No Estás Loca

Remodelando el Alma

Después de unos días de aislamiento por cuenta propia, tomé la decisión agarrar las riendas de mi destino, dejé de oponer total resistencia y me entregué a las actividades del centro por mucho que me parecieran estúpidas. Acepté cortar papeles de colores, decorar, armar figuritas, ir a todas las charlas y escuchar activamente, participar en el grupo de baile con Brook. Empecé a ayudar a Vivi con algunos pacientes que podía manejar, me dediqué a sembrar en el jardín y me metí en cuanto taller había. La cosa era no pensar porque mente ocupada no extraña a nadie.

Después de lo de Nami, me replanteé muchas cosas que me atormentaban y que ahora habían perdido por completo su significado, su importancia, su relevancia, su prioridad, ahora la prioridad era nada más que yo y solo yo. Tal vez era tiempo de avanzar porque aquí seguía, respirando, así que tenía que hacer algo bueno con eso. 

Comprendí, de la forma más cruel posible, que finalmente nadie haría nada por mí más de lo que yo misma podría hacer. Medité mi situación seriamente durante días, las sesiones con Zoro eran cortas y precisas pero llenas de significado, era como si de pronto pudiéramos hablar el mismo lenguaje, fue espectacular. No me enfrenté de nuevo al panel de doctores porque así yo lo decidí, hasta nuevo aviso. Y así también, los días se transformaron en semanas y meses.

Empecé a tratar más con Bonnie, ella sabe que perdió la chaveta pero está asumida, aprendí mucho de ella que me enseñaba la realidad del mundo a su manera. Su trastorno disociativo no tiene cura y pasará la mayor parte del tiempo recluida aquí porque es un peligro para ella y para los demás, eso también me hizo tilt. En el intertanto recibí un par de visitas de mi madre que insistía con sus ideas de casamentera de alta sociedad y en sus actividades para encontrarme un nuevo partido, estaba en una de esas lateras visitas cuando por fin estalló todo lo que le tenía guardado para decir.

— Mírate ese pelo, está hecho un desastre ¡y las uñas llenas de tierra!. El hijo de mi amiga la que hace las reuniones para jugar bridge, él, es médico, está soltero y volvió hace poco de su viaje a Europa, qué mejor, tienes que...

— ¡¡BASTA, MADRE!! — me miró sorprendida y boquiabierta.

— ¡¡Pero niña tienes que entrar en razón!! ¿Qué vas a hacer sin un hombre que mantenga nuestro nivel de gastos? — me decía por enésima vez con la mano sobre el pecho en una actitud de víctima, como si yo fuera la única culpable de todos sus dramas.

— Aquí, la que en realidad está loca de patio eres tú. ¡No tengo porqué cumplir tus deseos! y si tanto te interesa el status ¡Puedes irte a la mierda y conseguir un marido para ti! Yo jamás seré lo que tú quieres que sea. ¡Yo no soy tú! y lo lamento por ti, pero esto es tu hija, sí, así, con el pelo hecho mierda, las uñas quebradas, desaliñada y completamente deschavetada, una tipa que estudió lo que tu querías, se casó con el idiota que tu le elegiste, y vivió toda la vida en el barrio que a ti te gusta tratando ser lo suficientemente buena para ti pero la verdad es que nunca iba a serlo porque jamás llenaré tus propios vacíos existenciales de mierda. Soy esta perra condenada, loca y jodida ¡pero con tres hectáreas sembradas con los ovarios que a ti te faltan! — todo el salón de visita estaba en silencio mirándonos, me puse de pie dejando caer la silla con estrépito al piso y la dejé sin mirar atrás con su cara de estupefacción.

Me sentí liberada. Me atreví a decir lo que pienso sin ningún reparo y sin que apareciera esa jodida vocecita negativa del sentimiento de culpa que reprime todo. Fue como dejar en el piso una pesada mochila. Todo lo que había estado hablando con Zoro me hizo sentido con mi reacción. Hice lo correcto. Debo admitir que fue visceral pero muy necesaria. Ya nadie podría decidir que era lo mejor para mi vida. Aún tenía muchas cosas en las que trabajar pero una vez que empiezas no paras.