32. Toc Toc

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Antes de ir a la casa de Jules, primero acompañé a Chris a su casa . Sé que la estaba pasando mal y necesitaba de un amigo que lo apoye, pero él a veces era muy hijo de puta cuando se trataba de ayudarlo.

-No sé por qué te tuve que escuchar- Me dice.

Como siempre me quiere culpar a mi.

-Algún día lo tenías que hacer Chris y su respuesta no hubiera cambiado-

Él se molestó y me cerró la puerta en la cara. Ya esto era costumbre para mi, luego me llamará para que salga a la plaza.

Las nubes se colocaban oscuras y la brisa era más fuerte. Necesitaba apresurar mi paso para que no me topara la lluvia, pero no tenía dinero para el bus, de manera que fui rápido a mi casa y tomé mi tabla de skate.

Se me hacía más rápido ya que la calle estaba empinada y era más fácil rodar, aunque también iba a ser un poco más peligroso, porque con un skate solo se puede frenar con la cara, al contrario de una bicicleta que tiene forma de frenar las ruedas.

Tomé coraje y me dispuse a patinar teniendo un pie en la tabla y con el otro me impulse.

La brisa alborotaba mi cabello, sintiendo un poco de adrenalina y miedo de caerme. Lograba sujetarme de los autos para cambiar mi dirección.

Desde niño siempre supe andar en skate gracias a mi papá. Me compró mi primera tabla en mi cumpleaños cuando tenía 6 años.

Ya podía percibir algunas gotas rozar mi piel, pero pensé que eran gotas de sudor por eso no le presté atención y me concentré en no matarme en el skate

Todo cambió hasta que siento que algo me persigue además escuchaba unos pasos muy rápidos. Tiro la mirada hacia atrás y veo un puto perro descontrolado que prácticamente me estaba mordiendo los talones.

¿Qué le dió su dueño para que corra tanto? Parece haber comido cereal del Rayo McQueen.

Traté de perderlo por unas calles, pero no tenía éxito, asi que me bajé de mi tabla y le metí una patada para mandarlo a las nubes.

Nah mentira.

No podía bajarme porque iba muy rápido, por lo que empecé a dar vueltas en las misma calle para cansarlo.

-¡Luna Deja a ese chico!- Gritó una señora.

¡Por favor! que se lleve a ese portador de pulgas. Ahora prefiero a los gatos.

La señora domó a la bestia esa que solo me estaba acortando el tiempo, ya se estaba haciendo tarde y cada vez caían más gotas.

Seguí patinando unas calles, cuando por fin llego después de una persecución canina y un poco mojado por la lluvia.

Me bajé de la tabla decidido a disculparme y arreglar las cosas con ella.

Toc Toc.

La Relatividad del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora