Brisa del mar

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Era un día soleado en Inazuma, Beidou había sido la primera en despertar. Se había dirigido a un pequeño lago para mirar el mar mientras meditaba, respirar el aire salado y sentir la brisa del mar siempre la tranquilizaba, aunque había notado algo, alguien le estaba vigilando, podía sentir claramente una presencia cerca de ella, por lo que tomó lentamente su arma y rápidamente se abalanzó sobre una roca, la cual hizo estallar sin dificultad con su enorme mandoble. Allí se encontraba un samurai de la isla.

— ¿Y tú quién eres? ¿Planeabas asaltarme?— exclamó la joven pirata.
— N-no, por favor tenga piedad.

El soldado se arrodilló y pidió por su vida. Beidou bajó su mandoble clavándolo en la arena, lo miró con detenimiento y notó que aquel hombre era bastante robusto, recordó haber visto a bastantes hombres así en el tiempo que llevaba en Inazuma. Comenzó a preguntarse cómo sería la batalla que les esperaba.

— ¿Eso que llevas ahí es una Visión? — preguntó el samurai.
— Así es, un reconocimiento de mi valía.
— Ya veo... Aquí nos han sacado a todos nuestra valía... — el hombre agachó la cabeza.
— ¿Hablas del decreto de captura de visiones? — Beidou se cruzó de brazos.
— Así es, la Shogun ha ordenado que nos despojen de ellas a todos los usuarios de visiones, por eso es que...
— Ya es suficiente, sé la situación que están atravesando, pero eso es un tema diferente al por qué planeabas asaltarme.
— L-lo sé, juro nunca más volver a acercarme, por favor déjeme marchar. — el soldado suplicó.
— Ya basta de tanta cháchara, vete de aquí, no quiero ver la cara de un hombre deshonrado como tú.

Beidou le dió la espalda mientras el hombre se alejaba rápidamente de allí.

— Dura como siempre, ¿Cierto? — la voz de Kazuha sonó con el viento.
— No vale la pena perder tiempo ni fuerzas con alguien así. — Beidou suspiró.
— Te ves muy melancólica, extrañas a Ninguang, ¿Verdad? — Kazuha se puso al lado de ella.
— Eso... Quizá sea un poco así, esa mujer desesperante siempre se ocupa y preocupa por todo, nunca deja nada al azar. Realmente es admirable, ¿No?
— Puedo ver cuánto la aprecias. Seguramente ella está velando por todos nosotros desde su lugar. — Kazuha cerró los ojos y sintió la brisa del mar. — Presiento que ella también está pensando en todos nosotros y en nuestra vuelta sanos y salvos.
— No existe otra manera, volveré allí con ella... Sería un dolor de cabeza si me pasara algo, la verdad es que... — Beidou suspiró — es más problemático estar con Ninguang enojada que tomar todos los recaudos para sobrevivir esto.
— ¿Realmente es tan aterradora? — Kazuha rió levemente.
— No tienes ni idea...

En ese momento el general Gorou apareció saludandolos desde una colina cercana, bajó de ella con cuidado hasta llegar a ellos y los saludó con seriedad.

— Gorou, cuando tiempo, me alegra verte con salud. — dijo Kazuha.
— Amigo, es verdad que ha pasado mucho tiempo, estoy muy feliz de verte también. Muchas gracias por venir a apoyar nuestra causa, ésta tarde tendremos un encuentro con Kujou Sara, no sabemos cómo vaya a terminar la negociación pero hay que estar preparados para cualquier contratiempo.
— Oye Kazuha tu amigo el general peludo resultó más serio de lo que esperaba... — dijo Beidou sonriendo.
— ¿G-general peludo? ¿De qué habla? Usted debe ser Beidou, yo soy el general Gorou.
— Lo sé lo sé, es que no puedo dejar de ver esas orejas y esa cola que no para de moverse, me alegra ver qué está entusiasmado por nuestro encuentro.
— K-kazuha, ésta mujer me recuerda a... N-no, no importa, vamos al campamento así habla con nuestra líder, la señorita Kokomi.
— Gorou no te lo tomes tan en serio, a pesar de su actitud la señora Beidou es más que confiable. — Kazuha se adelantó.
— No es que diga lo contrario, por favor no me malinterpreten. Es solo que...
— No hace faltas disculpas general, lo sigo para que me guíe al campamento. — Beidou sonrió hacía él y se dispuso a caminar.



Era la hora de almorzar y Ninguang se encontraban inquieta, a pesar de que todo el papeleo había sido terminado sin problema y tenía todos sus asuntos al día... Había algo que la tenía preocupada, y era la ausencia de Beidou, sabía que era una persona confiable y que no haría locuras pero aún así no podía evitar sentirse preocupada.

"Maldición Beidou, complicando así mi trabajo, eres un dolor de cabeza incluso a la distancia..."

Ninguang dijo esto parada al lado de una lujosa mesa, con un dedo tocando los papeles que aún estaban allí, y con el otro brazo se abrazaba a sí misma mientras la luz del sol la iluminaba de lleno creando una gran sombra detrás de ella. La joven suspiró y miró de reojo hacia su costado, los papeles acomodados cuidadosamente se movían un poco por un ligero viento que entró de repente.

— ¿Eres tú qué estás del otro lado del mar pensando en mí? — dijo en voz baja.

"Diablos, ¿Que estoy diciendo? ¿Acaso soy una niña tonta?" Ninguang pensó ésto sonrojada y se dió media vuelta para seguir con su trabajo. Mientras caminaba la brisa acariciaba sus cabellos, erizaba su piel y estremecía sus sentidos a cada momento.

"Beidou..." Pensó ella cerrando los ojos y apretando las manos mientras se concentraba para sentir con todo su cuerpo aquella brisa gentil del mar.

" Pensó ella cerrando los ojos y apretando las manos mientras se concentraba para sentir con todo su cuerpo aquella brisa gentil del mar

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