4. Treffen

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"Encuentro"

Liberio, año 852

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Liberio, año 852.

Estúpidos mocosos.

Ya no podía descuidarse ni un jodido minuto, porque los desgraciados iban y se emborrachaban con el primer viejito bonachón que se les cruzara en el camino.

Tsk, un maldito caso perdido. Los más jóvenes del escuadrón estaban completamente rendidos, tumbados uno encima del otro como si estuviesen tratando de armar una montaña humana. El hedor del alcohol hacía que su nariz se arrugase con desagrado, fulminando con la mirada a los críos esos que dormían de lo más tranquilos.

Si ignorase el aroma a alcohol que desprendían, y las mejillas sonrojadas de los muchachos, podría incluso creer que simplemente estaban descansando luego de pasarse el día corriendo de un lado a otro por aquella ciudad, conociendo y probando cuanta cosa se les atravesara.

Pero no. Los malditos se pusieron ebrios sin autorización alguna y ahora tendrían que arreglárselas para sacarlos de aquella tienda de acampar.

Ojalá les diese una resaca del demonio. Bien merecido se lo tendrían por causarle tantos problemas.

Mientras él maldecía a los cuatro vientos, sacando uno por uno a los mocosos cargándolos como costales de papas, Hange reía como la desquiciada que era, prácticamente doblándose a la par que sus brazos sostenían su abdomen, y de sus ojos escapaban un par de lagrimillas producto de la risa.

Maldita fuese.

Eren fue el último a quien cargó de regreso a la habitación que le correspondía, dejándolo caer como peso muerto en el colchón al igual que a todo el resto de mocosos descarriados. Exhaló aliviado, girando sobre su propio eje y encaminándose a la salida.

Habría cumplido su misión, de no ser por los repentinos balbuceos provenientes de una voz bastante conocida para él.

Maldijo para sí mismo. Bien pudo haber fingido no escuchar nada y continuar con su retirada de aquel cuarto, pero no, antes de darse cuenta, ya había dado media vuelta para acercarse y escuchar mejor las palabras que el castaño arrastraba con pesadez.

Idiota.

Mientras que internamente se reprochaba por ser tan débil frente a Eren —nada nuevo, en realidad—, lentamente llegó al pie de la cama, buscando ser lo más silencioso posible para no alterar al moreno que divagaba entre regresar al mundo real o rendirse frente a los brazos de Morfeo.

... A todos —fueron las primeras palabras entendibles que pudo captar. Vinieron más balbuceos, entre los que tuvo que agudizar su oído lo máximo que fuese posible para alcanzar a hilar las frases dichas—. Los aniquilaré... Perdón a todos... Perdón... No quiero, no, quiero otra salida... Quiero que vivan felices... Ustedes son los más importantes.

Todo aquello que nunca dije || SNK [ Riren ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora