Diario de Bruce (I)

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Esta noche los gritos de la ciudad vuelven a reclamar mi presencia sordamente. Esta noche tanto criminales como víctimas alzan su grito al cielo y me llaman sin decir mi nombre.

Esta noche las calles huelen a goma, y a quemado.


No he podido dormir, últimamente no duermo nada bien. En cuanto cierro los ojos, los veo, veo a mis padres siendo disparados, el collar de perlas cayendo al suelo y desparramándose por la acera, el criminal sin rostro, el cañón humeante de la pistola. 

No puedo consentir que eso vuelva a pasarle a alguien, no mientras viva, no mientras esta ciudad me tenga como protector.

Es por esto que, tras oír la llamada de la urbe, he salido de la cama. Tuve que despegarme del chico nuevo. A decir verdad, aún no sé como llegamos a esa situación, siendo que hace a duras penas un día que nos conocemos. Pero de alguna razón siento una fuerza superior a mi, que me atrae a ese chico, algo dentro de mi que quiere estar cerca de él, que quiere tocar su piel y acariciar su cabello abundante y castaño.

Nunca he visto a nadie que le queden mejor unas gafas, ni con una sonrisa tímida tan pegajosa.

Es una corazonada dentro de mí la que me dice que es alguien que quiero tener a mi lado.


La bat-señal no brillaba en el cielo, todavía. Pero dentro de mi cabeza ya podía sentir rebotar el miedo, el dolor, la angustia de los habitantes de Gotham. Esperé a que el chico se durmiera y me levanté, tan lentamente que me demoré (al menos) 5 minutos en incorporarme completamente, con los pies en el suelo de madera. Eché un vistazo a la mesa, sobre la cual yacía, iluminado por la luz de luna, el sobre. En el cuál se escondía, cifrado, el nombre del chico al que estaba observando dormir, sin darme cuenta de lo alelado y atento que me encontraba, ni tampoco de lo que me brillaban los ojos.

Eché un vistazo por fuera de la ventana y luego volví a mirar el rostro sereno del chico. Finalmente, con el estrés reptando por mi espalda hasta llegar a mis hombros, me senté a la mesa y comencé a descifrar el acertijo.

"Edward".

Que nombre tan bonito.

Oí sonar campanas. 

Joder. 

Una de la madrugada. Salí por la ventana, aterricé sin hacer ruido, (como es costumbre) y corrí silenciosamente por el campus hasta salir de allí y reunirme en un callejón angosto con Alfred. 


Esta noche "el murciélago" ha vuelto a sobrevolar Gotham. Esta noche he vuelto a tener miedo. Esta noche he vuelto a dudar. Esta noche han nacido preocupaciones nuevas. Esta noche ha sido una noche más.

Hay un lunático nuevo en la ciudad.


Debían de ser las cinco y media de la mañana cuando volví a la habitación. Lleno de magulladuras, heridas, moratones. Con traumas, y traumatismos, con dolores físicos, y mentales. Pensando en cañones de pistolas, en collares de perlas, en cuchillos, sangre, en las gárgolas de los lúgubres edificios, y en las brumas de la noche.


Y Edward no estaba.




𝓑𝓻𝓾𝓬𝓮 𝓦𝓪𝔂𝓷𝓮  𝔁  𝓔𝓭𝔀𝓪𝓻𝓭 𝓝𝓪𝓼𝓱𝓽𝓸𝓷 | Bats x RiddlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora