmente! Este pecado, ¿podría ser perdonado alguna vez? ¿Cómo podría vivir consigo mismo? ¡En esta vida, Chu Wanning no le había hecho nada de una magnitud que justificara su asesinato! ¡Había hecho algo irreversible!

"Shizun... Shizun, yo..."

Mo Ran estaba a punto de llorar. Se arrodilló también frente a Chu Wanning, presionando sus manos contra la de éste, deseando que fuera suficiente para detener el flujo de sangre, para deshacer lo que había hecho. La sangre se filtró a través de sus dedos. Las lágrimas de Mo Ran cayeron de sus ojos.

"No... No..."

Chu Wanning le empujó sin piedad.

"Te dije que corrieras, tonto", siseó, mirando a Mo Ran.

"¿Lo ves, Mo Ran? Tu shizun no te quiere en absoluto. Ni siquiera al borde de la muerte será amable contigo. Ven, recoge la espada del suelo y acaba con él. Mata a Chu Wanning y agarra lo que quieras con tus propias manos".

Mo Ran fue a recoger la espada del suelo. Chu Wanning tosió una bocanada de sangre. Jadeando con fuerza, levantó la vista para ver a Mo Ran agarrando la espada ante él.

¿Es este el final?

Chu Wanning suspiró.

"Si quieres hacerlo, hazlo rápido", dijo Chu Wanning. "El árbol... se derrumba pronto..."

El hombre no pudo aguantar lo suficiente para que Mo Ran le diera otra puñalada. Su disposición era originalmente más débil que la de los demás, y sus graves heridas de la Ciudad Mariposa no se habían curado del todo. Si a eso le añadimos la enorme pérdida de sangre, el cuerpo de Chu Wanning finalmente se rindió y se desplomó.

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora