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—Mueve la cabeza un poquito a la derecha, jun, buen chico—dijo el pintor, metido completamente en su trabajo, siendo sólo conciente de la expresión en el rostro del chico.

Su mano se movía suavemente sobre el lienzo, intentando con toda su alma, porque así trabajaba Soobin, de plasmar en una sola imagen el misterio que reflejaba su pareja.

Toda su vida, desde el momento que conoció a yeonjun se a basado en apreciar su belleza y tomarlo como la musa de todo su arte. Es el centro de su universo y su deber era adorarlo como si fuera un Dios, su Dios. Algo completamente inentendible para las personas que no conocían el trasfondo de su historia.

La dicha que sentía Soobin cada vez que su pareja accedía a ser dibujado por él, era como lograr recorrer todo el mundo en solo una palabra. Eran sus bellas facciones, su presencia,  y sus besos los que lo mantenían en un clima de ensueño.

—Soo, me canso de estar sentado—exclamó yeonjun moviendo el cuello.

—Me decías que te cansabas estando de pie, por ello te pusimos una silla, ahora me vienes que te cansas estando sentado. Dime, ¿qué quieres que haga?—

—No se, pero yo me voy a ir al cuarto—el castaño se levantó e ignoró a los llamados del contrario, quien le rogaba que se quedara solo unos minutos más.

—Discúlpame cariño, pero he estado sentado cinco horas sin descanso, no me he movido y mi cuello esta tieso—concluyó para seguido abandonar la sala, dejando solo al frustrado pintor.

Cuando Soobin se disponía a guardar sus pinturas, de repente, llamaron a la puerta, y oyó la voz de uno de sus más queridos amigos.

Al igual que nuestro pintor, hyunjin era un maestro en cuanto a las acuarelas y el carboncillo. Ambos compartían la misma pasión y tenían similares visiones con respecto al arte.

—Soobin, amigo mío, te he venido a iluminar con mi presencia. Déjame entrar ahora mismo—.Por unos segundos, se vió inmovilizado por completo.

Pero los golpes en la puerta no dejaron de sonar, haciéndose cada vez más insistentes. Temiendo que yeonjun se levantara más enojado si no hacia algo, dejó de lado los pinceles en su estantería y se dirigió rápidamente a abrir la puerta.

—Hyunjin, que grata tu presencia en un domingo, además, feriado— dijo haciéndose a un lado para dejar pasar al contrario.

—lo sé y pido una disculpa, pero de verdad necesitaba hablar contigo—hyunjin se hizo paso hasta los dos sillones de la sala y tomó asiento en uno de ellos, esperando a que el más alto haga lo mismo.—Ven para contarte—

Soobin cerró la puerta tras de sí y se acercó al rubio, indicándole que tome la palabra.

—Mañana temprano me voy a ir a Busan...—empezó a contar, dejando espacios de silencio cuando hablaba, poniendo más nervioso al pintor.

—¿Qué harás allá?—preguntó el azabache, queriendo apresurar a su amigo.

—pues me acaban de invitar a la inauguración del nuevo hotel de la familia Kang, el caso es que se comunicaron con Jeongin para avisarme a mi si estaba interesado en presentar algunas pinturas, y ahora me ves aquí—

—Me alegra mucho que te hallan considerado, pero sigo sin entender porque me buscaste—

Hyunjin soltó un grito que solo logró alterar más a soobin, quien deseaba con todo el alma no tener problemas con su pareja.

—¡Amigo! Lo que he venido a decirte es que viajes conmigo, que lleves tu arte para que sea presentado en la exposición que se hará en Busan, ¿Qué es lo que no comprendes?—.



Joder.






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